crisis empresarial
El sector lamenta la caída de Arento y trabaja para salvar a las cooperativas afectadas
Agricultura prepara una línea de ayudas para fomentar la integración para que este tipo de entidades gane dimensión.
La «crítica situación» que atraviesa el grupo agroalimentario aragonés Arento ha caído como un jarro de agua fría en el sector cooperativo de la Comunidad, a pesar de que eran más que conocidas las dificultades que arrastraba la empresa desde que nada más iniciarse el año 2018 se hacías públicas sus «tensiones financieras».
«Estamos muy preocupados», señaló ayer el presidente de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón, José Victor Nogués, que reconoció las repercusiones «económicas y sociales» que tendrá la delicada situación en la que se encuentra Arento, sobre la que pende la presentación de un concurso de acreedores, en aquellos municipios en los que la cooperativa afectada «es la única empresa». Además, insistió con evidente incertidumbre, «dentro de 40 días tenemos aquí la cosecha de cereal».
Nogués explicó que ya había trasladado su preocupación a la consejería de Agricultura para tratar de buscar alternativas que eviten el cierre de las pequeñas y medianas cooperativas que podrían verse arrastradas por las dificultades de Arento. Y aunque reconoció que no se han concretado soluciones, la colaboración entre la entidad y el departamento que dirige Joaquín Olona podría ir encaminado a favorecer la integración de estas entidades.
Una solución que confirmó el consejero de Agricultura, que dejó claro que el apoyo del Ejecutivo será político. «Es muy preocupante y una mala noticia», destacó Olona al referirse a la crítica situación de Arento, aunque también matizó que «hay que aprender de las lecciones recibidas».
El consejero insistió que, como recoge el proyecto de ley sometido recientemente a consulta pública, el Gobierno entiende el cooperativismo como una herramienta indispensable para preservar la agricultura familiar, objetivo de la nueva norma que ahora impulsa el Ejecutivo. Por eso, aunque no habrá ninguna operación económica de rescate, adelantó que se está estudiando, en el marco del Plan de Desarrollo Rural, una línea de ayudas para facilitar y fomentar la integración cooperativa, «porque se ha puesto de manifiesto que el fortalecimiento del sector pasa por incrementar la dimensión de estas empresas».
Quienes no quisieron realizar ningún tipo de manifestaciones sobre la situación de Arento fueron los responsables de la Caja Rural de Aragón (antes con la marca Bantierra), máximo acreedor de la deuda que acumula el grupo cooperativo.
La falta de un socio capitalista
Sin duda uno de los problemas que explican la deriva de Arento ha sido la fuga de sus cooperativas, de las que siguen asociadas una veintena. Las que siguen integradas son conscientes de que con concursos o sin él no conseguirán el dinero que se les adeuda.
Desde su óptica, «hay un antes y un después» en todo este escenario, que se complicó –aseguran– cuando el Gobierno de Aragón decidió no conceder los avales que había comprometido, lo que provocó la huida de numerosas cooperativas e hizo, siempre en opinión de estas entidades, que la firma con la banca «no fuera igual que si hubiera existido este respaldo».
Lamentaron también el silencio de los partidos políticos, la inacción de Cooperativas Agroalimentarias y la poca contundencia de las organizaciones agrarias y no ocultaron que en esta travesía llena de complicaciones el grupo cooperativo y los socios que lo conforman se han sentido algo solos.
Pero también entonaron el ‘mea culpa’ porque, aunque reconocieron que desde la dirección se ha trabajado sin descanso, Arento y sus cooperativas socias «no fuimos capaces de encontrar el socio capitalista que hubiera permitido que llegara dinero fresco», señalaron.
