aragón

"Mi padre se cayó varias veces y asumimos que ya no podía estar solo"

El repunte de muertes en soledad de personas mayores ha hecho que muchas familias busquen opciones, desde centros de día a alumnos que se ofrecen a compartir pisos.

Juan García, usuario del transporte al centro de día, baja ayudado por el auxiliar y su hijo.
Juan García, usuario del transporte al centro de día, baja ayudado por el auxiliar y su hijo.
Toni Galán

Juan García tiene 77 años. Cada mañana sale de su casa para subirse a una furgoneta adaptada que lo traslada desde su domicilio al centro de día de Juslibol de la Fundación Rey Ardid. Sus dos hijos, Juan y Belén García, optaron hace unas semanas por este recurso al darse cuenta de que su padre no podía estar solo en casa. «Se cayó varias veces y asumimos que ya no podía permanecer la jornada solo. El médico nos recomendó que hiciéramos esto», señalan. Allí pasa el día con personas en su misma situación, y hacia las 17.30 el procedimiento es el inverso, y esa furgoneta adaptada le conduce a Salvador Allende, donde se encuentra su hogar. Tanto a la ida como a la vuelta le acompaña Javier Pastor, un auxiliar. Los dos hijos reconocen que también tomaron la decisión porque les inquietaban las noticias que iban apareciendo de las muertes en soledad.

En Aragón, durante el verano, se produjo un repunte en este tipo de sucesos hasta alcanzar los cinco fallecimientos. Los dos últimos tuvieron lugar en una misma tarde, el 3 de septiembre, cuando se hallaron los cuerpos de una mujer de 86 años y de un hombre de 66 que llevaban alrededor de una semana muertos. Pese al trabajo de instituciones públicas y privadas de la Comunidad, es difícil erradicar las muertes en soledad.

Una de las asociaciones especialmente orientadas al trabajo y atención con los mayores es la Fundación Rey Ardid, que cuenta con alrededor de 14 residencias repartidas a lo largo de todo el territorio aragonés y cada una tiene capacidad para 127 personas. «Obviamente, al vivir con nosotros todo el tiempo, la muerte en soledad es imposible», señala Gema Cuello, trabajadora social del área de mayores de esta fundación. Otro servicio que desarrolla es el centro de día, donde los mayores pasan el tiempo con personas en su misma situación y así evitan permanecer toda la jornada solas en sus domicilios. En este caso hay dos variables. Si los ancianos tienen la suficiente movilidad y las condiciones son apropiadas pueden ir por su propio pie hasta las instalaciones. Aquí la preocupación por un accidente se activaría si una persona faltara a su cita diaria. Si el estado del usuario no lo permite, desde su domicilio se le facilita el transporte hasta el centro, como en el caso de Juan García.

El mayor vuelve de su aventura diaria feliz. «Voy por la mañana y me siento allí con unos amigos y paso el rato muy bien», explica. En ese rato, como dice, a los auxiliares les da tiempo a realizar diversas actividades de rehabilitación, pero también a que los usuarios dispongan de su propios momentos de ocio. Juan García da buena cuenta de estos y aprovecha para entretenerse viendo la televisión con el resto de usuarios que le acompañan.

Activos en la sociedad

Asimismo, cada jornada disfruta de un almuerzo y de una comida. «Lo fundamental es que tengan algo que hacer día a día y se sientan activos en la sociedad para retrasar lo máximo posible que les pueda pasar algo», precisa Gema Cuello. «Esta mañana me han movido las manos y me han hecho tantos ejercicios que no sé ni describirlos», comenta divertido García, quien estaba especialmente contento porque por la mañana, aparte de realizar estas actividades de mantenimiento, le habían cortado el pelo y no le habían cobrado nada a cambio.

Además de que el usuario esté entretenido y aseado, también se contribuye a evitar que se produzca la temida muerte en soledad. «Están con nosotros casi todo el día y los vamos a buscar, por lo que si no nos abren enseguida salta la alarma y es difícil que se produzcan estos sucesos», señala Cuello. Javier Pastor opina que para intentar reducir el número de fallecimientos «es muy importante que formen parte de estos servicios». En el centro de día, el auxiliar tiene a su cargo a unos 12 abuelos y siempre busca que estén a gusto y permanezcan el mayor tiempo posible con ellos.

Otro de los servicios es el contrato de un auxiliar por horas en función de las necesidades de cada mayor. Para Gema Cuello, «es la manera más sencilla de evitar la soledad porque podemos ir desde un par de horas de apoyo puntual para acostarle o hacerle unas tareas de limpieza a pasar prácticamente el día con él. Incluso podemos acompañarle por la noche en el hospital si no tiene a nadie». Las horas más demandadas son las franjas que van desde las 9.00 a las 11.00 y desde las 21.00 a las 23.00. En esos horarios se llevan a cabo dos labores fundamentales en el cuidado de los mayores. Por la mañana es el momento en que se le apoya en el aseo diario y por la noche es la hora en la que se le ayuda a acostarse.

Aparte de estos servicios tradicionales, desde la fundación quieren incidir en el programa Vivir y Compartir. Este consiste en poner en contacto a una estudiante voluntaria que busca un lugar donde alojarse con una persona mayor que viva sola. La joven paga unos 80 euros para sufragar gastos y así tiene un sitio donde quedarse de manera económica mientras lleva a cabo sus estudios. Al mismo tiempo, la persona mayor tiene una asistencia durante todo el día. «Esta se tiene que comprometer a darle su intimidad a la joven y unas horas determinadas de estudio al día», aclara la trabajadora social, que resalta que «así las dos salen ganando».

Futura Ley del Mayor

Al margen de la iniciativa privada, tras la mesa del mayor convocada por el Justicia de Aragón, los partidos ven con buenos ojos impulsar la Ley del Mayor, una norma integral que proteja a los jubilados aragoneses y aborde los problemas que sufre principalmente esta franja de la población. Para Cuello, esta idea «es maravillosa». En especial, para aquellas personas mayores que «no eligen la soledad de forma voluntaria». Los hijos de Juan García también se muestran favorables a esta iniciativa, al igual que Pastor. «Es una buena idea porque hay que protegerlos», afirma contundente Belén García.

Sin embargo, desde el punto de vista de Pastor y Cuello, también es importante ampliar más la Ley de la Dependencia. «Nosotros somos centros privados, pero desde la oferta pública sería importante plantear diversas medidas», dicen. A la trabajadora social se le ocurre que «habría que promocionar los centros de día, dar a conocer los programas y, sobre todo, dotarla de más recursos». «Hay que renovarla. Las ayudas van muy lentas y hay que apoyar a las familias», concluye Pastor.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión