LA VIDA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Adolescentes abriendo los ojos

Una veintena de alumnos de bachillerato de Zaragoza han plasmado por escrito en clase de Filosofía las reflexiones que les ha suscitado la pandemia de coronavirus. 

Clase virtual de la profesora de Filosofía Alicia Martín con alumnos del colegio Condes de Aragón de Zaragoza.
Clase virtual de la profesora de Filosofía Alicia Martín con sus alumnos del colegio Condes de Aragón de Zaragoza.
Gervasio Sánchez

Llevo años dando conferencias sobre las guerras y sus consecuencias en institutos con grupos muy numerosos de estudiantes de la ESO y Bachillerato. Me he encontrado con profesores muy preocupados por el previsible comportamiento de sus alumnos. “No te dejarán hablar”, me decían nerviosos minutos antes de empezar. “Los has hipnotizado. No se oía una mosca”, me comentaban sorprendidos al final. “También fui estudiante de instituto y sabía lo que me interesaba y lo que no”, contestaba impasible.

Quizá porque tuve menos profesores seductores de los que me hubiera gustado entre 1975 y 1977 (eran otros tiempos, dicen), me intereso por el proyecto Abriendo los ojos a la filosofía y a la vida, dirigido por la profesora de Filosofía Alicia Martín Jaurrieta desde 2012 en el Colegio Condes de Aragón de Zaragoza.

La profesora cuenta que la idea surgió “tras haber observado durante años que el alumnado desmotivado se limitaba a memorizar los contenidos sin lograr comprender la verdadera esencia de la filosofía”, y me gusta el objetivo que persigue: “hacer que sean capaces de pensar por sí mismos”.

El proyecto ha mejorado la motivación y subido la media de notas tanto en los cursos de bachillerato como en los resultados de la EVAU (Evaluación para el Acceso a la Universidad) y, como colofón, cada año publican un libro digital editado y maquetado por los propios alumnos. El de la promoción 2018-2019 se titula 28 dimensiones, tiene 271 páginas y está basado en los pensamientos de 28 alumnos.

Alumna en clase en línea de filosofía
Alumna en clase en línea de filosofía
Gervasio Sánchez

Interesa saber qué han escrito los alumnos durante el confinamiento. La profesora me envía las reflexiones de 26 alumnos de los dos bachilleratos y una alumna de 4º ESO. Todas están firmadas salvo una anónima y otra rubricada con un apodo. Además, me invita a presenciar una de sus clases de 40 minutos a un ritmo tan vertiginoso que no paro de tomar notas.

“¿Qué pasará con la selectividad?”, es la principal preocupación de casi todos los que están en 2º Bachillerato. Como dice Nieves Subirá (2ºB) eso significa: “¿Qué pasará con mi futuro?” o “¿cómo voy a aprobar y llegar a la nota que necesito?”. Alejandro Fortea (2ºB) está aterrado porque “no sabemos realmente a lo que nos enfrentamos en la evaluación y las dudas te invaden la cabeza”.

A Juan Pellitero (2ºB) le “parece un chiste que necesitemos una pandemia mundial para entender el verdadero significado de pertenecer a este mundo”. En la misma línea Sylvia Sánchez (2ºB) cree que “cuando esto acabe vamos a ver como un diamante en bruto el hecho de pasar tiempo con las personas que más queremos”.

Varios estudiantes, como Paula Burillo (2ºB), confiesan que al principio “estábamos contentísimos sin ir al clase y aprovechar para estudiar más y sacar mejor nota”. A Germán Ramón Cerón (2ºB) esta cuarentena “nos está mostrando el verdadero valor de esas pequeñas cosas que habían perdido significado en nuestras vidas”. Marta Casal (2ºB) ha descubierto que “mi padre es un manitas en la cocina y le gusta innovar”. Consuelo Castaño (1ºB) piensa en las personas que no tienen un jardín como ella y se tienen que conformar con “vivir en pisos sin perro o con niños pequeños sin poder salir”.

