ARAGÓN

El Santo Grial más verosímil es el que llegó a Huesca 

Nuevas investigaciones documentales y paleográficas refrendan que el Santo Cáliz de Valencia que durante siglos se custodió en Aragón es el que más visos tiene de ser auténtico.

Gabriel Songel, catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia, ha estudiado a conciencia todos los detalles iconográficos del cáliz.
Gabriel Songel, catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia, ha estudiado a conciencia todos los detalles iconográficos del cáliz.
Heraldo

Es un documento del siglo XI el que se esgrime como prueba. Un manuscrito, a buen recaudo, en el relicario del monasterio de San Juan de la Peña de Huesca. Este texto tiene la referencia más antigua que se conoce al Santo Cáliz que se conserva en la catedral de Valencia y que durante siglos se guardó en Aragón. Esta copa sagrada es la que los expertos consideran que tiene más posibilidades de ser la que utilizó Jesucristo en la Última Cena y un estudio recién publicado por el investigador Gabriel Songel así lo refrenda. El catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia ha pasado seis años analizando las inscripciones en el cáliz que llegó a Huesca en el año 258 gracias a la intercesión de San Lorenzo. En el libro ‘El cáliz revelado’ (editorial Tirant lo Blanc, 2020), Songel explica que en la base de la copa hay un pequeño texto en escritura árabe cúfica que en su día se tradujo por "resplandeciente". Sin embargo, si se considera que puede tener un patrón de diseño especular, también se leería a la inversa en hebreo "Dios, el Salvador". Además, el profesor relaciona también las monedas acuñadas en la época de Sancho Ramírez con la escritura del cáliz y adelanta la primera referencia al mismo en unos 300 años. Con estos descubrimientos, el estudio no hace sino dar la razón a lo que el profesor Antonio Beltrán ya publicó hace 60 años: el cáliz de la catedral de Valencia –que se custodió en San Pedro de Siresa, San Adrián de Sasabe, San Pedro de Jaca y la Aljafería de Zaragoza, entre otras localizaciones aragonesas– es el más verosímil de todos los que se disputan el título de ser el auténtico. Al menos, no existen evidencias contra la posibilidad de que esta copa de ágata cornalina no la usara Jesucristo poco antes de despedirse de sus apóstoles.

"Lo que está claro y nadie ha podido rebatir hasta ahora es que la copa superior del cáliz de Valencia es una piedra ágata que solamente se localiza en el entorno de Palestina. Además, fue tallada de una forma muy especial en torno al siglo primero de nuestra época", apunta el catedrático levantino, que presentó el pasado lunes las conclusiones de un estudio que "confirma los datos que aparecen en la tradición oral de San Lorenzo".

Los demás cálices que reivindicaban ser los usados por Jesucristo "han ido cayendo porque no han pasado el filtro arqueológico: o eran muy posteriores o tenían otra finalidad", añade el especialista, que explica que la copa original se fue adornando durante la Edad Media –con las asas de oro y la base de cuenco invertido– "para realzar lo que significaba". "En el siglo XI todavía no se daba el fenómeno de la ostentación de las reliquias. Era algo íntimo que pertenecía a las familias", comenta, al tiempo que explica que fue más avanzada la Edad Media cuando se comenzó a mercadear con sudarios, astillas de la cruz y otros ‘recuerdos’ de la Pasión.

Las nuevas indagaciones

El primer hallazgo "sorprendente" de Songel fue comprobar que la composición del cáliz, tal cual lo conocemos actualmente, sigue un patrón estilístico relacionado con las marcas de los canteros: la minúscula inscripción de 17 milímetros de su base se hizo con el mismo patrón de retículas compositivas. Posteriormente, la investigación le permitió vincular la reliquia con la Corona de Aragón al descubrir la coincidencia de la moneda acuñada por el rey Sancho Ramírez con la estructura del cáliz, ya que sus asas "son la curva de la planta del tronco de Jesé que aparece en la moneda", si bien en lugar de la copa lo que se acuñó en la parte de arriba es una cruz.

Mediante una análisis de la paleografía, la numismática y los códices antiguos, Songel cribó los iconos del grial y ahondó sobre el fenómeno de la transliteración entre el árabe y el hebreo medieval. La citada interpretación de una misteriosa inscripción como "Dios, el Salvador" le hace pensar que el posible autor fuese el judío converso Pedro Alfonso, conocedor del hebreo y el árabe, y con acceso al cáliz y a los reyes aragoneses.

Hasta la fecha, las menciones al cáliz se remontan al primer canon romano de misa del siglo II y, muy posteriormente, al documento de 1399 por el que Martín el Humano reclama la reliquia a los monjes de San Juan de la Peña. Songel, sin embargo, asegura que en un relicario del monasterio hay un documento que debió confeccionarse en el siglo XI con motivo de la coronación de Pedro I de Aragón y en el que unos acrósticos (la imagen de la derecha) mencionan –indirectamente– el cáliz.

