Largo fía el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el cumplimiento de los compromisos que ha asumido con los ciudadanos, y con los partidos, para ganarse en las urnas el derecho a seguir durmiendo con el mismo colchón que, tras desalojar a Rajoy, estrenó en la Moncloa.

Los jubilados son los únicos que se beneficiarán este mes, y al menos este año, de sus promesas. Sus pensiones crecerán un 0,9%, más del injusto 0,25%, pero aún una miseria para los matrimonios que solo tienen 850 euros e intentan llegar a fin de mes sin lujos y poniendo a diario un plato de comida encima de la mesa.

Ninguna iniciativa social más prosperó de un primer Consejo de Ministros que consumó el reparto de sillones en una estructura orgánica sobredimensionada, la mayor en 40 años, en pago a los servicios prestados y al éxito de la coalición del diálogo.

Ganas de hablar tenía el presidente Sánchez, que admitió, al fin, preguntas de la prensa aunque no sirvieron para conocer cuáles serán sus prioridades. Relaja su ritmo frenético, con plenos en domingos y festivos, y dice que nos quedan 1.400 días, con sus 1.400 noches (de fiesta o de desvelo) para disfrutar del país que ha diseñado. O alguno menos si Rufián y los suyos rompen la baraja y deciden, una vez más, tumbar sus presupuestos.