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Así es la ‘dieta Covid’, la más servida estos días en el hospital Miguel Servet

Por primera vez, un menú específico supera a la dieta basal, la más habitual en el centro hospitalario. Los platos para enfermos con coronavirus son hiperproteicos y fáciles de masticar.

Una de las trabajadoras de la cocina del Servet sirve una ración en un plato.
Una de las trabajadoras de la cocina del Servet sirve una ración en un plato.
Heraldo

Miguel Vera lleva 22 años trabajando en las cocinas del hospital Miguel Servet de Zaragoza. En todo este tiempo, la dieta basal -la que se sirve a los pacientes que no necesitan una nutrición específica- siempre ha sido la más habitual. En los últimos días, por primera vez ha sido superada por un menú especial. Se trata de la dieta 55, conocida como ‘dieta-Covid’, la diseñada para los pacientes con coronavirus. “Esta última semana ha habido días que hemos servido 220 o 230 ‘dietas Covid’, por unas 180 dietas basal. Esto nunca había pasado”, señala el jefe de Hostelería del hospital Miguel Servet.

Cuando comenzaron a entrar pacientes con coronavirus, en el centro hospitalario diseñaron una dieta para ellos. Observaron que, al tener insuficiencia respiratoria, muchos se fatigaban al comer y por eso apenas se alimentaban. La fiebre alta tampoco favorecía el apetito, precisamente. Lo cual era un problema, ya que “para recuperarse, es importante que los pacientes mantengan un buen estado nutricional”, como señala María Teresa Bimbela, enfermera y nutricionista del hospital.

Sabe que la dieta “no va a curar”, pero sí, al menos, puede ayudar “a que no empeoren”. “Sin gasolina, el coche no funciona”, ejemplifica. Se trata de un menú con dos características fundamentales: lleva mucha proteína y es fácil de masticar. “Algunos pacientes dejan de masticar para respirar porque se cansan”, apunta Miguel Vera. El jefe de la cocina explica que el primer plato siempre es una sopa o puré “muy denso” y “con mucha sustancia”. Se potencian con huevos, jamón o pechuga de pollo muy picados, para que entren sin esfuerzo. 

Y en los segundos platos se tira de cosas “fáciles de comer”, como albóndigas o buñuelos, tanto de carne como de pescado. “El objetivo es que con poco, se alimenten”, explica Vera. Este lunes, por ejemplo, en la comida hubo sopa maravilla potenciada con huevo (entre medio y uno por ración) y albóndigas.

El coronavirus, por la experiencia acumulada, también afecta al sentido del gusto. Por eso, se intenta “hacer los platos atractivos a la vista”, para que llamen la atención de los pacientes, apunta Teresa Bimbela. Además, la dieta tiene particularidades como la amplia presencia de líquidos (se da un Aquarius al día), la leche sin lactosa (para mejorar la digestión), los yogures desnatados, los postres astringentes como el plátano o el zumo de manzana para la cena.

Se les reparte un Aquarius al día, un zumo de manzana, leche sin lactosa, yogures desnatados y postes astringentes, como el plátano  

El resultado parece que ha sido bueno. “Los que están más fastidiados igual se dejan la comida, pero en general se la están comiendo muy bien”, apunta Miguel Vera. “Conforme fueron pasando los días, nos iban diciendo que se ha visto cierta mejoría en la nutrición de los pacientes”, ratifica Bimbela.

Estos días de pandemia son especiales para todos, también para las cocinas del hospital Miguel Servet. Aunque pacientes infecciosos hay siempre, es inevitable que ahora se tengan “más precauciones que nunca”, como apunta Miguel Vera. El personal va con mascarilla y guantes siempre, pero ahora además llevan, en algunos casos, pantallas protectoras. “Ahora se presta más atención a todo, porque esta situación nunca la habíamos vivido”, señala el jefe de Hostelería del Servet.

La cocina del hospital es una enorme maquinaria movida por 180 trabajadores. De momento, solo uno ha tenido que estar en aislamiento, y fue por un contacto con un familiar. Es, probablemente, el ‘restaurante’ más grande de Aragón, con cifras mastodónticas. Cuando hay verdura, llegan unos 320 kilos de borraja o acelga (se trata de potenciar el producto de cercanía). Un menú de carne o pescado supone unos 220 kilos de producto. Cada día se gastan unos 70 kilos de cebollas, 200 kilos de patatas, 1.500 yogures, medio palé de leche semidesnatada… “Cuando a las 6.50 llegan los proveedores, no vienen furgonetillas, vienen camiones”, sentencia Vera.

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