el apunte

De suspensiones, procesiones y posibles donaciones

Ricardo Navarro es el presidente de la Asociación para el Estudio de la Semana Santa

Semana Santa. Salida del Calvario / 12-04-2017 / foto: Toni Galan[[[FOTOGRAFOS]]] [[[HA ARCHIVO]]]
Imagen de archivo del Encuentro entre la Dolorosa y Jesús Camino del Calvario
Toni Galán

Toda la sociedad –y el mundo de las cofradías forma parte de ella– es consciente de la situación actual motivada por el coronavirus. Estamos pasando unos días difíciles por el confinamiento, que es imprescindible para vencer esta pandemia. A las dificultades motivadas por el distanciamiento social, se une el drama en el entorno de contagiados, el problema del muchísimo personal expuesto y la desgracia de los numerosos fallecidos.

Todo ello ha motivado para el mundo de las cofradías una situación insólita, extraña, y que nos tiene desconcertados y desubicados. Entre otras cosas, las medidas de la alarma adoptadas por el bien de todos han supuesto la suspensión de una parte importante de la Cuaresma, tanto litúrgica como cultural, y para colmo de males se ha llevado por delante todos los actos de Semana Santa. Aunque esto sea importante para nosotros cofrades, no es nada comparado a lo que puede estar por venir para la recuperación sanitaria y socioeconómica. Pues bien, esta crisis y la suspensión de nuestras procesiones nos ha llevado a articular entre todos los medios para poder celebrar una Pascua que, apoyándose en el mundo virtual, nos permita vivir la Pasión de una manera más íntima e interior.

La maldita pandemia nos ofrece la oportunidad de convertir estos días en una Semana Santa solidaria y que, aparte de la tristeza, quede como un buen recuerdo para los cofrades y la sociedad. Una parte importante del presupuesto de las hermandades se dedica habitualmente a los gastos relacionados con las procesiones: alquiler de baterías, impresión de los programas de actos, adornos florales y otros numerosos conceptos, que algunos ya estaban comprometidos y otros no van a poder materializarse el presente año con el consiguiente ahorro económico.

Tenemos una oportunidad –como cofrades y personas responsables– de ayudar a aquellos que más lo necesitan en la situación actual provocada por el covid19, en unos casos por el agravamiento provocado por la pandemia y en otros, por las necesidades provocadas directamente por el virus.

Pueden presentarse necesidades en algunos de los miembros de las propias hermandades y, además, existen situaciones peculiares: por ejemplo, la Hermandad del Refugio de Zaragoza tiene una de sus principales fuentes de ingresos en la colecta que realiza únicamente el Jueves Santo y que obviamente no va a poder realizarse este año; el Banco de Alimentos está atendiendo más necesidades y a la vez el confinamiento dificulta la recepción de donaciones; la Hermandad de la Sangre de Cristo ha visto disparados sus gastos por los materiales dedicados a la recogida de cadáveres...

Hago mía una reflexión de Antonio Banderas, presidente la Fundación Lágrimas y Favores, galardonada con el premio Tercerol 2019, y pienso que esto hay que leerlo en términos de oportunidad. Este año no hemos podido salir, pero si al año que viene salimos, se habrá incrementado el valor de nuestros titulares, nos sentiremos más orgullosos de arrimar el hombro y acompañarlos por las calles de Zaragoza, porque sabremos que todos serán conscientes de que hemos estado al pie del cañón, al pie de las necesidades de nuestra comunidad cuando más se nos necesitaba. Eso también es la función de las cofradías. Eso es lo que hace que las cofradías brillen un poco más cada año.

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