“Hemos evitado que 80 personas con patologías tengan que salir a por sus medicinas”

Una de las pioneras ha sido la farmacia zaragozana Irene Aznar que hizo un llamamiento a través de las redes sociales en busca de voluntarios para ayudar a enfermos crónicos, personas mayores o con movilidad reducida.

Equipo y voluntarios de la Farmacia Irene Aznar.
Equipo y voluntarios de la Farmacia Irene Aznar.
Heraldo

De nuevo, las historias de solidaridad se abren paso a pesar de la dureza del confinamiento que actualmente viven miles de personas. Es el caso de la que protagoniza el personal de la farmacia zaragozana de Irene Aznar. Hace unos días, y tras recibir la llamada de una clienta que les rogaba que le acercasen un termalgin a casa, decidieron ponerse manos a la obra para garantizar que no les faltase de nada y, sobre todo, que no tuvieran que exponerse a un riesgo innecesario pues una buena parte de su público son personas mayores, solas o con problemas de movilidad.

La farmacia zaragozana de Irene Aznar ha sido pionera a la hora de organizarse para tratar de hacer llegar sus medicaciones a aquellos que encuentran verdaderas dificultades para salir de casa. Por eso, y aunque desde esta semana Aragón cuenta con un protocolo firmado por los Colegios Oficiales de Farmacéuticos de Aragón y la Consejería de Sanidad para la entrega domiciliaria de medicamentos –con y sin receta médica–, productos sanitarios y productos de salud a las personas que no puedan acceder a la farmacia para retirar su medicación, desde la farmacia de Zaragoza llevan varios días trabajando en ello.

Hace unos días, y tras recibir la llamada de una clienta que les rogaba que le acercasen un Termalgin a casa, decidieron ponerse manos a la obra para garantizar que no les faltase de nada y, sobre todo, que no tuvieran que exponerse a un riesgo innecesario pues una buena parte de su público son personas mayores, solas o con problemas de movilidad.

“Comenzamos a recibir llamadas de clientes preocupados por sus tratamientos, muchos de ellos son crónicos. Por eso decidimos hacer un llamamiento a través de las redes sociales pidiendo ayuda a personas voluntarias y la respuesta fue maravillosa”, reconoce Irene Aznar, dueña de la farmacia ubicada en el 19 de la avenida Tenor Fleta.

Fue hace un par de semanas, y ese mismo miércoles recibieron cientos de llamadas de gente de Zaragoza ofreciéndose voluntaria. “También nos contactaron de la Asociación de Voluntarios de Aragón ofreciéndonos su ayuda. La reacción de la gente fue impresionante tanto por teléfono como a través de las redes sociales”, admite.

Sin embargo, antes de elegir a las personas idóneas para desempeñar esta función, decidieron hacer una selección de personas jóvenes, sanas y con un mínimo de formación sanitaria para garantizar su seguridad así como la de aquellas personas a las que les acercan sus pedidos. “Del total de solicitudes seleccionamos a tres estudiantes de 5º de Medicina que en todo momento se mostraron entusiasmados de colaborar y sobre todo de echar una mano”, admite Aznar.

Este equipo de voluntarios cuenta con un equipo de protección básico formado por una bata, guantes, mascarillas. Además, utilizan un protocolo por el que en cada reparto tan solo se lleva el producto de una persona, depositan el producto en el suelo a una distancia prudencial y nunca mantienen contacto con las personas a las que hacen la entrega. “Gracias a esta iniciativa hemos evitado que más de 80 personas con patologías tengan que salir a la calle a por sus medicinas”, resume la farmacéutica. Entre los productos más solicitados se encuentran el paracetamol y los tratamientos para enfermedades crónicas. “Son cosas que no se pueden dejar de tomar”, recuerda.

Entre los voluntarios se encuentra Fernando Reiné (25), natural de Cádiz y estudiante de 5º de Medicina en la Universidad de Zaragoza como sus otros dos compañeros. “Lo vi anunciado en las redes sociales de una compañera y no me lo pensé, quería ayudar de alguna forma ya que vivo solo y no puedo suponer un riesgo para otras personas”, admite. En su caso, destaca el agradecimiento de las personas a las que ayudan a abastecerse de sus medicamentos. “La mayoría son personas mayores y muy dependientes que, en muchos casos, prefieren no tomar sus medicinas a salir de casa por el miedo que tienen”, asegura.

“Lo más importante es que me siento útil y muy feliz de estar ayudando a gente que lo necesita”, afirma. Junto a él, Marisa Navarro (22), de Tomelloso, Ciudad Real, acudió también a la llamada a través de las redes sociales. “Llevamos un certificado de la farmacia que explica que estamos desarrollando esta labor, y salimos un par de horas por la mañana y por la tarde”, explica la joven.

“Vamos a pie, pues la mayoría son clientes de la zona, y de uno en uno, haciendo en cada viaje un solo pedido”, explica. Igual que su compañero, esta estudiante de Medicina destaca la respuesta de la gente a la que están dando servicio. “Es una situación dura pero estamos haciendo algo bueno, sienta muy bien darles unos minutos de conversación. Se trata de que cada uno aporte su granito de arena para salir de esto”, resume.

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