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Viajeros al tren... sin billete

Once estaciones de tren aragonesas han comenzado el año sin taquilla para la venta de billetes. Un paso más en el proceso de abandono que viven algunas de ellas. Los usuarios que resisten piden más frecuencias.

Son las 8.30 de la mañana de un gélido inicio de año. En la estación de tren de Luceni, a 38 kilómetros de Zaragoza, el único signo de vida en el exterior es un gato que se despereza junto a la valla del parquin, en el que no hay problema para aparcar. Frente a él, los que fueran edificios de la antigua Azucarera recuerdan a tiempos mejores. El de la estación, de ladrillo claro más moderno, tampoco pasa por su mejor momento. Solo se oyen los pájaros que desafían al frío y a lo lejos una grabación con voz de mujer desde la megafonía de la estación. Una maquina expendedora de billetes recibe al visitante a la entrada al andén. Está rota. El cristal ha sido destrozado en algún arrebato que no parece accidental. "Por su seguridad, manténgase detrás de la vía". Desde el andén ya se escucha claro el mensaje y poco después pasa un tren de mercancías vacío que se dirige raudo y veloz a la cercana fábrica de Opel PSA a cargar coches recién salidos de la cadena de montaje. El reloj de la estación está parado en las 7.45.

Una puerta de hierro permite entrar a la sala en la que pueden esperar los pasajeros. El grado centígrado que hay en el exterior invita a entrar, aunque dentro solo hay dos fríos radiadores de hierro pintados varias veces hasta su actual color, que se asemeja al corporativo de Renfe, y seis asientos de plástico. Cerca de la puerta, lo que parece una taquilla, cerrada a cal y canto.  Es una de las 11 que han bajado la persiana en Aragón con la llega del Año Nuevo, de las 150 en España. La importancia de la medida ha sido tal que se ha colado en la negociación para la investidura del futuro Gobierno y Teruel Existe ha conseguido que se paralice seis meses para buscar alternativas. 

En la estación aún queda un empleado de Adif, encargado de la circulación. Poco a poco van llegando algunos viajeros del tren de las 9.26 con destino a Zaragoza."Venimos de Boquiñeni. Dejamos el coche fuera porque somos ya mayores. A mi me ha gustado mucho conducir pero ya tienes años y aquí se coge muy bien el tren, te sientas y no tienes que aparcar, que eso es lo difícil en Zaragoza", explica José Félix, un jubilado que viaja con su esposa. A falta de taquilla comprarán el billete dentro del tren, una de las alternativas que se han ofrecido, junto con la venta por internet, por teléfono en Correos o en agencias de viajes. No hay estudiantes porque están todavía en la recta final de las vacaciones de Navidad.

Cuatro horas sin tren

"Si no hay ventanilla, a mí si me dan el billete en el tren, me da igual", confiesa. Pero pide más horarios. "Aquí hay bastantes pasajeros. De Luceni, de Boquiñeni y de Pradilla vienen bastantes a coger el tren", asegura. El tren es su mejor opción de transporte. Solo hay un autobús a primera hora de la mañana "y da 50 vueltas, le cuesta hora y media", lamenta. Mientras habla se sucede el goteo de pasajeros, a medida que se acerca la hora de salida del tren. Entre ellas, Nati, también jubilada, que la ha traído su hija de Boquiñeni. Hoy se sube al tren para ir al dentista. Coincide en la falta de frecuencias. "Haría falta un tren más porque desde ahora hasta las cuatro son muchas horas sin tren ", lamenta. Su hijo, que vive en Zaragoza, la traerá de vuelta. La estación tiene una media de 22 viajeros al día.

"Si hubiese más trenes aún se cogerían menos coches", añade otra pasajera que también lamenta que "hasta las 15.44, cuando pasa el siguiente tren, estamos incomunicados". No está conforme con la solución de comprar los billetes en las oficinas de Correos. En Luceni no hay, solo va un empleado de Correos media hora (de 9.45 a 10.15) y de lunes a viernes. Y también lamenta que al no haber oficina no puede renovar la tarjeta de mayor de 60 años. "Hoy voy a tener que pagar billete normal", lamenta. Porque no podrá hacerlo hasta llegar a Zaragoza. A otra le ocurre lo mismo pero con el bono mensual. "Me quiero sacar uno para enero y no puedo porque no hay taquilla aquí". 

Al final una decena de pasajeros suben al tren, no sin antes quejarse de que la marquesina del andén que debía protegerles no se utiliza porque está en el lado contrario al que para el convoy que viene de la línea Logroño-Pamplona. Un viejo tren, tuneado con grafitis en el exterior, se detiene unos segundos mientras se apresuran a subir, no sin dificultad los viajeros. El tren no está al nivel del andén.

Esta es otra de la reivindicaciones de los vecinos. "Los trenes no están adaptados para personas con movilidad reducida", lamenta la alcaldesa, Ana Arellano, que hoy no coge el tren pero también es usuaria. En Zaragoza pueden pedir ayuda a los servicios de asistencia de Renfe. "En los pueblos cada vez hay más gente mayor", recuerda, por la necesidad de contar con estos servicios. Muchos se desplazan en tren a las consultas médicas con el especialista en el centro 'Inocencio Jiménez' que está junto a la Estación Delicias.

Atraer población

Está convencida de que mejorar las comunicaciones ayudaría a fijar población. Los estudiantes podrían ir a la Universidad y residir en el pueblo. Aunque no se queja porque muchas parejas jóvenes de Luceni se siguen quedando en el pueblo. "Pero la natalidad no es como antes", apunta. Este año han bajado a unos 950 habitantes y estar por debajo de la barrera psicológica de los 1.000 habitantes. Apuesta por que el municipio consiga mejorar las frecuencias y mantener los servicios de la estación, sobre todo, estando tan cerca de la capital. "El tren debería ser el futuro", desea.

Algo que se repite en el resto de municipios que esperan saber qué ocurrirá definitivamente con sus taquillas, entre las que están Ariza, Ayerbe, Canfranc, Cariñena, Gallur, Jaca, Sabiñánigo, Samper de Calanda, Santa Eulalia del Campo y Tardienta.

 

 

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