Gente de la tierra

Olivas tradicionales a la búsqueda de la excelencia

Los responsables de Aceite de Artasona apuestan por recuperar variedades poco comunes con las que elaboran aceites de gran calidad.

Óscar Durán, en una cata organizada en Chez Marzola, tienda delicatessen de Huesca.
Óscar Durán, en una cata organizada en Chez Marzola, tienda delicatessen de Huesca.
H.A.

Hace unos años, Francisco Durán, el abuelo de los hermanos Durán, responsables del proyecto Aceite de Artasona, decidió cultivar en sus campos las variedades, Alía y Cerruda, en lugar de la tradicional Arbequina y lo hizo convencido de que su apuesta por la calidad en detrimento de la cantidad daría sus frutos en un momento determinado.

Años después, sus cinco nietos, Oscar, Javier, Santiago, Vicente y José, le han dado la razón a su abuelo, continuando con una tradición que arrancó con nueve hectáreas de olivos de estas variedades que se han convertido en todo un referente no solo en su municipio natal, Artasona, ubicado en el Somontano de Barbastro, sino también en el resto de España.

Ilusión y ganas no les faltan, hasta el punto de que las nueve hectáreas iniciales de olivos centenarios, establecidas en bancales y terrazas, se han ampliado hasta llegar a las veinte. Campos a los que hay que añadir otros que tienen en arriendo y que les permiten producir, en la actualidad, una media de 4.000/5.000 litros anuales de aceite, que se puede encontrar vía ‘online’, en las principales tiendas de alimentación y en restaurantes de prestigio de la provincia de Huesca.

"Inicialmente, ninguno de los hermanos teníamos vinculación con el mundo de la elaboración de aceite. Nos limitábamos a trabajar los campos y recoger los frutos. Pero siempre que llevábamos las olivas al molino, los expertos que trabajaban allí nos decían que la calidad de nuestros frutos era muy buena. Un aceite recio, con mucho carácter, amargo y picante, algo difícil de conseguir en latitudes tan altas como las de nuestro pueblo", afirma Óscar Durán, socio de la empresa familiar.

Esta fue la razón por la cual en 2016 decidieron comercializar su propio aceite bajo la marca Aceite de Artasona (www.aceitedeartasona.com). Lo hicieron tomando como base las diferentes variedades con las que trabajan, desde las exclusivas Alía y Cerruda pasando por otras más comunes del Somontano, como la Verdeña, Empeltre y Blanca.

Y eligieron para la marca el nombre de su pueblo porque allí se levantan sus olivos y están sus raíces familiares. «Queremos reivindicar la figura de Artasona y ponerla como punta de lanza de nuestra empresa. Una prueba de ello es que en la etiqueta de las botellas de los varietales Cerruda y Alía se representa el escudo de los Claramunt, que ahora se ve en el arco del pueblo y cuya historia guarda una estrecha relación con el abuelo Paco. Era una pieza que había desaparecido y que él encontró mientras araba sus campos de olivos», apunta Oscar Durán.

Gran calidad

En la actualidad, de los cinco hermanos que conforman esta empresa, dos de ellos viven en el pueblo, otros dos en la vecina Graus y uno en Bilbao. Los cinco sueñan con tener su propio molino y almazara para controlar de principio a fin el ciclo de elaboración del aceite.

"Ahora, nuestras olivas se muelen en Bierge, pero nuestro objetivo es controlar todo el proceso de producción. Ofrecemos aceites de calidad, reconocidos a gran nivel, pero queremos llegar a la excelencia y para lograrlo no podemos depender de terceros. El mundo del aceite es muy exigente y cuanto más sabes, más cuenta te das de que hay que seguir aprendiendo", señala.

Unos aceites con los que han logrado premios en concursos nacionales y que forman parte del ‘Top 500’ de la guía Flos Olei 2020, la publicación más importante del sector.

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