Misión humanitaria

Diez años del terremoto de Haití: La estela de vida que dejó el buque 'Castilla'

Se han cumplido diez años del devastador terremoto de Haití. Durante 4 meses, la misión humanitaria del buque "Castilla" en la zona de Petit Goave se dedicó a salvar vidas. Allí viajaban el comandante pediatra Juan Antono Lara (ahora coronel, recién nombrado director del Hospital Militar de Zaragoza)  y los capitanes (hoy comandantes)  Carlos Rodrigo (médico de familia) y Félix Naranjo (enfermero), todos destinados en Aragón.  

Diez años del terremoto de Haití: la ayuda del buque Castilla
A la izquierda,  Juan Antonio Lara ausculta a un bebé en Petit Goave. Arriba, el capitán Félix Naranjo, trabajando en el buque Castilla. Debajo, Carlos Rodrigo, pasando consulta en la montaña. Fotos tomadas en su misión de 2010 tras el terremoto de Haití
Heraldo.es

El 12 de enero de 2010, Haití sufrió el terremoto más devastador en 200 años. Decenas de miles de personas (316.000, según estimaciones oficiales) perdieron la vida a consecuencia del seísmo. Una de las víctimas mortales de aquella tragedia fue la zaragozana Rosa Crespo Biel, subinspectora de policía que se encontraba en Haití realizando labores de escolta de un alto cargo de las Naciones Unidas que también murió en el seísmo.

Una misión humanitaria española trabajó durante meses para ayudar a los supervivientes. Estuvo integrada por 450 militares de la Agrupación Hispanialo, a bordo del buque Castilla, 37 miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) para búsqueda de supervivientes y 15 vuelos con 144 toneladas de carga desde Torrejón de Ardoz, según los datos publicados en febrero pasado en la Revista Española de Defensa.   

El personal militar destacado en Haití trabajó sin descanso para reconstruir la devastada isla. Durante cuatro meses, montaron campamentos médicos, llevaron asistencia sanitaria a los sitios más recónditos, atendieron a los pacientes a bordo del barco, levantaron potabilizadoras ... En definitiva, no pararon de salvar vidas. En aquella misión llegaron a la zona haitiana de Petit Goave, a bordo del buque 'Castilla', tres militares procedentes de Aragón que relataron su experiencia en un reportaje publicado en la edición impresa de HERALDO DE ARAGÓN el 30 de mayo de 2010. Se trata del entonces comandante pediatra Juan Antonio Lara, ahora coronel recién nombrado director del Hospital Militar de Zaragoza; el capitán médico Carlos Rodrigo y el capitán enfermero Félix Naranjo (ambos comandantes en la actualidad).  

Este es el reportaje que publicó HERALDO:

La estela de vida del buque 'Castilla'

Una mañana de febrero, el comandante pediatra Juan Antonio Lara atendía empapado en sudor, como cada día, a decenas de niños en su consulta improvisada (una mesa bajo una palmera, a prueba de terremotos) en la ciudad haitiana de Petit Goave. De pronto llegó una madre exhausta con un bebé en brazos. "La mujer apenas podía hablar, tenía la lengua seca, los ojos sin brillo...". El pediatra le ofreció una silla y lo que más necesitaba para recuperar el aliento: agua, un batido y unas galletas. Y centró su atención en el niño: sufría malaria, pero su madre lo había llevado a tiempo, respondió al tratamiento y pudo curarse. De repente, todos se preguntaron cómo había llegado aquella mujer en ese estado, al borde de la deshidratación, hasta el campamento médico de los militares españoles. Supieron que había caminado toda la noche con su hijo en brazos desde su pueblo en las montañas, donde había llegado la noticia de que "los españoles" -los más queridos por la población haitiana- habían llegado a Petit Goave. Ese día, los mandos del buque anfibio de la Armada 'Castilla' del Ejército español decidieron que sus helicópteros se trasladaran con una clínica móvil hasta las montañas para llevar la asistencia médica a los sitios más recónditos, donde todavía no habían visto un médico tras el devastador terremoto del 12 de enero.

Caminó toda la noche con su bebé enfermo en brazos desde las montañas al saber que "los españoles", los más queridos por la población haitiana, habían llegado a Petit Goave 

El comandante pediatra Lara , el capitán enfermero Félix Naranjo, (ambos destinados en el hospital Militar de Zaragoza), y el capitán médico Carlos Rodrigo, de la Unidad Médica Aérea de Apoyo al Despliegue de la capital aragonesa, pudieron por fin abrazar a sus hijos el pasado día 21, cuando regresaron de su misión humanitaria en Haití a bordo del buque Castilla junto a otros 450 militares. Y contarles historias de final feliz, como la de la madre y su hijo enfermo, y otras más tristes. Han sido cuatro meses intensos, "la misión en la que más he trabajado y más he visto trabajar tanto al personal sanitario como a los zapadores y demás infantes de marina... a todos sin excepción". Lo dice alguien con conocimiento de causa: el capitán Naranjo, que ya vivió las consecuencias de la guerra de Bosnia en 1993, del terremoto de Cachemira y del conflicto de Afganistán. Y lo corrobora el capitán Rodrigo, con experiencia en Kosovo, Afganistán y la Antártida.