Alumno en clase de filosofía
Alumno en clase de filosofía
Gervasio Sánchez

Eduardo Blancas (1ºB) pide que nos imaginemos lo que sería “pasarse 30 años en una prisión sin poder ver a tus seres queridos por culpa de un error judicial”. Virginia Fuertes (1ºB) también relaciona el confinamiento con la cárcel aunque también se siente afortunada porque “ningún miembro de mi familia ha sido afectado por el virus”. Alejandro Antona (1ºB) recuerda que “un confinamiento no se daba desde la guerra civil y todo se ha congelado de un día para otro”.

Teresa Salvador (1ºB) ha descubierto que “antes éramos felices con poco y no lo sabíamos” y le preocupa que “la cuarentena y las pantallas de los ordenadores nos distancien”. Darío Serrano (1ºB) no recuerda “qué se siente al dar un abrazo, lo feliz que me era al ver a mis amigos o ir a casa de los yayos”. Jorge Omedes (2ºB) centra sus críticas en la actuación de los gobernantes: “Los políticos sólo se reúnen para echarse la culpa unos a otros sin proponer soluciones y no hacen más que mentir”.

Anónimo (18 años) se siente desolado porque “estaba en un momento en que sólo quería quedar con la chica con la que apenas llevo un mes” y recuerda el refrán: “No valoras algo hasta que no lo tienes”. El Gato de Schrödinger (1ºB) reconoce que “me estreso aún más cuando miro las redes sociales y veo a personas que hablan sin rigor”.

Marta Lezcano (4ºESO) admite que cada día “estoy más agobiada y no quiero salir hasta que se pueda de verdad”. Marta Subías (2ºB) reconoce que el confinamiento “me provoca agobios, miedos y enfados” y los primeros días pensaba que “abriría los ojos y vería que fue una simple pesadilla”. Bianca Cristobal (1ºB) cree que “hay que luchar y no dejar que el miedo nos atrape y nos paralice”. Pablo Díaz (1ºB) siente “rabia por la gente que no se toma en serio el estado de alarma”.

A Paula Serrano (1ºB) le ha sorprendido “la necesidad de la gente por hablar, me incluyo, porque a mí me da muchas fuerzas”. Maria Alfonso (1ºB) piensa que la “felicidad que sentiré cuando todo esto acabe será indescriptible”. Laura Aguilar (1ºB) reconoce haberse hecho muchas preguntas durante el confinamiento que resume en: “¿Qué es lo que realmente quiero en la vida?”.

Adrián Fortea (2ºB) siente que “el verano que será más corto cuando tenía que ser el mejor de nuestra vida” aunque reconoce que “más que pensar en nosotros mismos, tenemos que asegurarnos de que la expansión del virus sea la más mínima posible para evitar que impacte en los grupos de riesgo”.

Escuchando a una alumna hablar en la clase
Escuchando a una alumna hablar en la clase
Gervasio Sánchez

Alain Blanquies (1ªB), el científico del grupo, ve todos los días “el parte”, “la curiosa manera que mi madre llama a las noticias (tengo que acordarme de preguntarle por qué)” y, como le gusta documentarse en páginas científicas, ha sacado sus propias conclusiones sobre el virus: “Es de origen natural, es etiquetado por su genoma como coronavirus, es zoonótico por su poder para adaptarse de una especie a otra y ha llegado al hombre identificándose dos cepas”. E ironiza: “Nosotros, los humanos, capaces de viajar al espacio, derrotados por un microorganismo al que no sabemos ni doblegar ni aniquilar”.

A Lucía Gracia (2ºB) le gusta “no ir con el modo robot todo el día como antes” y siente que “está siendo una especie de terapia de choque” para “apreciar la vida y una muerte acompañada porque no hay peor final que abrir los ojos en el último suspiro y ver que estás solo entre cuatro paredes blancas”.

Sergio Mimbela (1ºB), poeta del grupo, se sorprendió al principio de la pandemia cuando una palabra que “iluminó la pantalla de mi teléfono” obligaba a “cerrar colegios, provocaba el pánico en la población que vaciaba supermercados y detenía todo lo que era vida normal”, y ya sabe que cuando “pueda salir a la calle aprenderé a ver la vida con otros ojos”. Andrea Díaz (1ºB) sueña con “recuperar los abrazos perdidos, las celebraciones pospuestas y los paseos añorados”.

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