economía

La agroindustria triplica sus inversiones mientras las ayudas se reducen a la mitad

Las necesidades inversoras de las empresas superan los 900 millones por lo que «cuatro de cada cinco solicitudes no pueden ser atendidas», advierte la AIAA.

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Las previsiones de inversión de la industria alimentaria aragonesa superaban en 2018 (últimos datos disponibles) los 900 millones de euros –según las estimaciones realizadas por la organización empresarial que las agrupa (AIAA) en función de los proyectos presentados en 2018–. La cifra supone el triple de lo invertido en 2008, cuando el desembolso se situó –en datos oficiales– en 344 millones de euros, una cuantía que se ha mantenido, con algunas ligeras bajadas y subidas a lo largo de cada uno de los ejercicios de la última década y que en el último ejercicio se ha disparado impulsado especialmente, como reconocen desde AIAA, por los grandes proyectos agroalimentarios en marcha en Aragón.

Este dinamismo inversor no ha venido, sin embargo, acompañado por el esfuerzo presupuestario del Gobierno de Aragón, necesario para mantener la dotación económica en la línea de ayudas que el Plan de Desarrollo Rural (cofinanciado con fondos comunitarios) destina a la modernización e instalación de industrias alimentarias en la Comunidad. Lo demuestran los datos elaborados por la Asociación de Industrias de la Alimentación de Aragón. Durante el PDR correspondiente al periodo 2007-2013, las subvenciones a la inversión de este sector sumaron los 200 millones de euros, de los que se ejecutaron unos 150 millones. En el Plan de Desarrollo Rural 2014-2020, el presupuesto comprometido ya se había reducido a 141 millones de euros, en los que se incluía una partida adicional con fondos de las arcas aragonesas, el conocido como ‘top up’ permitido por Bruselas. Pero finalmente, esta cuantía no ha sido tal, sino que se ha reducido a los 112 millones de euros, casi la mitad de la consignada en el periodo anterior.

Mezclando ambas cifras –unas necesidades de inversión que se han multiplicado por tres y unos fondos públicos que se han reducido casi a la mitad– la situación que se produce, como advirtieron los representantes de la organización empresarial ante los parlamentarios aragoneses, es que "cuatro de cada cinco solicitudes de ayudas Feader del sector no pueden ser atendidas".

Lo peor es que "las perspectivas no son precisamente buenas", reconoce el gerente de la AIAA, José Ignacio Domingo. Precisamente estos días se debate en Bruselas el próximo presupuesto de la Unión Europea, que ha encontrado el principal escollo en la partida que finalmente se destinará a la Política Agraria Común. Las propuestas no son nada tranquilizadoras, porque la presentada hasta ahora habla de un recorte del 10% en las ayudas directas (primer pilar) y de un 25% en el desarrollo rural (segundo pilar).

En continuo crecimiento

El dinamismo que ha mostrado la industria alimentaria durante la última década no se limita únicamente a sus inversiones. Según los datos de la organización empresarial, desde 2015 su empleo ha aumentado un 36,5% hasta los 18.700 trabajadores, sus exportaciones se han duplicado hasta superar en 2019 los 1.700 millones de euros, el número de empresas se ha incrementado un 4,4% hasta las 1.042, y la facturación del sector, que alcanzó el pasado año los 5.250 millones de euros, un 55% más que hace cuatro años.

Pero su ‘tendón de Aquiles’ continúa siendo la promoción. La organización empresarial considera que para conseguir visibilidad y reconocimiento de los mercados, tanto nacional como extranjero, es imprescindible disponer de una "única imagen de marca", pero, sobre todo, de "un presupuesto ambicioso".

Es cierto, reconocen los máximos representantes de la AIAA, que los Presupuestos de Aragón para este año han conseguido recuperar parte de la dotación que este objetivo fue perdiendo durante los años de la crisis, pero todavía está lejos de alcanzar las cifras que llegó a tener en 2009. En aquel año, la inversión pública en promoción agroalimentaria fue de 4,2 millones de euros, una cifra que fue desplomándose hasta situarse en los 800.000 euros en 2015, un descenso de nada menos que el 80%. A partir de ahí fue recuperando el tono hasta alcanzar los 2,6 millones presupuestados para 2020, aunque la cuantía supone la mitad del importe destinado hace una década.

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