entrevista 

Javier Sierra: "Hay que decidir si el planeta invierte en futbolistas o en investigadores"

El escritor turolense lleva tres días encerrado en su casa de Madrid por la crisis del Covid-19 y lo aprovecha para empezar a escribir un libro de autoficción. 

Javier Sierra, en su domicilio de Madrid, en una fotografía que le hizo ayer su hija Sonia.
Javier Sierra, en su domicilio de Madrid, en una fotografía que le hizo ayer su hija Sonia.
Sofía Sierra

¿Le ha cambiado mucho el coronavirus?

No mucho, porque me dedico a escribir. Si fuera futbolista…

Y eso de tener que quedarse en casa, ¿cómo lo afronta?

Para mí es una oportunidad para romper amarras con el mundo, que es lo que hacemos a veces los escritores para concentrarnos en nuestro trabajo. Soy una persona extrovertida e implicado hace dos años en un proyecto televisivo que me ha tenido viajando por muchos países y haciendo muchas relaciones, pero no encontraba el momento para enclaustarme y meterme en el siguiente libro. Y esta situación casi me ha obligado a ello. Así que si la salud me tenga firme para mí es una oportunidad.

No está mal ver el encierro como una oportunidad…

La palabra crisis viene de un término griego que se escribe igual pero con k, y que significa decisión. De alguna manera, esta crisis me ha forzado a adoptar la decisión de enclaustrarme y yo lo tomo desde el punto de vista de la creación. No me siento con arresto domiciliario, ni nada parecido, sino como algo que tenía que haber hecho antes o después, y las circunstancias de la sanidad mundial me han obligado a adoptarlo.

En sus libros ha buceado mucho en la historia. ¿Hay algo parecido a esta pandemia como fue el cólera o la peste, que nos hayan encerrado?

Esta crisis tiene algo muy novedoso. No nos enfrentamos como algo parecido a la peste porque aquel índice de mortandad era brutal y los muertos quedaban por las calles. Nos ha pillado con una sociedad de la información muy desarrollada y estamos utilizando mecanismos de prevención muy severos antes de que se agrave. Pero sobre todo, estas crisis sanitaria nos va a obligar a un cambio de paradigma. Estamos descubriendo que muchas actividades se pueden hacer por teletrabajo. Hasta ahora apenas un 5% de los trabajos de este país y casi del Occidente civilizado se hacían desde casa. Ahora a la fuerza estamos descubriendo que con la fibra óptica y caudal de información se puede hacer y quizás nos regale convivir más tiempo con la familia. Ahora nos obligan a la conciliación y algunas ahora pueden descubrila.

De lo que estamos viviendo van a nacer muchas novelas, ¿no?

Creo que primero hay que ser testigos de cómo evoluciona todo. No me planteo hacer una novela apocalíptica con un virus suelto por el mundo en este momento. Cualquier incursión desde la ficción sería pobre porque la realidad se impone porque es mucho más rica en detalles que cualquier escritor podía haber pensado nunca. Estoy en la posición de observante y en un proyecto de ficción porque me acerco al medio siglo (50 años), tengo familia con hijos y me obliga mirar hacia atrás para ver de dónde vengo. Esto hice en la serie ‘En otros mundos’ que hemos estrenando en Movistar, peor querría hacerlo en clave literaria. Casi como Manuel Vilas.

Siempre mira a Teruel. ¿La pandemia está separando las grandes de las pequeñas ciudades?

Creo que sí porque sigo las cifras de Teruel y son 14 afectados, unas cifras relativamente pocas, y no hay ningún fallecido. Eso que es una población envejecida con riesgo, pero también hay una atención más cercana. En Teruel todo el mundo conoce a un médico, un policía o un panadero. Las redes sociales son más cercanas y humanas en Teruel que en las grandes ciudades, más deshumanizadas. Vivo en un piso del centro de Madrid y se saludan ahora por las ventanas lo que no hacían antes por las escaleras.

¿Y aplaudieron a los sanitarios?

Sí, claro y lógico. En la cumbre de Ginebra de 1987, Reagan y Gorbachov, en los extertores del final de la Guerra Fría, dijeron que bueno sería recibir una amenaza extraterrestre porque desaparecerían las diferencias entre los dos países. Esto es lo que estamos viviendo ahora, extraterrestre entre comillas y es una amenaza común, que no conoce fronteras, ni raza, ni religión, ni idioma que hablas. Necesitas asociarte con su vecino y enemigo tradicional. Eso es interesante desde el punto de vista humano, como un experimento social, y lo veo desde la atalaya. La actualidad es muy nutricia y la sigo mucho porque parece que van a pasar cosas muy interesantes.

Los chinos han entregado mascarillas a los españoles y a los italianos, pero Trump lo que hizo fue encerrarse de Europa…

Los villanos tendrán que caer por su propio peso. Esto no es una enfermedad que podamos decir que es de China o Europa, sino que es un problema global y hay casos en todo el planeta cuando hay en 149 países, que son casi prácticamente todos. Tenemos un enemigo invisible y hay que recapacitar dónde debemos invertir la riqueza de este planeta, en fichar jugadores de fútbol o en investigación de vacunas. Esta es la reflexión.

¿Cuánto ha salido en el fin de semana y hoy?

Nada. Todavía no he pisado la calle y cuando he necesitado comprar pan he mandado a uno de mis hijos con una mascarilla. Debo tener un gen de monje de clausura. Me siento bien entre mis libros y mis papeles. Es un handicap que vamos camino del buen tiempo y empezará el calor. Las casas no son tan grandes como antes y no todas tienen terraza, por lo que habrá cierto síndrome de claustrofobia, que habrá que superar. Recomiendo leer más que ver la tele, no por arrimar el ascua a mi sardina, sino porque con la lectura se abstraes en otro mundo y puedes respirar aromas que no te da la tele.

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