coronavirus

Cuando la casa hace de cole por el coronavirus

Las familias intentan mantener la rutina y seguir el ritmo de las tareas que les ha marcado el profesorado, incluso con ejercicios de educación física.

La familia Beamonte en casa por el coronavirus
Los hermanos Beamonte Martín, de Zaragoza, en plena faena escolar.
S. Martín

Gael y Miriam, de 9 y 5 años, se sentaron este lunes en la mesa del comedor de su casa de Zaragoza como si fuera una jornada normal de clase en el colegio público Miraflores, dispuestos a vivir su primer día de clase en el hogar. El fin de semana sus padres les explicaron que para frenar el coronavirus van a tener que estar dos semanas sin pisar el Parque Miraflores que tienen a la puerta de casa y han hecho un calendario semanal. Mientras, en Jaca, Auda Lera, una estudiante de Medicina de 20 años de la Universidad de Zaragoza, también estaba desde primera hora delante del ordenador y los libros, preparada para mantener una reunión por Skype con otros cinco compañeros para llevar a cabo una práctica de un caso clínico de psicología que luego enviarán al profesor.

"Desde que el viernes los recogimos en el colegio ya empezamos a prepararnos y compramos material para manualidades, porque estaba claro que iban a cerrar todo", cuenta Laura Alcober, madre de Gael y Miriam, que comparte mesa con ambos mientras teletrabaja. Un tema que intentaron solucionar el fin de semana fue la gestión de conflictos, porque con dos semanas por delante seguro que va a surgir más de uno. "Cada uno nos hemos hecho nuestro cartel para avisar a los otros de cuándo necesitamos estar solos, por la razón que sea. Así, lo colgaremos en la puerta de la habitación cuando querramos estar en nuestro espacio", cuenta Laura.

Este lunes Gael ya tenía la planificación de tareas de su profesor de 3º de primaria que las había enviado por Classdojo, una de las aplicaciones más populares. A lo largo de la mañana se colgaron en una nueva web del centro para poderlas descargar e imprimir. Tenía que terminar la lectura de un libro "¡Qué vienen los marcianos"! que habían empezado en clase, hacer algunas sumas, restas, multiplicaciones y divisiones, repasar naturales y varios ejercicios de sociales. Cada mañana el docente enviará un mensaje con la propuesta diaria. Su hermana Miriam se las tuvo ver con las fichas del fin de semana y con las que sus padres han descargado de internet. 

Haciendo los deberes en casa
Miriam y Gael Cano en el que será su pupitre durante los próximos días.
L. A.

Por la tarde tocó sesión de deporte. "Hemos hablado entre nosotros de que vamos a cambiarnos de ropa para hacerla porque es importante tener la sensación de que cambiamos de una actividad a otra, aunque estemos encerrados entre cuatro paredes", comenta Laura Alcober con ese humor que sin duda hará falta para afrontar esta cuarentena.

"Después de este primer día lo que tengo claro es que vamos a necesitar organizarnos un poco más, sobre todo porque esta situación parece que va a prolongarse más de dos semanas y a lo mejor seguimos así hasta después de Semana Santa". A esta conclusión llegó Sofía Martín tras una mañana en la que convirtió la mesa de la cocina en un aula para sus tres hijos que también estudian en el colegio Miraflores: Pablo, de 11 años y en 6º de Primaria, Diego, de 9 y en 3º y Lucas, de 7 años y en 2º. Ella, maestra de Infantil, intentaba coordinar por teléfono y Whatsapp con su compañera el material que iban a subir para los padres de la escuela en la que trabaja.

Con tres chicos de distintas edades, las necesidades de cada uno son diferentes y Sofía sabe que habrá momentos en los que va a tener que estar pendiente de ellos. "Los dos mayores son bastante autónomos, pero aún así seguro que hay que resolverles alguna duda. Además, va a ser muy difícil que los maestros corrijan individualmente los ejercicios y tampoco sería útil para ellos hacerlo mucho más adelante. La colaboración de los padres va a ser necesaria", apunta.  "Como seguro que voy a tener que estar con ellos dedicaré mas tiempo por la tarde y noche a preparar el material de mis alumnos", señala sobre su personal plan de concialización. El primer día respetaron hasta la media hora de recreo y  echaron partidas al ping-pong en la mesa que tienen instalada en la habitación de jugar.

Algunos alumnos, como los del del colegio concertado de Compañía de María de Zaragoza, tuvieron unas clases más telemáticas. Los estudiantes de 6º de Primaria, por ejemplo, se conectaron a Google Classrromm a las 10.00 para ver un vídeo de ciencias y hacer un mapa mental. Esta cuarentena vuelve a poner una vez más sobre la mesa que la brecha digital sigue existiendo.

Auda Lera, estudiante universitaria de Jaca
Auda Lera, estudiante universitaria de Jaca
Heraldo.es

Las clases virtuales van a ser el pan de cada día durante este tiempo en Jaca para Auda Lera, estudiante de 2º de Medicina en la Universidad de Zaragoza. Se apoderó del despacho de su padre en el hogar familiar desde primera hora de la mañana para intentar cumplir un horario normal y tener las tardes más o menos libres. "Hay profesores que nos han subido en el anillo digital docente los power point con audios explicándolos. Las prácticas tutoriales las vamos a hacer con vídeos y luego nos pasarán unos cuestionarios para saber si lo hemos entendido. Cada uno está tomando sus propias medidas. También los hay que están pensando dar las clases por Instagram desde sus casas", comenta. 

Este escenario no le ha cogido por sorpresa. "Desde finales de febrero algún profesor de  facultad ya decía que se iba a suspender el Congreso de Fisiología que se iba a celebrar a finales de abril, como así fue, y que todos tendríamos que aislarnos en casa". De momento ha borrado los exámenes de su agenda, aunque intenta "avanzar materia" para cuando vuelva la normalidad. 

Los alumnos de sexto de la Facultad de Medicina tomaron la iniciativa de crear una lista de voluntarios para que puedan contar con ellos por si en algún momento necesitan que echen una mano. Aunque los que están en un curso bajo no tienen claro si Salud Pública les verá pertinentes para alguna tarea, se ha apuntado. "Los hospitales están saturados y cualquier ayuda es válida para librar un poco de trabajo a los sanitarios que llevan allí tantas horas de trabajo, aunque no tengamos conocimientos para tratar algo siempre se puede hacer. Es una responsabilidad de todos y cualquier ayuda es buena", concluye Auda.

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