psicología

El síndrome de la cabaña: la normalidad que provoca ansiedad

Miedo, preocupación, ansiedad, angustia o incluso pereza son algunas de las reacciones que pueden producirse durante la desescalada.

Miles de españoles salen por primera vez, desde que se decretó el estado de alarma, a hacer deporte y a pasear
Miles de españoles salen por primera vez, desde que se decretó el estado de alarma, a hacer deporte y a pasear
Quique García

Lo que hace dos meses, con el inicio del estado de alarma y el confinamiento, parecía algo impensable para la inmensa mayoría de la población, hoy se ha convertido en la nueva normalidad. Permanecer en nuestras casas y salir solo para lo imprescindible, llevar mascarillas y guantes y hacer fila para entrar a un comercio son ya escenas habituales en nuestro día a día. Sin embargo, hace unas semanas estas situaciones generaban inseguridad y miedo en buena parte de la ciudadanía. A mediados de marzo tocaba crear nuevas rutinas y mentalizarse del hecho de que era necesario confinarse en nuestros hogares para controlar la pandemia provocada por el coronavirus.

Este fin de semana, con el inicio la primera fase del plan de desconfinamiento, y como ya pasara con los más pequeños de la casa el 28 de abril, miles de personas se echaban a la calle a disfrutar de paseos y sesiones de deporte, no obstante, también encontramos otro tipo de reacciones de quienes no lo ven del todo claro. Esa ansiedad que provoca la nueva normalidad es lo que popularmente se ha denominado 'síndrome de la cabaña', aunque no todos los expertos están conformes con esta denominación.

Rebeca Herrero (32) es profesora vecina de Valdespartera y asegura que le ha resultado muy sencillo quedarse en casa. “Supongo que ayuda que mi familia viva lejos, tener una casa con mucha luz y que me encanta estar con mi marido en casa”, añade. Si bien es cierto que durante las últimas semanas ha salido prácticamente a diario a sacar a su mascota, asegura que el tiempo de estos paseos se ha recudido al mínimo tiempo imprescindible.

“Creo que esas cuatro calles por las que he paseado a diario se han convertido en mi zona de confort y salir de ahí es duro. No he ido ni a comprar porque iba mi marido cada 15 días”, añade Herrero que asegura que, a pesar de que se hayan levantado algunas restricciones, prefiere quedarse en el barrio: “No creo que vaya a terrazas ni reciba visitas por ahora, prefiero seguir tranquila ya que temo que haya un nuevo brote”. Además, la zaragozana relata una de las experiencias que tuvo hace unas semanas por una prueba médica. “A pesar de que me llamaron para explicarme el proceso tuve mucha ansiedad toda la mañana antes. Llegué a tener que tomarme algo para poder subirme al coche”, reconoce.

Para Susana Villuendas (50), de Las Fuentes, el confinamiento ha cambiado radicalmente su vida. “Trabajo en un colegio y tengo cuatro hijos por lo que siempre hay alguna actividad o reunión familiar, sobre todo los fines de semana”, admite. Una vida social y muy activa que se ha visto saboteada por la pandemia pero que, afirma, han llevado “estupendamente”. “Gracias a Dios hemos estado todos juntos y eso produce bastante tranquilidad. Hemos hecho muchas cosas que de normal no hacíamos”, asevera.

Susana Villuendas.
Susana Villuendas.
Heraldo

Sin embargo, también habla de la peor parte del confinamiento como no poder ver a sus seres queridos o la falta de deporte, algo que ha complicado sus problemas de movilidad debido a la artrosis crónica que padece. Además, reconoce que en su caso el teletrabajo ha sido perjudicial: “Soy maestra y ahora hago muchas más horas que las que me pagan por mi media jornada. A esto se suma el estrés que supone atender las clases telemáticas de mis hijos pequeños y acabo todos los días agotada”.

Esta situación, unida al miedo a un rebrote y a las consecuencias de la crisis económica que ha producido la pandemia genera cierta inseguridad en la zaragozana que asegura que tiene ganas de reencontrarse con su gente “pero con garantías de salud, sobre todo para mis padres que son mayores”. En esta misma línea se sitúa Susana Marco (47) actualmente en paro. En su caso se queda con que durante estas semanas ha podido pasar más tiempo con su familia. “No tengo ninguna prisa por salir, he tenido oportunidad de salir con mi hija y no lo he hecho porque no me apetece”, admite.

