día internacional del maestro

Del encerado a las pizarras digitales

Cada 27 de noviembre se celebra el Día Internacional del Maestro. Tres generaciones de docentes comentan sus impresiones sobre los cambios educativos de las últimas décadas.

Santiago Loras, Urbano Tarancón y Laura Lahoz, docentes del Calasancio de Zaragoza.

Urbano Tarancón se jubiló hace 10 años, tras cuatro décadas impartiendo clase. Esta semana ha regresado al colegio Calasancio de Zaragoza, donde trabajó desde 1977, aunque la primera vez que se acercó a un encerado fue en 1975. "¿Qué es esto?", pregunta con cara de extrañeza en referencia a un armatoste que hay a la entrada de la escuela. "Es una pizarra táctil", le responde Santiago Loras, docente del mismo centro escolar desde 1992 y exalumno.

Este miércoles celebran el Día Internacional del Maestro, una jornada en honor al aragonés San José de Calasanz. Este santo pedagogo, nacido en Peralta de la Sal, es considerado el promotor de la educación libre y gratuita, proyecto que inició desde el barrio del Trastévere de Roma.

Siguiendo la estela de este pionero, Urbano y Santiago pasean por los pasillos del Calasancio. Las aulas donde fueron profesor y alumno, respectivamente, antes que compañeros de claustro poco tienen que ver con las actuales, acristaladas. "No estaría preparado para dar clase ahora, el sistema pedagógico actual es muy distinto", confiesa el veterano docente.

En el recuerdo quedaron las "transparencias", como los profesores llamaban a las diapositivas. También asignaturas como pretecnología, cívico social, costura o Constitución. En los horarios de los niños de hoy en día se puede leer robótica, por ejemplo. Laura Lahoz, maestra del Calasancio desde 2016, recuerda que ya estudió informática en el colegio. "Ahora está más implícita y damos hasta programación. Hay que recordar que estamos trabajando con nativos digitales". Con razón Laura defiende esta afirmación, ya que sus alumnos nacieron en 2013.

Las nuevas tecnologías no son la única incorporación, también los idiomas. "En nuestro caso hemos pasado de dar clases de inglés o francés a ser un colegio bilingüe. Además, educación física ha aumentado un tercio su presencia – añade Loras-. O música, que antes se impartía solo en BUP y ahora la aprenden desde primero de primaria".

Urbano, a pesar de estar jubilado continúa al tanto de las novedades educativas. "Lo último que he escuchado es que se plantean añadir introducción a la oratoria o teatro", pone sobre la mesa. Otra contribución que aplauden estos profesores es el apoyo a alumnos con dificultades en el aprendizaje. Gracias a programas como diversificación, PMAR, adaptaciones curriculares o programas de desarrollo de capacidades se ha fomentado este área.

Las leyes educativas

Desde 1970 se han redactado ocho leyes distintas. La ley de 1970, la LGE, tiene 4 páginas, sin embargo, la última supera las 100 carillas. Don Urbano, como le llamaban sus alumnos, defiende que ha notado cada cambio de legislación: "Donde tuvieron más repercusión fue en la participación. En la implicación de los alumnos en el colegio y del colegio en el barrio". "En la época de Franco, en los años setenta, la Educación tenía dos vías: colegio y clases. Colegio era sinónimo de puntualidad, educación o respeto mutuo. Mientras que clases eran estudio, trabajos y exámenes", rememora Tarancón. En cambio, Santiago y Laura opinan que la forma de evaluar ha sido lo que más ha cambiado.

En esa década los docentes no impartían clase según programaciones establecidas, cada uno tenía las suyas. "En los años noventa se pasó al extremo contrario. Esto ha ayudado a que la mente del alumno y del profesor sean más dinámicas".

"Antes la escuela era la escuela del saber y ahora la escuela del ser"

"Quizá antes la escuela era la escuela del saber y ahora la escuela del ser. Lo que la sociedad nos pide es que eduquemos a los chicos a ser personas", interviene Carol Ortín, directora del centro.

