en primera persona

Diario de un confinamiento: Astrólogos, profetas y un vaticinio en los adoquines

Día 33. Cada cual lee mensajes encriptados donde quiere. Ojalá Nostradamus nos hubiera enseñado a interpretar las coplillas de los caramelos

Caramelos aragoneses dulces, robustos y tozudos.
Caramelos aragoneses dulces, robustos y tozudos.
Heraldo

Mucho se habla estos días de las profecías que, supuestamente, ya anunciaban esta crisis sanitaria. Tratan de convencernos de que, si leemos del revés y a la pata coja las motas de polvo depositadas en el cofre de piel de unicornio del Santo Grial, se aprecia claramente un versículo en arameo antiguo que dice: "El crepúsculo tendrá hocico oriental". Tate, allí está, el pangolín, Wuhan, la plaga, si es que... ¡Está todo escrito!

Mientras espero la llamada para formar parte del comité científico que asesora al Gobierno –creo que con este sufrido diario no merezco menos– continúo con mis quehaceres y mis miserias cotidianas: leer a Nostradamus, espiar a la vecina, bajar a comprar el pan... Hoy, como botón de muestra de que todo encaja como un puzzle cósmico, en la tienda de frutos secos, me da ha dado un irrefrenable deseo de comprar caramelos. Pero no cualquier dulce ‘random’, sino auténticos adoquines del Pilar. He vuelto a casa orgulloso de atender a mi inopinado impulso y en cuanto me he echado uno a la boca lo he visto claro: las coplas de los envoltorios de los adoquines revelan la verdad.

Una de esas jotas de los caramelos ya predijo las consecuencias de la pandemia allá por 1800. Atiendan: "A mí me gusta el trabajo/pero me aguanto las ganas/porque me sienta mejor/sentarme pa’ no hacer nada". ¿Acaso han escuchado una mejor oda al teletrabajo?

Me he puesto tan nervioso, que he abierto otra de estas golosinas. Esta vez los ripios hacían referencia a las continuas visitas a la nevera: "Por laminero quedó/calvo, cojo y horroroso/y las mozas le decían:/no haber sido tan goloso". ¡Cuánto acierto, cuánta sabiduría! ¡Y cuán difícil es desencajar la mandíbula para saborear dos adoquines de vez!

Como buen periodista, me he visto en la obligación de contrastar mis fuentes varias veces, así que he desenvuelto otro caramelo más: "Te acuerdas, maña, te acuerdas/del día que nos casamos/que se nos rompió la cama/y a poco nos ‘esnucamos’". ¿Lo ven? Aquí se predice el ‘baby boom’ que se avecina el próximo invierno.

Calculo que en media hora me habré zampado 17 adoquines de unos 6 kilos cada cual. Ahora me siento iluminado con el don de la clarividencia. Ahora veo otro vaticinio nada ambiguo y poco críptico: auguro una caries sideral si no vive cerca algún dentista de guardia.

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