Las niñas del Joaquín Costa quieren ser científicas

Con mini batas, bolígrafos y también una libreta. Así de equipadas han acudido una decena de niñas de entre 7 y 10 al Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA). El objetivo: conocer cómo las científicas aragonesas trabajan en su día a día y, de paso, ver a los corderitos, la actividad estrella de todas las que había programadas para una mañana en la que la ciencia sería la principal protagonista. "Corderitos", gritaban emocionadas antes de empezar la jornada, al mismo tiempo que señalaban todas las profesiones que querían estudiar: desde física cuántica hasta paleontología.

La primera parada ha sido la más esperada: las vacas y las ovejas. "Hemos aprendido que lo que comen las ovejas y cuándo es necesario que coman más", señalaban Ángela, Diahere y Hannah, todas ellas de 9 años. Entre las explicaciones que les han proporcionado Margalida Joy, investigadora de la unidad de producción y sanidad animal del CITA; y Fernando Jaso, capataz, se incluía la alimentación de estos animales: alfalfa y cebada. "¿Cómo se escribe cebada?", han preguntado Leslie y Hannah, quiénes entre una actividad y otra no dudaban en apuntar con detalle todo lo que les habían explicado. "Se lo tenemos que contar a nuestros compañeros", han recordado.

Tal y como ha destacado la consejera de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento, Maru Díaz, estas tres menores serán las "embajadoras" de las científicas en su colegio. "Me sorprende la naturalidad con la que se acercan a las cosas y la curiosidad. La curiosidad es imprescindible en la investigación, es la base", ha recalcado, Lucía Soriano, directora gerente del CITA.

También ha llegado el momento de pesar a los animales. "¿Cuánto pesa un cordero?", les han preguntado. "20 kilos", ha dicho una. "30", ha apuntado otra. La respuesta ha llegado cuando han puesto al cordero en la báscula: 74 kilos. "Nos han explicado que si están bien alimentados, no se les marcan los huesos", han detallado Hannah y Ángela. Finalmente han podido tocar un cordero de solo un mes. No han dudado en asegurar que se lo llevarían a casa.

Tras visitar a los animales, el siguiente paso ha sido entrar a un laboratorio. Allí han podido comprobar si las muestras que tenían preparadas correspondían a animales sanos o enfermos. "Si cambia el color de la sangre es que está enfermo", ha puntualizado Hannah, al mismo tiempo ha puntualizado que la ausencia de color -por el plasma- significa que el animal está sano. Todas han podido pipetear las muestras. "Estaban muy emocionadas, pero también se preocupaban por el resultado de la prueba", ha destacado Teresa Juan, una de las investigadoras del departamento de producción y sanidad animal que han colaborado en esta jornada.

Su compañera Pilar Muñoz se ha mostrado muy sorprendida por el nivel de las niñas: "Les hemos preguntado si sabían lo que era una bacteria y han hecho una definición casi perfecta". "Es un ser vivo que entra dentro de otro ser vivo y que le puede producir una enfermedad", ha explicado la menor. Por el camino se ha dejado que también hay bacterias buenas, como aquellas presentes en los yogures, pero "para una niña de 10 año está muy bien". "Muchas veces es una persona, una visita al aula lo que te despierta una vocación. Si hemos podido contribuir a eso, estamos felices", ha subrayado Muñoz.

Posteriormente han visitado la Unidad de Hortofruticultura, donde Ana Wünsch, jefa de esta área, les mostró cómo descubrir el ADN de una fruta. También han conocido el laboratorio del Banco de Germoplasma y las semillas que se guardan en él. La jornada ha finalizado con una actividad de teledetección.