En Haití han trabajado sin descanso, de sol a sol y también por la noche -el hospital de la ciudad, el Notre-Dame, solo atendía a los pacientes de día-. Y seguro que en Petit Goave los echan de menos niños como el que cada día esperaba al capitán Rodrigo, y con los que compartían las galletas del desayuno cuando regresaban a tierra tras dormir en el buque.

"Es la misión en la que más he trabajado y más he visto trabajar tanto al personal sanitario como a los zapadores y demás infantes de marina... a todos sin excepción"

El accidente, el peor trago

Esa entrega continua permitió dar asistencia médica tanto en el hospital a bordo del buque Castilla, donde estuvieron ingresados en ese tiempo 83 pacientes graves, como en la ciudad de Petit Goave, donde instalaban la improvisada consulta médica, así como en los puntos montañosos de Source Pineau y Vercher, gracias a las clínicas móviles trasladadas en helicópteros de la Armada. Esa era, entre otras, la función de los cuatro militares fallecidos en el accidente de helicóptero que tuvo lugar cuando regresaban de Santo Domingo, la peor pesadilla vivida por los miembros de la expedición del 'Castilla'. "Teníamos una relación muy estrecha con ellos. A Félix y a mí nos tocó rescatar los cadáveres. No pasa ni un solo día sin que me acuerde de ellos y, sobre todo, de sus hijos y sus mujeres", afirma Juan Antonio Lara .

El equipo médico incluía, además del pediatra, el médico de familia y los enfermeros -formaron a varios haitianos-, un ecógrafo portátil, un ginecólogo, un radiólogo y una odontóloga. También vacunaron a 21.500 personas: a los adultos les inmunizaron contra la difteria y el tétanos, y a los niños, además, contra la tosferina, el sarampión y la rubeola. Sus compañeros de Infantería Marina potabilizaron agua, instalaron luz eléctrica durante doce horas por la noche, y desescombraron Petit Goave para devolver la circulación y la vida a sus calles.

"Las haitianas no se creían que las madres españolas tenían que obligar a sus hijos a comer"

Al llegar a Haití esperaban encontrar una población desnutrida, pero en la zona de Petit Goave no falta comida: hay frutales por doquier, sobre todo mangos y cocos, que les aporta calorías. Pero es una dieta desequilibrada carente de proteínas. "Las haitianas no se creían que las madres españolas tenían que obligar a sus hijos a comer", apunta el pediatra.

Lo que encontraron fueron las enfermedades propias de la miseria y la falta de higiene y agua potable: dengue y diarreas, tiñas y otras enfermedades de la piel, lombrices. Y, sobre todo, casos de malaria que los equipos médicos paliaban suministrando clorofila "a toneladas". Gracias a las potabilizadoras de agua, la situación mejoró hasta prácticamente erradicar las diarreas y la tiña.

"Curabas a los chavales y salían disparados a subirse a un árbol para regalarte un mango"

Salvaron a muchos niños y curaron a cientos de adultos, aunque hubo tristes excepciones: un niña de un año que sufría malaria cerebral falleció tras estar ingresada varios días con respirador en una de las ucis del barco en las que el capitán Naranjo trabajaba de enfermero. Fue la única en morir a bordo. A los pocos días, la madre les llevó una cesta labrada con cáscara de coco, en agradecimiento por haber cuidado a su niña.

Porque el pueblo haitiano es extremadamente agradecido, increíblemente feliz entre tanta dificultad, y con una capacidad de sufrimiento infinito: cuando operaban o curaban a niños enfermos, no se oía ni un lamento. Ni siquiera cuando amputaron el sexto dedo de la mano a un pequeño con esta malformación. "Curabas a los chavales y salían disparados a subirse a un árbol para regalarte un mango", relata Lara .

Su misión ha sido muy dura, pero también reconfortante. Les ha hecho apreciar más la vida. Por eso aseguran que no son los mismos que subieron al buque en Rota para partir a Haití.

A bordo del buque

Historias que compensan

"Saludos a los niños de España. Mi hija Patricia, de 12 años, lleva cuatro meses esperando que su padre regrese de Haití y le cuente historias de este hermoso país caribeño. Muchas de estas historias tienen como protagonistas a los niños, ya que soy pediatra. Todas las mañanas salimos del barco grande (el 'Castilla') subidos en otro barco más pequeño (le llamamos LCM). En la playa, unos todoterreno que nos llevan a un palmeral donde ponemos unas mesas portátiles que nos sirven de consulta. (...). La niña con leucemia que enviamos a Santo Domingo, los niños con cardiopatías que rescatamos en helicóptero en las montañas y que están pendientes de venir a España a ser operados, las 25.000 vacunas que evitarán muchas enfermedades que aquí es como decir muertes…todas estas historias son las que justifican el esfuerzo de mi hija Patricia de estar nuevamente cuatro meses sin su padre, y de los hijos de mis 450 compañeros".

*Extracto de un escrito del comandante Juan Antonio Lara a bordo del buque 'Castilla'

(Reportaje publicado en la edición impresa de HERALDO el 30 de mayo de 2010)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión