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Aragoneses en Italia: "Mis amigos de Gallur me decían que no volviera a Italia"

Los aragoneses que viven en el norte de Italia afrontan una semana de restricciones por el coronavirus, sin clases y con filas en los supermercados. Varios estudiantes Erasmus han decidido regresar a España por el miedo a quedar atrapados por la cuarentena.

Johanna Isasa, en el restaurante que regenta en Lugnano, cerca de Milán.
Johanna Isasa, en el hotel y restaurante que regenta en Legnano, cerca de Milán.
J. I.

Johanna Isasa Zapata volvió a su casa en Legnano, ciudad del norte de Italia, en el vuelo del domingo desde Zaragoza a Bérgamo. Había pasado en Gallur las fiestas en honor a la cátedra de San Pedro y regresó con su hija de siete años a la que es su casa desde 1998. "Mis amigos de Gallur me decían que no volviera a Italia", asegura ya desde el hotel que regenta en la ciudad lombarda, situada a 15 minutos de Milán. "Me parece más alarmismo el que se oye allí que el que se vive aquí", afirma sobre el temor a la expansión del coronavirus en el país vecino. "En el avión no había nadie con mascarillas", recuerda sobre su vuelo. Algún pasajero se la puso al aterrizar en Bérgamo, donde personal equipado con monos blancos y mascarillas le tomó la temperatura antes de llegar a la zona de recogida del equipaje. 

No ha visto desde entonces mascarillas por las calles de su ciudad, pero las medidas acordadas durante el fin de semana por el Gobierno italiano para intentar frenar el virus en el norte del país afectan a la vida diaria ya que se han suspendido las clases, los bares tienen que cerrar a las 18.00 y los niños no pueden ir al colegio, entre otros cambios.

"Me he traído a mi madre", reconoce, ya que la necesita de niñera estos días, mientras ella trabaja en el hotel y los dos restaurantes que regenta. En su negocio empieza a notar las consecuencias de la situación extraordinaria. "Llevo ocho cancelaciones en el hotel y las que llegarán porque se están retrasando las ferias", algunas se dejan para mayo y junio. La ciudad se encuentra cerca del recinto ferial de Milán, uno de los más importantes del país. 

Donde reconoce que más se ha notado que empieza a haber temor entre la gente es en los supermercados donde se ven estanterías vacías. Pese a ello, sigue pensando que todo es "muy exagerado". Y lo dice por su experiencia con otros virus. "Antes era azafata de vuelo. Hemos ido a sitios con ébola y SARS y no ha habido tanto alarmismo. Y el SARS se llevó por delante a mucha gente", recuerda sobre otro tipo de coronavirus que se extendió en varios países hace casi dos décadas. "No sé lo que pasa. Eso sí que me pone nerviosa".

De regreso por miedo a quedar atrapados en el país

Alberto (centro) y Juan (derecha) en Milán.
Alberto (centro) y Juan (derecha), dos estudiantes Erasmus aragoneses en Milán.
J. N.

La experiencia es muy diferente en el caso de dos Erasmus aragoneses de la Universidad de Zaragoza que estudian en Milán y que volvieron a España el domingo. "En el vuelo Milán-Bilbao había mucha gente y la mayoría llevaban mascarillas", afirma Juan Navarro, zaragozano de 22 años, que volvió con su amigo Alberto.  "La causa de nuestro regreso no ha sido en sí el miedo al contagio del virus, sino a cómo se condiciona nuestra vida en un país que no es el nuestro y que nadie nos asegura que pudiésemos abandonar en los próximos días", explica este estudiante de Economía.  Desde el sábado reconoce que salir al supermercado "ha sido de descontrol" porque había "largas filas de varias horas para pagar, los productos cárnicos escaseaban y solo quedaban los que excedían nuestras posibilidades económicas". Tampoco podían encontrar mascarillas ni gel desinfectante de manos. "Llevaban agotados desde esa mañana en cada farmacia de la ciudad", afirman.

