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Historias en torno al juego: "Empecé a apostar a los 13 años en un local cerca del colegio"

Una sesión en la terapia de Azajer en Zaragoza permite percibir los estragos que causa el juego. Aquí hay más de un centenar de personas en tratamiento, y cada vez son más jóvenes.

Sergio Lázaro, Sergio Lázaro, psicólogo de Azajer, con tres asistentes a la terapia.
Sergio Lázaro, psicólogo de Azajer, con tres asistentes a la terapia.
Toni Galán

"Me llamo Víctor, tengo 19 años y soy ludópata". Esta es la fórmula de presentación que se emplea a diario en las sesiones de terapia de la Asociación Aragonesa de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Azajer). Allí, las más de 100 personas que están en tratamiento hablan sin tapujos de su "enfermedad", una palabra que ellos mismos usan y con la que corrigen a quien se refiere a lo suyo como un "problema". Explican cómo se engancharon al juego, hablan de las demoledoras consecuencias que tuvo en sus vidas y buscan una salida.

No es fácil, pero es posible. La terapia, que exige completar 18 meses sin recaídas, tiene entre un 20% y un 30% de abandonos. Eso sí, los que llegan a la meta tienen un éxito casi garantizado, ya que solo un 5% recae. Aún así, saben que el juego les acompañará toda su vida. "En unos años espero que esto sea cosa del pasado, pero habrá que estar alerta siempre, como si fueras diabético. No te puedes relajar lo más mínimo, porque puedes echar una quiniela o sacar la lotería de Navidad de la empresa y que te salte el ‘click’ del juego", explica uno de ellos.

El juego, que hasta hace unos años se veía por los jóvenes como algo lejano y casi marginal, ahora es percibido por los chavales con normalidad. Los locales, las máquinas y los anuncios del juego online entran en la vida diaria de las personas con total naturalidad. La ludopatía tiene un rostro cada vez más joven y no son pocos los menores de edad que tienen que entrar en tratamiento. Azajer, que reclama ir a un sistema de concertación con el Gobierno de Aragón, está al límite de su capacidad.

Este jueves, tres adictos que aspiran a dejar de serlo se reunieron alrededor de una mesa con vasos de agua y recortes de prensa, ahora que el juego empieza a entrar en la agenda mediática y política. Cada historia es diferente, pero el objetivo es que todas tengan el mismo feliz desenlace.

Sesión de terapia con ludópatas en la sede de Azajer.

Víctor (19 años): "Recaí en el viaje a Salou al acabar el instituto"

"Empecé a jugar a los 13 años porque nos dejaban entrar a un local cerca del colegio. Fue con la tontería de las apuestas deportivas, pero la broma poco a poco se hizo más grande y empecé a jugar a todo: la ruleta, las tragaperras...". Víctor (todos los nombres usados son ficticios), de 19 años, relata cómo empezó su enfermedad. Explica que el juego le llevaba "a mentir" y "a robar en casa". No llegó a jugar grandes cantidades "porque a esa edad no tienes acceso a mucho dinero", pero alcanzó un punto en el que "no lo podía controlar".
Con 16 años sus padres se dieron cuenta de que algo pasaba e intentaron poner remedio. Aún menor de edad, entró en las terapias de Azajer, donde lleva 22 meses en tratamiento. Se apuntó al listado de autoprohibidos para esquivar de forma obligatoria los salones de juego. Pero el clásico viaje a Salou de los alumnos aragoneses que terminan el instituto le hizo reincidir. "Allí volví a jugar porque la lista solo vale en Aragón. Recaí y ese verano fue un descalabro total", recuerda.
El acceso a los salones, y el juego en general, está prohibido para los menores, pero Víctor señala que "el que quiere hacer una apuesta, la hace". "Yo puedo ir a la puerta de un local y decirle a cualquiera que le doy dos euros si me mete una apuesta de diez. O entrar con un DNI falso", apunta. A su juicio, el juego "se ha normalizado" entre la gente de su edad, ya que se ha convertido "en una forma de ocio" y en una manera de (supuestamente) conseguir dinero fácil. "Parece que el dinero nos va a llover sí o sí solo porque el Madrid empate o el Barça gane, y eso no es así", sentencia.

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Imágenes del interior de varios locales de apuestas y juego de Zaragoza.

Samuel (40 años): "Me gasté más de 100.000 € en salones y online"

Samuel tiene 40 años y lleva 15 meses en Azajer. Se enganchó a las apuestas deportivas hasta el punto de gastarse "ciento y pico mil euros" en unos pocos años, tanto en los salones de juego como a través de internet. "Robaba dinero a mi empresa para poder jugar, siempre pequeñas cantidades. Ahora estoy pendiente de juicio", cuenta. Al disponer de ese dinero –aunque fuera a base de robarlo–, no generaba grandes deudas y, según cuenta, no percibía realmente el pozo en el que se estaba metiendo. "Me di cuenta de verdad cuando entré aquí", explica junto a sus compañeros desde la mesa de Azajer.
Aunque señala que siempre le ha gustado "jugar a las cartas", el problema con las apuestas se presentó superada la treintena. "Empecé a jugar por socializarme. Mis amigos viven en el pueblo y aquí mi vida era de casa al trabajo y del trabajo a casa. Así que me bajaba a los salones para conocer gente, y como me gustaba mucho el deporte, apostaba a los partidos. Jugaba diez euros y de vez en cuando ganaba 100. Luego descubrí el juego online, empecé a hacer apuestas fuertes...", relata.
Llegó un punto en el que, confiesa, "era exagerado". Apostaba "todo el dinero que me caía" y las ganancias daban igual, porque volvía a apostar con ellas. A los locales bajaba "con 400, 500 o 600 euros" y volvía sin nada. Era capaz de gastarse "2.000 euros en una sola apuesta". Ahora trata de alejarse de todo aquello en una terapia de Azajer que, señala, "sirve para detectar por qué hemos llegado hasta aquí" y para estar "más seguro de uno mismo".

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Sesión de terapia con ludópatas en la sede de Azajer.

Manuel (31 años): "El juego ha entrado en la vida de los críos"


Manuel, de 31 años, llegó a Azajer hace cinco meses por sus problemas con el juego y las drogas. Cayó por un cúmulo de situaciones personales, que tuvieron la guinda en sus problemas con su expareja. "Fue todo corto pero intenso", rememora. Comenzó a jugar y a drogarse "como refugio" ante esas situaciones personales, y eso le empezó a condicionar la vida: "Comienzas a mentir a todo el mundo, te escondes de todo y te parece que el que se te acerca es tu enemigo, aunque en realidad estén tratando de ayudarte". "No estás contento con nada, y eso te acaba de hundir", explica ante la atenta mirada de Sergio Lázar, psicólogo de Azajer.
Solo en el juego se gastó "más de 20.000 euros". Le daba a las tragaperras y a las cartas, principalmente. "No lo quieres afrontar, pero aquí te das cuenta de que tienes que hacerlo. Yo vine porque me trajeron mis padres, pero en este sitio te enseñan que tienes que tomar medidas y te dan las herramientas para hacerlo", cuenta.
A su juicio, el juego ha entrado ya "en la vida normal de los críos pequeños", y llega a todas partes: "Yo estoy en la lista de autoexcluídos, pero no paro de recibir publicidad por Facebook para volver a jugar".

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