Comunidad de calatayud

Calatayud defiende el futuro de la escuela rural porque "aporta un valor añadido"

La cita, con más de 80 inscritos, dio a conocer metodologías y casos de éxito de estos centros.

La jornada estuvo organizada por el Centro de Profesorado de Calatayud.
La jornada estuvo organizada por el Centro de Profesorado de Calatayud.
MACIPE

Las jornadas ‘Escuela rural en clave de futuro’, organizadas por el Centro de Profesorado de Calatayud, finalizaron ayer habiendo reunido a más de 80 inscritos y una docena de ponentes bajo la línea común de contar metodologías y casos de éxito en estos espacios educativos. A ellos se unieron el viernes un centenar de alumnos de centros de las comarcas de Calatayud, Aranda y Daroca, demarcaciones que colaboraron junto a la UNED, el Ayuntamiento bilbilitano y el Gobierno de Aragón.

"La escuela rural se caracteriza por el multigrado: niños de distintas edades aprendiendo en el mismo aula", explica Laura Domingo, de la Universidad Central de Cataluña y con experiencia en centros desde Barcelona hasta el Pirineo. Así, entre las luces de lo rural está, según indica, el "aprovechar el entorno y darle valor", aunque reconoce que "no se puede hablar de un modelo único". La convivencia entre cursos "tiene las características óptimas para trabajar de forma más inclusiva", apunta.

En Aragón, según datos de Educación, 85 colegios de la Comunidad no llegan a la decena de alumnos. En uno de esos centros, en Cuevas de Almudén -del CRA Pablo Antonio Crespo (Teruel)-, imparte Javier Castillo. Un santoñés de 37 años que lleva 10 en la escuela rural y "no pensaba que iba a acabar aquí". "Descubrí otro mundo, que otra educación es posible y me enamoró", confiesa. Explica que «cada entorno pedagógico tiene sus características, sus posibilidades y limitaciones» y puntualiza que "no es que se pueda hacer más o menos, se puede hacer diferente".

Entre esas vías para hacer cosas de otra manera, Pilar Álvarez y Javier Fernández, del IES Alberto Magno de Sabiñánigo, expusieron su experiencia con el proyecto educativo Canfranero. "Es un proyecto que busca dinamizar el tren y que sea un medio de difusión turística y que incluye actividades teatrales, degustaciones…", explica Fernández. Para Álvarez, salir de las aulas es una manera de que el alumnado aprenda «más» y que «la gente también valore las actividades de una escuela abierta y participativa, en la que toda la comunidad se implica».

Rogeli Santamaría, inspector de Educación en Castellón, sostiene que "la escuela rural tiene futuro pese a que hace 50 años que quieren eliminarla". Reclama que "no solo hay que apoyar la educación, son más cosas para que siga habiendo matrículas", recuerda que "si la escuela tiene alumnos y proyectos, es un factor atrayente" y subraya el cambio de criterio en Aragón o Valencia para mantener aulas con tres inscritos. De hecho, desde el Gobierno de Aragón se sostiene que a pesar de que una plaza rural suponga un coste de unos 5.000 euros más que una urbana, para ellos "la educación no es un gasto, sino una inversión en presente y futuro".

Desde la organización, José Ramón Olalla y Antonio Cáceres, explican que el objetivo ha sido "visibilizar la escuela rural y sus metodologías" y destacan la necesidad de "educar en el arraigo". "Si aprendes de tu pueblo, en tu escuela, y lo interiorizas, luego serás una médica, bombero o maestra, que no tendrás problemas en ir a otro pueblo, evitando lo que pasa ahora: que no quieran venir", reconoce Olalla.

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