Asegura que "el temor de la población de Milán es real". Las autoridades han aconsejado no acercarse a hospitales, se han cerrado colegios, universidades; iglesias como el Duomo de Milán; teatros como La Scala, discotecas y bares…

Y la decisión de las universidades de las regiones afectadas como Lombardía de cancelar las clases y el resto de medidas de prevención no contribuyeron a calmarles. "Como estudiantes también estamos preocupados por nuestra situación académica. No sabemos qué va a pasar con nuestros exámenes, asignaturas aprobadas y por aprobar y nuestro curso Erasmus, principalmente", explican. Aunque reconocen que han recibido información "a diario" de la Universidad de Milán y también se han comunicado con ellos desde la de Zaragoza.

En su decisión de regresar han contado con el apoyo de sus familias "debido al temor de que se aislara la ciudad como ha pasado en otras a 60 kilómetros de Milán y al cierre de aeropuertos que nos impidiese abandonar el país". Denuncian la "absoluta falta de control sanitario" en los aeropuertos ni a la salida de Milán ni a la llegada a España.

"Para estar encerrados en la residencia de Venecia nos hemos vuelto a Zaragoza"
Belén, estudiante Erasmus en Venecia.
Belén, estudiante Erasmus en Venecia.
B. A.

Este temor que relataban los dos estudiantes aragoneses en Milán también llegó a Belén Abecia, estudiante de ADE en la Universidad de Zaragoza que estudia con el programa Erasmus en la Universidad Ca'Foscari de Venecia. También decidió volver este fin de semana a Zaragoza. "Este fin de semana he llevado vida normal porque era el de carnaval. El sábado por la noche nos dijeron que no había clase", recuerda. También se canceló la fiesta veneciana más popular. En un primer momento afirma que "nos planteamos quedarnos" pero la experiencia de un amigo que había ido el fin de semana a Milán le hizo cambiar de opinión. "Nos empezó a contar que los supermercados estaban vacíos y que le tomaron la temperatura en el tren al subir y bajar". El temor aumentó cuando salió por la tarde a comprar mascarillas "y estaban agotadas". Así que decidió adelantar sus billetes de avión del martes al domingo y voló a Barcelona. "Para estar encerrados en la residencia en Venecia nos hemos vuelto a Zaragoza", reconoce, junto a un grupo de españoles, pero confía en poder volver a terminar el curso en Italia.

Menos turistas por los canales

Paula Marqués, turolense en Venecia.
Paula Marqués, profesora turolense en Venecia, afectada por la suspensión de las clases.
P. M.

Sin embargo, una aragonesa y profesora de dicha universidad veneciana vive con escepticismo las restricciones en el día a día. "¿Realmente es para tanto? ¿Será efectivo que nos quedemos una semana en casa?", se pregunta Paula Marqués, profesora turolense nacida en Pozondón. "Me da rabia porque esas clases las tenemos que recuperar", lamenta. Además, cree que decisiones de este tipo "pueden crear más alarma".

Observa que los venecianos han seguido "saliendo a hacer vida normal, pero ha influido más a nivel turístico". Asegura que se ven menos visitantes por la calle y ya es habitual que lleven mascarilla y no solo los orientales que solían utilizarla antes de que se hablara del virus.

En su caso, confiesa que no la usa. "Soy un poco escéptica". Y lo que más lamenta es cambiar su rutina. "No puedo parar dos semanas de mi vida por una cosa que no sé si es mucho más fuerte respecto a la gripe A u otros virus a los que no se les ha dado la visibilidad que a este".

De momento, la vida sigue. "Este lunes he salido a comprar verdura a la frutería y a correr y es verdad que hay poca gente por la calle", ha afirmado en referencia a que se tendrían que estar celebrando los últimos días del carnaval veneciano con las calles abarrotadas, ahora tranquilas tras su suspensión. En sus grupos de Whatsapp con amigos locales han compartido los comunicados oficiales sobre las medidas de prevención, pero también bromas. "Me han asustado más mis amigas de España que me preguntaban si estaba bien", asegura. 

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