covid-19

Así viven la reclusión en casa… los que no tienen casa

Las personas sin hogar siguen en la calle pese a las restricciones a la movilidad. El albergue está lleno y atraviesa una situación "complicada" con 110 inquilinos recluidos.

Reparto de comida, ayer, en la parroquia del Carmen de Zaragoza.
Reparto de comida, ayer, en la parroquia del Carmen de Zaragoza.
Oliver Duch

“Quédate en casa” es el mejor consejo que se da estos días. Pero ¿qué pasa con los que no tienen casa? Las personas sin hogar son uno de los colectivos más vulnerables de la sociedad siempre, con y sin el Covid-19. Pero ahora, en plena crisis del coronavirus, lo son más todavía. En Zaragoza, un buen número de indigentes duermen en el albergue municipal, que está lleno y vive una situación “complicada”. Otros lo hacen al raso, como siempre, pese a que teóricamente no se puede pisar la calle salvo que se cumpla alguno de los supuestos que decretó el Gobierno central.

De momento, estas personas siguen durmiendo en sus sitios habituales: cajeros, puentes, porches… El Estado ha decretado que el Ejército colabore en el cuidado de estas personas, repartiendo kits de higiene, alimentación y bebida a los sintecho. La UME también podría habilitar espacios espacios para ellos.

De momento, siguen en la calle. Como siempre, pero con una emergencia sanitaria que lo invade todo. No se les puede mandar a casa porque no tienen, y los centros de acogida están saturados. Estos días Cruz Roja, en colaboración con la parroquia del Carmen, reparte envases de comida a las 10 o 15 personas que tienen controladas que nunca recurren la ayuda social. Normalmente, son personas que con lo poco que sacan en la calle comen algo en algún bar, pero ahora estos están cerrados.

Susana Royo, subdirectora de intervención social de Cruz Roja, señala que la crisis del coronavirus es la guinda para las persona que viven “en la situación de más extrema vulnerabilidad”. “Para muchos es como... ‘¿qué más me puede pasar?’. Les cuesta entender lo que pasa”, señala.

En la parroquia del Carmen ayer dieron unas 200 comidas, la cifra habitual. Eso sí, a la gente que tiene una vivienda o una habitación se les sirvió en envases para llevar. A las personas sin hogar se les sirvió en el comedor, aunque manteniendo las distancias mínimas exigidas por seguridad.

Ramón Maneu, delegado parroquial del centro, señala que “si todos estamos alterados por esta situación, ellos más”. Según señala, están pendientes de los movimientos de la UME, para ver si despliega algún dispositivo para los sintecho. No obstante, advierte de que son personas “que están acostumbradas a la calle y que en muchos casos tienen problemas de salud mental”. “Si de repente pasan de la calle a una tienda, pueden acabar de los nervios”, apunta.

Mientras, en el albergue municipal viven momentos difíciles. Estos días hay dentro 110 personas. No pueden admitir a más. Teóricamente, nadie puede entrar y salir, lo que crea “situaciones complicadas”, como señala Charo Jiménez, su directora. “Son personas que están acostumbradas a vagar todo el día por la calle, por todos sitios y a todas horas, así que estar recluidos aquí es difícil para ellos”, añade.

“Son personas que están acostumbradas a vagar todo el día por la calle, por todos sitios y a todas horas, así que estar recluidos aquí es difícil para ellos"

Los responsables del albergue dejan salir a los usuarios si tienen que salir al médico o a por tabaco, pero tratan de evitar (con dificultades) las estancias prolongadas fuera. “Les decimos que no salgan, que la policía los va a traer de vuelta… Hay quienes lo entienden y colaboran, pero con otros es más difícil”, explica Jiménez.

Con el lleno total, resulta casi imposible mantener las distancias recomendadas para evitar contagios. Y más en días de lluvias como el de ayer, en los que no se puede salir al patio. En los próximos días se va a intentar instalar una carpa. “Cada poco tiempo tenemos que decir que se pongan a un metro, andamos todo el día así”. Jiménez admite que la situación es “complicada” en el edificio de la calle Alonso V. “En la convivencia hay dificultades porque quieren salir, tienes que intervenir… Y todo manteniendo las distancias en espacios reducidos”, explica.

"En la conviviencia hay dificultades porque quieren salir, tienes que intervenir..."

De las 110 personas que hay en el albergue, la mayoría cuentan con habitación individual, pero 28 de ellas comparten espacio en los barracones habilitados durante la época del frío. Se iban a clausurar, pero se han dejado por esta crisis sanitaria. Allí, duermen en literas en un espacio compartido, aunque su aforo de 40 inquilinos se haya reducido.

Jiménez señala que de momento la situación se lleva “bien”, y recalca que tienen el apoyo de cuatro enfermeros, pero teme el paso de los días y que el confinamiento se alargue. Y, por supuesto, le preocupa que entre el virus en el albergue. Pese a ello, señala que de momento “no hay riesgo de cierre”. Por su parte, el concejal de Acción Social, Ángel Lorén, ha querido agradecer a los profesionales de este equipamiento y del Refugio por "su admirable trabajo" en estos días complicados.

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