Y aunque reconoce que no todo ha sido de color de rosa, pues también se han dado momentos de bajón y tensión en casa debidos a una mayor convivencia, a día de hoy se queda con lo bueno. “Lo he llevado bastante bien porque soy muy casera y siempre tengo algo que hacer: leer, ver alguna película, cocinar, recoger, reordenar… ¡hasta he retomado el punto!”, explica. Una de las peores experiencias para su familia ha sido la pérdida de un ser querido en la distancia: “No poder abrazar a mis primos cuando perdieron a su madre ha sido una de las cosas más duras”.

Para Francisco J. Balsera (44), vecino de un pueblo de Zaragoza, la actual crisis se ha traducido en un incremento de la carga de trabajo y, en su caso, volver a dedicar más tiempo a lo que más le gusta: tocar el piano. Asegura que la peor fase de todas fue la primera debido a la novedad, algo que vuelve a sentir con el plan de desescalada. “Al principio sentí ansiedad pero una vez te haces a la idea no queda otra que mirar hacia adelante. Ahora siento mucho respeto y solo espero que seamos responsables”, afirma.

Francisco  J. Balsera.
Francisco J. Balsera.
Heraldo

Aunque en un principio decidió aguardar al 11 de mayo para salir a dar un paseo han podido más las ganas de pisar la calle que el miedo: “Llevo un par de días saliendo a pasear evitando grandes avenidas y por lugares menos transitados. Tengo ganas de volver a la normalidad y abrazar a los míos”.

Miedo al contagio, incertidumbre y ansiedad

¿Son normales estas reacciones? Como explica José Antonio Aldaz, psicólogo clínico de la Unidad de Salud Mental Sagasta-Ruiseñores del Sector Zaragoza II del Servicio Aragonés de Salud y representante del Colegio Profesional de Psicología de Aragón, si bien es cierto que hay muchas personas que están deseando salir a la calle con normalidad, existe un determinado número de personas que presenta reticencias y ciertas dudas. “En muchos casos, estos temores tienen que ver con el miedo al contagio bien por padecer algún tipo de patología de riesgo, por una sobre-exposición a información sobre el coronavirus o por patologías psíquicas como por ejemplo algunas fobias que inciden en este aspecto”, explica el experto.

José Antonio Aldaz.
José Antonio Aldaz.
Heraldo

Entre los sentimientos más comunes que pueden darse durante los próximos días se encuentran la incertidumbre y el temor al contagio. Una reacción que puede generar ciertos niveles de ansiedad en el individuo y que puede ser perfectamente funcional. “Ciertos niveles de ansiedad permiten estar más alerta y tienen una función adaptativa. Las personas se toman más en serio las medidas de higiene y la distancia personal por lo que son más efectivas a la hora de proteger su salud”, admite Aldaz.

Sin embargo, es cuando estos niveles de ansiedad o miedo se disparan por encima de lo normal cuando comienzan a surgir problemas. ¿El motivo? Que la respuesta emocional no se corresponde con la situación real que vive el individuo. “Esto puede generar conductas de evitación como no salir a la calle, aislamiento e incluso la aparición de síntomas de ansiedad que son patológicos. Además, aquellas personas que padecen determinadas psicopatologías como agorafobia, trastorno obsesivo compulsivo o trastorno hipocondríaco, entre otras, pueden sufrir de manera singular la desescalada por la activación o reagudización de esas patologías”, resume.

Una pandemia sin precedentes

Por otro lado, debido al carácter excepcional de esta crisis sanitaria a nivel mundial, Aldaz asegura que es complicado saber con qué escenarios podríamos encontrarnos los próximos meses, aunque afirma que se espera un repunte de la demanda de atención psicológica y de Salud Mental. “Esta demanda, en la experiencia de otros países, suele estar centrada en un aumento de una serie de trastornos como ansiedad, depresión, duelos complicados y, en ocasiones, trastornos de por estrés agudo o postraumático”, apunta. Una situación que podría ser significativa de darse un rebrote en los próximos meses.

“En general, las personas contamos con muchos recursos psicológicos para enfrentar este tipo de situaciones. Tenemos que adaptarnos a la situación creada por el covid-19, adaptar nuestro estilo de vida personal, social y laboral a los requerimientos que esta pandemia plantea y procurar normalizar esta situación hasta que un tratamiento o una vacuna nos permitan volver a la normalidad”, concluye el psicólogo clínico. 

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