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Decenas de 'cazarrecompensas' llegan a Épila para acabar con 50.000 conejos al año

El pago de 0,70 euros por animal cazado despierta interés en toda España. Con esta medida esperan frenar una plaga que sigue arrasando las cosechas de cereal y hasta los frutales.

El móvil de Carlos López, ‘Charly’, no deja de sonar. "Cuando llego a casa lo tengo que apagar porque si no, no puedo ni estar con mi hija", cuenta. Charly es el guardia rural del coto municipal de Épila, y en la última semana ha recibido una auténtica avalancha de llamadas de cazadores de toda España que se quieren acercar hasta esta localidad zaragozana para cazar conejos.

Este animal se ha convertido en una auténtica plaga que destroza las cosechas de cereal y hasta los árboles frutales. Por eso, el Ayuntamiento anunció la semana pasada que pagará 0,70 euros por pieza abatida. Como los ‘cazarrecompensas’ de las películas, decenas de cazadores de toda España están llegando a Épila atraídos no tanto por el dinero –apenas da para pagar los cartuchos y, en el mejor de los casos, el almuerzo– como por la abundancia de animales que se ponen a tiro.

Solo este fin de semana, ‘Charly’ va a distribuir por las 20.000 hectáreas del coto a unas 30 cuadrillas de cazadores que se han puesto en contacto con el Ayuntamiento a raíz del anuncio. Hasta ahora, un fin de semana normal no salían más de tres. "Está llamando gente para venir también entre semana", cuenta el guardia rural, que afirma haber recibido más de 150 llamadas de lugares como "Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra, La Rioja, Castilla-La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía", además de Huesca y Teruel.

Con esta medida, en Épila esperan acabar este año con entre 40.000 y 50.000 conejos. Hasta ahora se mataban unos 20.000 en los mejores años. Unas cifras que permiten calibrar la dimensión del problema. La plaga ha infestado los campos de esta localidad de unos animales que causan daños irreparables a las cosechas. Los conejos arrasan los campos de cereal, pero también los árboles frutales. Se comen la corteza de los troncos y hasta trepan por las ramas, cortando su ciclo vital y condenándolos a pasar por la motosierra. En caso de que decida volver a plantar, el agricultor deberá esperar varios años para poder recolectar.

"El problema lo tenemos desde hace diez años, pero cada vez la mancha es más grande", explica Jesús Bazán, alcalde de Épila, para explicar cómo la plaga ha extendido sus dominios. Desde el Ayuntamiento se ha tratado de poner en el mismo bando a agricultores y cazadores, porque "la única manera de acabar con el problema es ir todos juntos".

El pago de 0,70 euros por animal cazado despierta interés en toda España. Con esta medida esperan abatir 50.000 piezas este año. La plaga sigue arrasando las cosechas de cereal y hasta los frutales.

Por eso, Bazán pide también colaboración a las instituciones. Los conejos crían con especial tranquilidad en los taludes de la vía del AVE y de la autovía, ya que allí no está permitido cazar por seguridad. Por eso, Bazán solicita al Gobierno central que meta telas metálicas bajo tierra, para evitar su proliferación en estos puntos. "En algunos lugares, como en Valencia, incluso se han instalado con éxito trampas en estos sitios", comenta.

La imagen de los campos es desoladora. Al recorrer los caminos, llama la atención que algunas parcelas de trigo presentan un aspecto bicolor. En marrón, las zonas por las que los conejos han hecho de las suyas. En verde, los cultivos que aún han sobrevivido. "Esta noche seguirán por allí y mañana ya será todo marrón", comenta Javier Pérez Ripa, agricultor de la localidad de la comarca de Valdejalón.

En marrón, el campo arrasado por los conejos. En verde, el cultuvo que "se comerán esta noche", según señalan los agricultores.
En marrón, el campo arrasado por los conejos. En verde, el cultuvo que "se comerán esta noche", según señalan los agricultores.
Raquel Labodía

Solo en Épila puede haber unos 150 agricultores afectados. También en los campos de frutales. Los conejos están atacando la corteza de los árboles, e incluso trepan para raer las ramas más altas. "Esto está todo para cortar, porque se acabará muriendo", apunta Pérez Ripa en un campo de manzanos. "Si esto no se consigue atajar, será una ruina total, se va a dejar de sembrar. El panorama es muy sombrío, porque la gente joven no va a querer seguir con esto", augura.

Los cazadores, por su parte, han aceptado participar. Fidel Fernández, navarro de nacimiento pero vecino de la localidad desde hace 30 años, cree que "hay conejos para todos", en referencia a la llegada de aficionados de otras Comunidades. Fidel caza con hurones, que mete en las madrigueras estratégicamente. En ocasiones, el hurón mata al conejo atacando al cuello. Otras veces, provoca que los conejos salgan y entonces él dispara.

Un joven cazador de Épila, con una trentena de conejos cazados.
Un joven cazador de Épila, con una trentena de conejos cazados.
Heraldo

La mayoría de las piezas se desechan, ya que la gente no los quiere para comer. "Antes los llevábamos a las monjas del asilo", recuerda Antonio García, también cazador de Épila. "Pero ahora ya estamos todos viciados de tanto comer conejo, y con lo que hacen se les está cogiendo manía", añade Fidel.

El problema de esta plaga no es exclusivo de Épila. Supone todo un problema en amplias zonas de Zaragoza y Huesca y, en menor medida, Teruel. En total, hay 118 municipios afectados. Por eso, el Gobierno de Aragón aprobó hace unos meses un decreto con medidas extraordinarias y urgentes para controlar la población del conejo, con el que se obliga a los cotos a intensificar la caza de esta especie.

"No es el conejo de toda la vida, parecen canguros"

Es una opinión generalizada entre los cazadores y la gente del campo de Épila. "Este no es el conejo de monte de toda la vida", coinciden. Según los vecinos de esta localidad, los ejemplares que proliferan ahora en sus campos "han mutado", ya que son más grandes –y de carne más dura al paladar– que los que había hace varios lustros. "Estos parecen canguros. Se suben hasta las copas de los árboles, cuando el conejo nunca había trepado", apunta el agricultor Javier Pérez Ripa. 

En Épila, el Ayuntamiento, los cazadores y los agricultores se han puesto de acuerdo para combatir la plaga de conejos.
En Épila, el Ayuntamiento, los cazadores y los agricultores se han puesto de acuerdo para combatir la plaga de conejos.
Raquel Labodía

"Es más resistente a las enfermedades y se reproduce más. Antes una coneja podía tener dos o tres crías cada vez, y ahora tiene siete u ocho", añade el alcalde de la localidad, Jesús Bazán. Pérez Ripa asegura que "una sola coneja y su descendencia pueden tener otros cien conejos al año". Así, la mancha se extiende con rapidez. 

Fidel Fernández, cazador con décadas de experiencia, ratifica que es un conejo "diferente", mientras que Carlos López, guarda del coto, también considera que es "más grande, más resistente y más voraz". "Ha sabido aclimatarse y hacerse fuerte, no es el típico conejo de monte", señala.

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