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Los ganaderos aragoneses de bravo denuncian su desamparo ante la crisis

La paralización de los festejos taurinos les deja en una situación límite. "Si no nos ayudan, desaparecemos todos", lamentan.

Ejemplares de Los Maños, en la finca Vistahermosa (Luesia).
Ejemplares de Los Maños, en la finca Vistahermosa (Luesia).
Kakel

La pandemia de coronavirus ha llegado en el peor momento posible para los ganaderos de reses bravas. Tras superar el siempre complicado invierno, con cientos de cabezas que alimentar y sin ingresos de por medio, la crisis sanitaria les ha negado los beneficios de los meses de primavera y verano. Los eventos taurinos -como el resto de espectáculos culturales- están paralizados ‘sine die’, y la situación comienza a resultar insostenible entre quienes desconocen cuándo volverán a facturar. 

A diferencia del resto de ganaderos, los de bravo viven de la venta o alquiler de sus animales, y destinarlos al mercado de la carne es sinónimo de pérdidas cuantiosas. Por ello, la Agrupacion Defensa Sanitaria (ADS) Bovino Extensivo de Zaragoza, que agrupa 28 de las alrededor de 50 explotaciones de lidia que se reparten por Aragón, se ha puesto en contacto con el Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente para exponer la incertumbre que ha generado el parón de la actividad.

Solicitamos ayudas para poder hacer frente a la deuda que está generando la falta de ingresos, ya que debemos seguir alimentando a los animales y realizando los cuidados sanitarios y de manejo que este sistema de producción requiere”, reza el escrito que se le hizo llegar al consejero Joaquín Olona, subrayando que dichas ayudas “deberían ser proporcionales al porcentaje de festejos que se suspendan” y, por tanto, dependerán del “tiempo” que se extiendan estas medidas derivadas de la crisis del Covid-19. 

En caso de alargarse este periodo mas allá de mayo o junio, estos ganaderos se verán en la obligación de empezar a reducir costos, llevando todos los animales al matadero y devaluando su sistema de explotación”, añaden los representantes de la ADS, a la espera de que las administraciones tengan consideración con el sector.

Hasta este miércoles, cuando responsables del Ministerio de Cultura se reunieron de forma telemática con representantes de la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (ANOET), la Fundación del Toro de Lidia (FLT), la Unión de Criadores de Toros de Lidia, la Unión de Toreros y la Unión Nacional de picadores y banderilleros de España (UNPBE) para valorar la inclusión de la tauromaquia en el paquete de ayudas que se irán aplicando a las industrias culturales, el Gobierno de España no se había pronunciado al respecto.

En Aragón, fuentes del Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente aseguran que son “conscientes” de la preocupación que existe en el sector, aunque entienden que “habrá que esperar a ver cuál es el alcance que tienen las limitaciones de los espectáculos públicos y si persisten en el tiempo”. En ese sentido, remarcan que esta problemática “afecta al conjunto de España y no solo a la Comunidad”, pero cabe recordar que el territorio aragonés, junto a Navarra, Valencia y las dos Castillas, es el principal núcleo de celebración de festejos populares.

Según los últimos datos ofrecidos por la Dirección General de Justicia e Interior, Aragón celebró un total de 2.200 espectáculos de este tipo en 2019, con la provincia de Zaragoza (1.753 actos) y las Fiestas del Pilar como gran escaparate. “Si la paralización de los festejos se prolonga durante varios meses, habrá que tomar una decisión drástica al respecto. La situación es desastrosa; hemos empezado a llevar animales al matadero -ya ha sacrificado 50 de los 520 adultos que cría en su finca de Villanueva de Gállego- y eso para nosotros es ruinoso”, explica Jesús Marcén, ganadero muy valorado por los aficionados, entre otras cosas, por las encastadas vacas que presenta en los concursos de anillas o roscaderos.

La vaca de la ganadería Hermanos Marcén Romero levantó por los aires a uno de los mozos.
Vaca de la ganadería Hermanos Marcén, en las calles.
Raquel Labodía
"La situación es desastrosa. Hemos empezado a llevar animales al matadero"

Todavía más pesimista se muestra Félix Ozcoz, también reconocido entre la cabaña brava aragonesa. “Solo en alimentación, las 430 cabezas que tengo me cuestan 12.000 euros mensuales. Estamos llevando animales al matadero, pero la carne de estas vacas se nos paga a un precio devaluado de 0,90 euros el kilo. Además, las cámaras se están llenando y llegará un momento en que no se nos comprará nada”, señala Ozcoz, antes de lamentar que, si las sueltas de reses no vuelven a las calles a partir de julio, tendrán que “liquidar” la ganadería.

Vacas de Hermanos Ozcoz en la última mañana de vaquillas
Vacas de Hermanos Ozcoz en una mañana de El Pilar.
Daniel Marzo
"Solo en alimentación, las reses me cuestan 12.000 euros mensuales"

No podemos soportar permanecer un año entero parados y sin ayudas de ningún tipo. Superamos la crisis de 2008, las riadas… pero ahora temo que todo se vaya al traste”, añade un Félix Ozcoz que, junto a su hermano, integra la tercera generación de ganaderos de la familia. “Estaríamos dispuestos a reducir cabezas, pero necesitamos unos mínimos para salir adelante”, concluye, coincidiendo con el sentir de José Luis Marcuello, representante de Los Maños, único hierro de lidia en festejos mayores de la Comunidad.

Toro de lidia, a 500 euros

“Después de pasar el invierno alimentando a los animales, lo que nos está ocurriendo es catastrófico. Criar un toro cinqueño cuesta 5.000 euros y en el matadero se nos paga a 500 si está bien engordado. Todavía no hemos sacrificado ninguno, pero pronto tendremos que hacerlo para poder darle de comer al resto”, indica Marcuello, que está viendo como todas las ferias a las que iba a acudir (en el sur de Francia, fundamentalmente) están quedando suspendidas. 

La novillada de Los Maños se va con las orejas puestas.
Novillada de Los Maños en Zaragoza..
Raquel Labodía
"Sin ayudas, desapareceremos todos"

“Llevamos desde el mes de octubre sin facturar y, cuando veo los animales, me vengo abajo. El problema es a largo plazo y no le veo solución. Sin ayudas, desaparecemos todos”, finaliza Marcuello.

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