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Teresa Ibáñez: “En Italia estamos viviendo una situación de película, romper el aislamiento puede suponer la cárcel”


Primeras horas de aislamiento en Italia. Varias aragonesas nos cuentan cómo se viven estos momentos.

Teresa Ibáñez, zaragozana y residente en Turín.
Teresa Ibáñez, zaragozana y residente en Turín.
Heraldo

Italia aprobaba este miércoles por la noche el bloqueo total del país, con el cierre de todos los negocios, a excepción de los que ofrecen servicios de primera necesidad, como supermercados o farmacias. Una medida que se sumaba a las adoptadas el pasado lunes, cuando el país daba un paso inédito para la contención del coronavirus en toda Europa. El primer ministro, Giussepe Conte, anunciaba entonces el aislamiento completo de Italia quedando prohibidos los desplazamientos en todo el territorio. 

Por su parte, España tomaba la determinación de prohibir los vuelos entre ambos países. Y son muchos los aragoneses que residen en el país italiano y que han decidido quedarse a pesar de la situación que atraviesa, pero ¿cómo se está viviendo la situación?

Teresa Ibáñez (48) es vecina de la capital aragonesa y residente desde hace 15 años en Turín, donde trabaja en el sector de las antigüedades. Asegura que la situación es “complicada”. “Era algo que se veía venir debido al rápido aumento del número de contagios en los últimos días”, opina. Tanto ella como su pareja e hijos permanecen confinados en casa, trabajando a distancia o asistiendo a clases on line. “Tan solo puedes abandonar el domicilio por trabajo, una visita médica u otra razón de causa mayor”, añade.

¿Y qué pasa si no se cumple esta restricción? “Según nos han informado puede suponer desde un arresto de hasta 3 meses, una multa de 206 euros o una pena de cárcel de uno a doce años”, asevera. Aunque la situación no es de pánico, asegura que el nerviosismo se ha instalado en las calles de Turín, donde se mantiene la distancia mínima de un metro entre personas. “Parece que estamos viviendo una situación de película, nos ha pillado un poco de sopetón”, reconoce.

Mayte Angoy, vecina de las Las Fuentes, vive en Piamonte.
Mayte Angoy, vecina de las Las Fuentes, vive en Piamonte.
Heraldo

Sin embargo, esta aragonesa asegura que prefiere asumir estas medidas que vivir la situación que atraviesa su país de origen: “Parece mentira que no se hayan tomado medidas hasta ahora. Espero que no se llegue a nada parecido a esto”. 

Por su parte, Mayte Angoy (51), vecina del barrio de las Fuentes y residente en Piamonte desde hace dos décadas, trabaja como agente inmobiliario. “La sensación es muy rara. Han cerrado cines, teatros, museos y gimnasios. Y se han cancelado eventos religiosos, bodas y funerales”, admite.

Por otro lado, Angoy asegura que las fuerzas de seguridad del Estado realizan controles periódicos para comprobar que se cumplen estas normas, incluyendo controles de carretera. “En mi trabajo ya hemos empezado a notarlo. Los clientes han estado todo el día anulando citas. En el instituto de mi hija han empezado con las lecciones vía web”, añade. Se trata de una serie de medidas que encabezan la guerra de Italia contra el coronavirus y que permanecerán vigentes, por ahora, hasta el 4 de abril. “Está todo desierto. La gente se desplaza lo mínimo. En dos o tres días estará todo cerrado”, admite.

Marta Kurtz Cabello, estudiante de Medicina de Luceni.
Marta Kurtz Cabello, estudiante de Medicina de Luceni.
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Este mismo lunes el ministro italiano, Conte, anunciaba que la suspensión de la actividad didáctica en las escuelas y universidades –puesta en marcha el 24 de febrero- se prorrogaba hasta, al menos, el 3 de abril. Entre las afectadas se encuentra Marta Kurtz, estudiante de 5 de medicina y vecina de Luceni, en Zaragoza, que actualmente está de Erasmus en Módena, ciudad ubicada en la inicialmente apodada ‘zona roja’.

“Vivo con dos compañeras que estudiaban enfermería que se han ido, ya que por causa del coronavirus Covid-19 no les aseguraban poder terminar sus prácticas en el hospital”, afirma la joven, que asegura que su día a día ha cambiado “muchísimo”. Sin clases, sin prácticas en el hospital y sin espacios de ocio. Además, explica que la preocupación que persigue a la gente en Italia tiene más que ver con las consecuencias del virus que con la propia propagación de la enfermedad, ya que la vida social se ha paralizado por completo.

En opinión de la joven, se trata de “medidas de contención muy serias” que, sobre todo, han contribuido en despertar el pánico entre la ciudadanía, ya que la situación general en Italia es de “relativa calma” a pesar de las noticias que nos llegan. “Muchos de nuestros compañeros se han vuelto a España un poco agobiados y con pánico por esta situación sin ser conscientes de que allí está pasando lo mismo pero con una semana de retraso”, opina.

Una situación de relativa calma

Algo parecido opina Aroa Moreno, profesora de español en la Universidad de Milán, donde reside desde hace 14 años. Natural de Binéfar vive con su pareja, también profesor, y su hijo de un año. “Ahora trabajamos los dos desde casa y es un poco lío con el pequeño pero nos apañamos”, reconoce. Además, recuerda cómo el primer día -como recientemente ocurrió en España- muchos italianos se lanzaron a los supermercados en busca de alimentos y se agotaron las mascarillas. “Ese día se vaciaron muchos lineales pero al día siguiente estaba todo lleno de nuevo”, afirma.

Aroa Moreno.
Aroa Moreno es profesora en Milán.
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Sin embargo, a pesar del caos inicial, hoy se encuentran en una situación de “relativa calma” dentro de lo que suponen las medidas adoptadas: “Todos parecen estar bastante tranquilos, conscientes de la necesidad de tomar precauciones y sabiendo que si no perteneces a una categoría de riesgo no pasa nada”.

Fuera de eso, reconoce que su vida diaria no ha cambiado demasiado desde este lunes. “Al principio estas medidas parecían exageradas, aunque ahora empiezan a entenderse. No es tanto por la letalidad como una medida ante la falta de medios para atender a tantos enfermos”, puntualiza Moreno, que valora positivamente las medidas. “Por lo demás, tratamos de llevar una vida lo más normal posible, bajando al parque con el niño y el perro aunque hemos tenido que anular un viaje a la montaña”, concluye.

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