gente de la tierra

Los relinchos de las caballerías vuelven a escucharse en Graus

El municipio acoge este fin de semana la XV edición de la Feria Caballar, que se enmarca dentro de la Feria de San Miguel, que data del año 1201.

Un grupo de jinetes en la plaza Mayor de Graus, con motivo de una edición anterior de la feria.
Un grupo de jinetes en la plaza Mayor de Graus, con motivo de una edición anterior de la feria.
E. Cereza

En el hogar familiar de Enrique Cereza siempre ha habido equinos. De pequeño convivía con las mulas y burros de trabajo de su abuelo y ahora es él quien pasea a sus nietos en el poni que compró nada más nacer el primero de ellos. Por eso, no resulta nada extraño que este albañil jubilado, que nació en Estadilla hace 69 años y lleva más de cuatro décadas viviendo en Graus, fuera uno de los primeros voluntarios que se apuntó para ayudar a recuperar la feria caballar que antiguamente se celebraba en el marco de la tradicional Feria de San Miguel, que tiene sus orígenes en 1201, como privilegio del rey de Aragón Pedro II a la localidad.

Coincidiendo con su 800 aniversario, en el año 2001, se apostó por retomar esta parte de la fiesta que se había perdido en los setenta, con la incursión en el campo de la maquinaria agrícola.

Daniel puso su granito de arena llevando a sus caballos a una feria que en 2019 celebra su decimoquinta edición. «En aquella primera edición participaron más de 80 caballos y es este año vamos a reunir a más de 50 jinetes, no solo de Graus, sino de toda la comarca. Antiguamente, la gente venía a la feria a vender y comprar caballerías, y ahora vienen a disfrutar de las actuaciones que se organizan, aunque todavía queda alguna persona dispuesta a vender o a comprar caballos», indica Enrique Cereza.

Para él, este es uno de losdías más importantes del año y, junto con sus amigos, entre los que se incluye Daniel Carrera, otro gran impulsor de la feria, colabora con ilusión para que sea todo un éxito. «La gente viene encantada porque hay muy buen ambiente y les animamos a que se monten en las caballerías, les den de comer a los animales o acudan a ver las exhibiciones de herraje, los espectáculos ecuestres o la marcha caballar que hacemos por el casco urbano».

Él ha bajado este año a la feria acompañado de Airis y Terry, dos de los caballos con los que cuenta la familia, y sueña en que esta tradición se mantenga en el tiempo y se sepa valorar la figura de estos animales. «El caballo es un animal muy inteligente y muy fiel. Siempre está contigo y no te abandona. En alguna ocasión, el animal ha tropezado y se ha caído conmigo encima y no se ha movido del sitio hasta que no ha visto que yo bajaba de la montura sin problemas».

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