  • 1970. Ley General de Educación (LGE). Esta ordenanza, que estuvo vigente hasta 1980, estableció la enseñanza obligatoria hasta los 14 años. Después de ocho años de Educación General Básica (EGB), se cursaba el Bachillerato Unificado Polivalente (BUP).
  • 1980. Ley Orgánica por la que se regula el Estatuto de Centros Escolares (LOECE). Fue elaborada por el Gobierno de Adolfo Suárez. Pero nunca entró en vigor. 
  • 1985. Ley Orgánica de Derecho a la Educación (LODE). Sumó el sistema de los colegio concertados.
  • 1990. Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE). Esta ley situó en obligatoria la Educación hasta los 16 años y permitió a las comunidades autónomas redactar parte de los contenidos. Además, se introdujo la ESO.
  • 1995. Ley Orgánica de Participación, Evaluación y Gobierno de los Centros Docentes (LOPEG). Dicha ley no fue aprobada por los sindicatos de profesores, ya que alegaban un alto contenido de privatización de la escuela pública.
  • 2002. Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE). Fue promulgada durante el Gobierno de José María Aznar, pero nunca se aplicó. 
  • 2006. Ley Orgánica de Educación (LOE). Se trató de una ley especialmente polémica, ya que muchos colectivos entendieron una menor exigencia al alumnado, que podía pasar de curso con asignaturas suspendidas.
  • 2013. Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE). Desencadenó huelgas, como la general que se desencadenó en mayo del 2013.

¿Ha cambiado el trato con los niños? "En los años setenta el profesor era 'don'. - recuerda Tarancón -. Posteriormente, a principios de los ochenta, comenzó el tuteo en las aulas. Los chicos empezaron a tener más confianza y empezaron a llamarnos 'profes' o 'seños'. Estuvo bien porque eso significó una igualdad total". Laura, nacida en los ochenta, no ha tratado nunca de usted a los profesores, aunque siempre con respeto. "Ahora creo que los niños tienen más confianza para contarnos sus cosas, se abren más fácilmente", apunta. Para Santiago, esta diferencia en el trato es más evidente en la relación con las familias. "Algunos padres vienen siempre dando la razón a sus hijos". Aunque se mantengan las entrevistas personalizadas, ahora se informa a los padres diariamente del comportamiento de los pequeños a través de plataformas.

Laura Lahoz, profesora del Calasancio, con niños de infantil.
Laura Lahoz, profesora del Calasancio, con niños de infantil.
M.M.M.

La vocación

Urbano confiesa que cuando un profesor se jubila se echa de menos la docencia: "Ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio. Contigo porque me matas, y sin ti porque me muero".

Al dejar las clases pasó el testigo a nuevos profesores. Laura Lahoz ha sido una de las últimas incorporaciones al claustro, una joven zaragozana que reconoce haber tenido suerte. "Ahora no solo piden la titulación, piden más especialidades", señala. "Cuando terminé la carrera era relativamente sencillo establecerse", relata Urbano, que encontró el primer trabajo en su Soria natal a los tres meses de salir de la universidad.

"Además de ser un trabajo, tiene un componente humano. Por nada cambio el abrazo de un niño"

Urbano dice que escogió esta profesión "por la educación que había recibido", aunque entre risas recuerda que de pequeño no quería ser nada. "Después entendí que el futuro era el progreso". Su antiguo alumno Santiago Loras lo tuvo claro desde BUP. "Estuve un año como contable de una empresa de seguros. Ganaba más dinero, pero lo dejé por vocación". A su lado, Laura también busca el detonante que le llevó a estudiar Magisterio. "De pequeña dudaba entre veterinaria o maestra, pero siempre me gustaron los niños. Al final lo tuve muy claro, porque además de ser un trabajo, tiene un componente humano. Por nada cambio el abrazo de un niño".

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