8m. 'La mujer en el medio rural'

Una pastora de Benasque en los Alpes: "En el valle solo estaba mi madre. En Francia somos un montón y de todas las edades"

La aragonesa Nuria F., de 31 años, trabaja como pastora en los Alpes. Cuenta que allí hay muchas mujeres en el oficio y que a ningún ganadero le resulta "chocante" que vaya una mujer a cuidar del ganado. 

En la imagen, Nuria de pastora en los Alpes franceses.
En la imagen, Nuria de pastora en los Alpes franceses.
HA

Para Nuria F., de 31 años, el pastoreo más que un oficio es un "modo de vida". El que ha llevado desde que era una niña, junto a sus hermanos y sus padres en el valle de Benasque; y el que ha querido continuar después en los Alpes, adonde llegó en busca de oportunidades. 

"Me vine a Francia hace siete años buscando trabajo con los caballos, pero como no encontraba de eso, porque el nivel de estudios que exigen aquí es más alto para todo, acompañé a mi hermana que iba a probar de pastora. Cuando empecé a trabajar con las vacas y las ovejas me di cuenta de que echaba mucho de menos esto, estar con los animales y en el campo", relata esta joven aragonesa, la benjamina de seis hermanos, de los cuales cuatro han seguido el oficio que les enseñaron sus padres. 

En el valle de Benasque, donde crecieron todos ellos, el mejor referente para ella ha sido su madre, la única pastora que ha conocido en este valle. "Aquí en Francia siempre ha habido mujeres. Cuando empezó mi madre, con 18 años, eran casi la mitad. Ahora, cuando hacemos reuniones de pastores, estamos casi más mujeres que hombres. Yo llevo siete años en Francia, y en España no sé cómo será, pero aquí no es chocante ir a una entrevista de trabajo porque seas mujer", relata esta joven, que quiso abrir horizontes y buscar nuevas oportunidades. 

"Oí que había una pastora en el valle, pero yo no he conocido a otras españolas. En Francia hay un montón, de mi edad o más mayores"

Ahora vive en una pequeña aldea alpina a 1.200 metros de altura. "Hace dos años que estoy aquí sedentaria, entre Gap y Briançion. De momento estoy bien en Francia porque hay mucho trabajo aquí, mientras que en España de ganadería no hay tanto...", señala. 

Nuria empezó a trabajar como pastora cerca del mar, en la localidad francesa de Arlés -conocida por inspirar las pinturas de Van Gogh-. "Antes trabajaba sobre todo para trashumantes y cuando acababa me volvía para España. Estas personas suelen estar en los Alpes en verano, luego bajan hasta el mar y vuelven a subir despacito a las montañas", señala. 

Al hacer balance, Nuria confiesa que el oficio es algo que le viene de familia, aunque reconoce que en las entrevistas de trabajo prefiere omitir el dato y que la contraten por méritos propios. "Donde estoy yo, la mujer es un pilar fundamental en esta profesión y en España espero que también lo sea porque el pastoreo es algo que puede hacer tanto un hombre como una mujer. Está claro que para ciertas cosas igual yo voy a tardar un poco más o me las voy a ingeniar de un modo diferente, pero funciona de la misma manera", apunta esta joven pastora, que no cambiaría el vivir en las montañas por ninguna otra cosa. 

"Creo que hay una parte de la vida que se vuelve sencilla cuando estás en la montaña"

A Nuria le cuesta encontrar las palabras para explicar lo bonito que es ser pastora de alta montaña. Tampoco recuerda el motivo que la llevó a elegir este oficio, pero sí las anécdotas. "Creo que tomé la decisión cuando vine a Francia. Para serte franca, cuando tenía 14 años subí por última vez con mi padre a la montaña y le dije: 'yo jamás haré esto'", cuenta entre risas. Luego, al acompañar en la experiencia a su hermana, se dio cuenta del modo de vida que quería para ella. "Nunca me he planteado por qué lo hago. Sé que me gusta y eso es todo... Creo que hay una parte de la vida que se vuelve sencilla. Cuando estás en la montaña, que estás desconectado de la realidad, tus preocupaciones son simples: el cuidar el ganado o elegir dónde lo llevo a pastar es fácil para mí. A la noche, por ejemplo, tengo que buscar agua o hacer un fuego. Aquí se simplifica la vida. No es solo el trabajo; me he criado dentro del pastoreo y es el modo de vida que me gusta", dice convencida. 

Una imagen de los Alpes facilitada por Nuria.
Una imagen de los Alpes facilitada por Nuria.
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Desde que llegó a los Alpes, hace dos años, esta aragonesa trabaja a temporadas. Suele estar un verano en la montaña, en torno a cuatro meses y medio, y luego el invierno trabaja también con las ovejas y las vacas en las cuadras. "Allí les das de comer, estás en la paridera, donde los corderos nacen... Las ovejas y las vacas no son mías, yo trabajo para alguien. Pero sí tengo tres caballos, perros, gallinas, ocas que subimos también a la montaña. Antes curraba siempre sola y ahora trabajo con mi pareja. Hacemos la montaña juntos y el resto del año cada uno por su cuenta", explica. 

En Francia, con el tema del lobo, Nuria reconoce que es muy "fácil" trabajar a dos porque así entran dos sueldos en casa. "El estado paga al ayudante de pastor y hay medidas de protección, que dicen aquí. Estas subvencionan, además de los sueldos, la compra de mastines, las croquetas para alimentar a los perros que protegen al rebaño, las mallas para cerrar las ovejas a la noche, etc. Hay un tanto por ciento destinado para eso y luego existen herramientas para asustar al lobo, aunque la mayoría no funcionan porque los rebecos se acostumbran a ellas", comenta. 

Nuria F., de 31 años, es pastora desde hace años en los Alpes franceses.
Nuria F., de 31, es pastora desde hace dos años en los Alpes franceses.
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Al hablar de la conciliación, Nuria reconoce que es un oficio complicado. "En cierto modo es un trabajo que si tienes niños puedes llevártelos, pero a la vez son muchas horas que no se cuentan. Cuando estás por las montañas son cuatro meses sin parar. Ahora cuando bajamos hacia el sur, fuera de la montaña, empieza a haber ganaderos que dan días de fiesta, pero antes no tenía nunca. Es bastante difícil socializar, aunque poco a poco algo se mueve, pero no quita que son muchas horas", confiesa. Lo que le lleva a ser optimista es el ejemplo de sus padres, que tuvieron y criaron a seis hijos en el valle de Benasque

"Nosotros estábamos mucho con ellos. Luego no quita que debió ser muy duro porque es un trabajo muy físico, que cansa y más si tienes niños… Aun con todo, cuando éramos pequeños, el trabajo de nuestros padres era nuestro modo de vida", afirma. Por el momento Nuria no se ha planteado volver al valle. No porque no le guste, sino por las oportunidades laborales. Dos de sus hermanos trabajan aquí de pastores. Su padre, de 63, sigue en Benasque; y su madre pastorea todavía "un poquito" en Francia. "Yo lo echo de menos y vuelvo todos los años o lo intento. Entre nosotros los hermanos compartimos muchas cosas. Ya de base siempre hemos tenido muy buenas relaciones, además con el mismo trabajo siempre hay algo de qué hablar. Antes solía ir a verlos en cuanto tenía fiesta. Ahora intento hacerlo una vez al año, y sí, lo echo de menos, pero pienso que algún día volveré", dice con nostalgia. 

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