¿Sirven todos estos datos para corroborar que el santo cáliz de Valencia es el auténtico? Realmente no. Y es poco probable que en el futuro se encuentre una prueba rotunda y definitiva que así lo diga. "Nunca se podrá saber si este cáliz estuvo en las manos de Jesús, pero sí tiene todas las características", afirmaba recientemente Jaime Sancho, canónigo de la catedral de Valencia, si bien el arzobispado nunca ha permitido que "se manipule" el vaso para hacer una serie de pruebas científicas que hubieran ayudado a acotar mejor su datación. Tampoco el Vaticano se ha pronunciado nunca sobre la supuesta autenticidad de la reliquia, si bien el hecho de que el papa Benedicto XVI la utilizara durante su visita a España en 2006 lo interpretan algunos como un "gesto de reconocimiento".

El minucioso profesor Beltrán

El autor del más exhaustivo estudio arqueológico –el primero realmente serio– del Santo Grial que se guarda en Valencia fue el profesor Antonio Beltrán Martínez (Sariñena, 1916-Zaragoza, 2006). El sabio, que durante décadas colaboró en HERALDO, analizó en 1960 pormenorizadamente el cáliz y concluyó que está formado por tres partes distintas, todas de diferente época. Según su estudio, la copa superior de ágata "pudo estar en la mesa de la Santa Cena" y "pudo ser la que Jesucristo utilizó para beber, consagrar o ambas cosas". Beltrán considera que cabe dentro de la lógica que Jesús usara en la cena pascual de los judíos un vaso de uso común que el anfitrión de la cena ofrecería. Según su hipótesis, se trataría de la mejor vajilla que poseyese y por eso encaja que fuera de piedra fina. Deduce también que Pedro u otro apóstol debieron de guardar el vaso, dado lo trascendental del momento.

El catedrático Manuel Martín-Bueno, que participó hace unos años en un congreso internacional sobre el Santo Cáliz, intentó que el Arzobispado de Valencia permitiera hacer un muestreo rápido e inocuo a la pieza, pero la Iglesia se negó a que la copa fuera trasladada a los laboratorios. El resultado –de todas formas– tampoco hubiera sido concluyente porque al tratarse de una roca no se puede echar mano de las técnicas que se utilizan con la materia orgánica: esto imposibilita que se puedan aplicar las fórmulas del carbono 14, el potasio-argón o el uranio-plomo.

La datación de la piedra serviría para saber el origen del mineral, pero no revelaría si pudo usarse o no hace dos mil años. "Lo que se podía hacer ya lo investigó Beltrán, como la tipología, la técnica de trabajo empleada para tallarlo, la zona de distribución de este tipo de vasos, el estudio comparativo de otras piezas similares... En definitiva, su contexto arqueológico", opina Martín-Bueno. Él y otros exégetas son partidarios de someter al cáliz a algunos estudios de difractograma o de fluorescencica de rayos X para conocer qué concentración de metales tiene el ágata cornalina, pero la negativa arzobispal persiste.

Así, a falta de un análisis científico riguroso, hay que continuar ahondando en la veta de la documentación histórica y el discernimiento entre la realidad y la leyenda. La mayoría de expertos mundiales coinciden en que –de todas las historias que corren en paralelo a los posibles cálices de Cristo– la más fiable desde el punto de vista documental es la española. El resto (y en parte también la autóctona) están contaminadas por narraciones medievales y un abundante esoterismo que las siembra de dudas. En el siglo XV ya había referencias a veinte copas que reclamaban el honor de ser la auténtica, entre otras, la que presuntamente llegó a Inglaterra de manos de José de Arimatea, o la que se dice que llevó a Francia María Magdalena.

La tradición pía se entremezcla con la leyenda medieval, como probó en 2002 el historiador alemán Michael Hesemann en un libro en el que situaba el origen de todas las leyendas griálicas en Guiot de Provins, un trovador que estuvo al servicio de Alfonso II de Aragón. Por su parte, el escritor turolense Javier Sierra pone el acento en que "hasta el siglo XII nadie se interesó por el Grial". "Es una opinión personal, pero creo que la leyenda se acuñó durante la formación del Reino de Aragón para dar coraje a los Reyes de lo que entonces era el fin del mundo cristiano en su lucha con los musulmanes", dice el autor de ‘El fuego invisible’.

