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La Guardia Civil busca a un tercer implicado en el crimen del informático vasco en Pedrola

La pareja detenida se negó a declarar, por lo que los investigadores podrían retrasar su paso ante el juez. 

La pareja detenida en Pedrola por el asesinato del informático vasco
La pareja detenida en Pedrola por el asesinato del informático vasco
Heraldo

La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil está buscando a un presunto tercer implicado en el crimen del informático vasco José Antonio Delgado Fresnedo, perpetrado el pasado 6 de septiembre en Pedrola. Por estos hechos fueron detenidos el miércoles la pareja compuesta por el magrebí Mohamed A. D. y su compañera venezolana, pero los investigadores sospechan que alguien pudo ayudarles.

La profusa investigación de los criminalistas les hace creer que el asesinato del vecino de Guecho (Vizcaya), de 54 años, se produjo en la nave del polígono de la Ermita que tenían alquilada los arrestados y que usaban como vivienda habitual. Tras matarlo a golpes, desde allí lo habrían trasladado después en el maletero de su propio Mercedes a una zona de cultivos ubicada a unos 5 kilómetros, donde lo enterraron.

La corpulencia del informático vasco, que había quedado con la venezolana a través de la página de citas Badoo en la estación de Luceni, hace pensar a los investigadores que para moverlo y sepultarlo la pareja precisó de una tercera persona. El modus operandi de los otros dos robos que se les atribuyen y de los que fueron víctimas un empresario de Tudela, dos días antes, y un rumano, el 27 de julio, refuerza la hipótesis de que alguien tuvo que colaborar con los dos detenidos.

La pareja detenida se negó ayer a prestar declaración en la Comandancia de la Guardia Civil de Zaragoza, lo que podría llevar a los investigadores a agotar las 72 horas de arresto, antes de pasarlos mañana al mediodía a disposición del juez de guardia.

Fuentes de la investigación confirmaron a HERALDO que la Guardia Civil encontró ayer dos pistolas (una era Taser, para disparar cargas eléctricas), una carabina, varios vehículos (el negocio aparente al que se dedicaban era limpieza de coches) y una decena de teléfonos móviles, material que podría proceder de robos anteriores a otras víctimas que no han presentado denuncia.

El Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil en Madrid está examinando los restos de sangre encontrados en la nave para confirmar si es del informático vasco, como sospechan los investigadores.

La llegada de la UCO a Pedrola se produjo hace varias semanas. Desde entonces, sus agentes establecieron una estrecha vigilancia sobre la pareja, tanto a través de escuchas telefónicas, como del geolocalizador que llevaba el sospechoso en una pulsera de seguimiento por su implicación en casos de violencia de género. La detención de la pareja se aceleró (los planes eran dilatarla para recoger más información) cuando se supo que esta había vendido el Mercedes de la víctima a un tercero a través de internet.

La Guardia Civil trataba de resolver el crimen del informático vasco partiendo de otros dos casos similares –en los que no hubo muertes, pero sí robo– ocurridos en Pedrola. La denuncia y declaración de las dos víctimas sirvió para medir la peligrosidad de la pareja, que actuaba armada, y la participación de una tercera persona.

Dos órdenes de alejamiento por maltrato 

Mohamed A. D., el sospechoso del asesinato de Pedrola, era conocido en la localidad ribereña desde que llegó hace más de un año con su compañera de origen rumano y tres hijos. Procedían de Vinaroz (Castellón) y también vino con su madre y su hermana. En menos de medio año, el magrebí protagonizó dos episodios de violencia de género con la madre de sus hijos y con una chica de la localidad aragonesa con la que salía. Los jueces dictaron sendas órdenes de alejamiento por maltrato y le impusieron la pulsera Comet para no acercarse a las dos mujeres. Aun así, compartía la tutela de los tres hijos cada semana y en el pueblo tenía la imagen de ser «un buen padre», según cuenta un vecino de Pedrola.

Después de esos sucesos, Mohamed A. D., que tiene otros antecedentes penales, se hizo pareja de la mujer venezolana y alquilaron la nave en el polígono de la Ermita para montar un negocio y residir en ella.

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