fruticultura

Enfilados a por la IGP

Productores de cerezas de la comarca del Aranda y Calatayud han sentado las bases para lograr que sus producciones puedan lucir un Identificación Geográfica Protegida.

La calidad de las cerezas del Aranda y Calatayud buscan el reconocimiento con una marca europea.
La calidad de las cerezas del Aranda y Calatayud buscan el reconocimiento con una marca europea.
H. A.

La jornada final del proyecto de cooperación ‘Puesta en valor de la cereza de las comarcas de Calatayud y del Aranda ha servido para constatar que se han asentado las bases para formar una Indicación Geográfica Protegida (IGP) que abarcaría 3.300 hectáreas y el 40% de la producción de esta fruta en Aragón. Al mismo tiempo esta iniciativa ya ha tenido dos resultados tangibles: la constitución de la Asociación para la Promoción de la Cereza de ambas demarcaciones, que supera los 30 miembros entre productores, comercializadores y transformadores, y la creación de una marca de calidad.

«Queremos seguir adelante y dar los pasos para aprovechar lo trabajado en el proyecto», explica José Manuel Sebastián, en representación de la Cooperativa Niño Jesús de Aniñón, que lleva la presidencia de la asociación. Asimismo, insiste en que «falta un último empujón» para ser IGP y explica que el siguiente paso es presentar el estado en el que está la iniciativa ante el Gobierno de Aragón y ante su director general de Calidad y Seguridad Alimentaria: «Necesitamos financiación y, especialmente, que continúe el apoyo técnico», detalla.

En este sentido, Pablo Barcelona, gerente de la entidad coordinadora del proyecto, el ADRI Calatayud-Aranda, reconoce que «se ha conseguido el objetivo inicial, que era analizar el producto y crear la asociación que es el instrumento decisivo a la hora de continuar con el proyecto». A su vez, argumenta que sí es viable el sistema de control de calidad ligado a una IGP porque «existe una más crítica para sostenerlo». Además, defiende que es una denominación que «protege a los productores de prácticas desleales, al medio ambiente y al entorno social y genera confianza al consumidor».

Por su parte, Javier Rodrigo y Teresa Juan, del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón, encargados de los análisis de las variedades de cereza y de los parámetros de la carta de calidad, destacan que el índice de maduración (una fórmula que relaciona los niveles de azúcar y acidez) obtenido dentro de la marca de calidad es más alto que los aportados en muestras llegadas desde otros puntos de Aragón y España. «Hay una mayor calidad organoléptica», indican.

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