El periplo aragonés

Pero, ¿cómo y por qué llegó el vaso sagrado a Aragón? La investigadora estadounidense Janice Bennett, periodista y doctora en Literatura Española por la Universidad de Colorado, también persiguió las huellas de la copa repasando los estudios de Antonio Beltrán. Aunque no se puede saber con certeza cómo llegó el cáliz de Jerusalén a Roma, Bennet explica que Valeriano fue el emperador romano más violento con las persecuciones cristianas y que el papa Sixto II confió la reliquia a uno de sus diáconos, que no era otro que San Lorenzo. Este, poco antes de morir también martirizado, lo mandó a su tierra natal, donde se cree que se guardó en su antiguo hogar oscense hasta el año 553, cuando pasó a la catedral de Huesca recién construida. En el 711, con la invasión musulmana, el Santo Grial se llevó a los escondidos cenobios en las montañas de los Pirineos, concretamente a la cueva de Yebra, San Pedro de Siresa, San Adrián de Sasabe y San Pedro de Jaca. En 1071 fue llevado a San Juan de la Peña –supuestamente– con motivo de la visita del legado del papa Alejandro II. Allí está documentado que se guardó hasta 1399, cuando lo reclamó el rey Martín I el Humano y fue llevado al palacio de la Aljafería de Zaragoza. Fue el rey Alfonso V quien lo envió a Valencia y el grial se conserva en la capital del Turia desde 1424. Por cierto, aunque el Grial salió de lo que hoy es Aragón hace cinco siglos, en un par de recientes ocasiones ha vuelto a la Comunidad: en 1959 fue prestado para la conmemoración del martirio de San Lorenzo, y en 1994 también repitió visita con motivo de los nueve siglos de la muerte del rey Sancho Ramírez.

Las monedas acuñadas durante el reinado de Sancho Ramírez.
Las monedas acuñadas durante el reinado de Sancho Ramírez.
G. Songel
Superposición de diseños

Uno de los primeros pasos en la investigación del catedrático de la UPV fue identificar la coincidencia de la moneda acuñada por el rey aragonés Sancho Ramírez con la estructura del cáliz. Ambas usan el salmo del tronco de Jesé y el nudo de Salomón. Songel cree que así se da a entender la correlación de formas y símbolos, «demostrando un cuidado extraordinario en la elección de elementos decorativos hasta configurar un programa iconográfico muy particular». Los ideogramas comparten lacerías enlazadas, cruces, lirios y rotas papales.

Detalle de los acrósticos según el patrón de diseño.
Detalle de los acrósticos según el patrón de diseño.
G. Songel
Un misterioso juego de letras

Hasta ahora la primera referencia a la existencia del cáliz era el documento por el que en 1399 el rey Martín I el Humano reclamaba a los monjes de San Juan de la Peña su entrega. Gabriel Songel afirma que ha hallado unos acrósticos que adelantan 300 años la mención al vaso sagrado. El juego de letras está en el relicario del monasterio, escrito en el siglo XIcon motivo de la coronación de Pedro I. Siguiendo un esquema geométrico se menciona ‘Calis Lapsis Exilis Domini’ (‘el cáliz de piedra preciosa del Señor’) junto a la relación de reliquias que se guardaban en San Juan de la Peña. El esquema, según Songel, responde a las composiciones de las marcas de los reyes de la época y corrobora la tradición laurentina. De hecho, otro de los acrósticos relaciona al papa Sixto II con San Lorenzo, Huesca y personajes como Donato Abad.

La copia del Santo Cáliz, también con pie de ágata, en la parte derecha de la vitrina.
La copia del Santo Cáliz, también con pie de ágata, en la parte derecha de la vitrina.
Oliver Duch
Un réplica en el Alma Mater

La exposición que esta misma semana abrió sus puertas en el Alma Mater Museum de Zaragoza (el Diocesano) incluye una réplica del Santo Cáliz de Valencia. La muestra, titulada ‘La Pasión a través de los sentidos’, reúne lo más granado del patrimonio de las cofradías zaragozanas, así como los fondos permanentes del Diocesano que tienen que ver con la Semana Santa. Hasta el próximo 3 de abril se puede disfrutar –en visitas guiadas que duran una hora– de medio centenar de obras que van desde el gótico hasta el siglo XXI. Entre otras piezas, se exhibe la Dolorosa de Palao, el Cristo Yacente del Seminario de San Carlos o el paso de la Muerte de la Sangre de Cristo. La copia del cáliz pertenece a la colección de Fernando Piró y es un bronce dorado con perlas cultivadas y cristales de cabujón. La copa y el pie son de piedra de ágata. En la exposición se muestra en la misma vitrina (en la imagen) que un interesante sagrario de la Última Cena, en madera policromada, procedente de la parroquia de la Asunción de Longares. También comparte espacio con jarras de plata de lavatorio de la parroquia de San Felipe y Santiago el Menor. Por otro lado, las copias de la Sábana Santa proliferaron en el siglo XVI y XVII. El sudario que se conserva en Campillo (en la comarca de Comunidad de Calatayud) está considerado por los expertos como una de las mejores réplicas del mundo. El próximo 18 de abril el profesor Juan Manuel Miñarro dará una charla en el Alma Mater Musem sobre ‘El misterio de la Sábana Santa de Turín y el Santo Sudario de Oviedo’.

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