educación

La demanda de enseñanza de los idiomas clásicos cae mientras sube la de japonés y árabe

Según los datos del Centro Universitario de Lenguas Modernas (CULM) de Zaragoza, la matriculación en inglés, alemán o francés ha caído en torno al 25% en poco tiempo. 

Julia Jiménez, directora del Cnetro Universitario de Lenguas Modernas de Zaragoza, y Lourdes Eced, profesora de portugués.
 Julia Jiménez, directora del Centro Universitario de Lenguas Modernas de Zaragoza (a la derecha), y Lourdes Eced, profesora de portugués.
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El auge de las escuelas y centros de idiomas que se produjo tras el inicio de la crisis ha dado paso a una realidad muy diferente a la que había en las aulas hace una década. Las novedades en cuanto a políticas lingüísticas, el Plan Bolonia o el auge de los centros bilingües han modificado de forma sustancial la configuración de las aulas de espacios como el Centro Universitario de Lenguas Modernas de Zaragoza (CULM).

Como explica Julia Jiménez, directora del centro, los idiomas que más han caído en los últimos años han sido el inglés y el alemán. En el caso del primero, la puesta en marcha de  políticas bilingües en los institutos de secundaria ha tenido mucho que ver, ya que alumnos de 16 a 18 años salen con un nivel B1 o B2 de sus respectivos centros. “Eso hace que con nosotros tengan poco recorrido. Y esto, sumado a la aparición de los exámenes y el certificado CertAcles han hecho que algún alumno que estudiaba con nosotros por placer haya llegado a pensar que ya no iba a ser así”, resume la directora.

En cuanto al alemán, lengua que enseña la propia Jiménez en el centro, asegura que sufrió mucho tras la crisis. “Aumentó su número porque crecía el número de personas que quería trabajar en Alemania pero al ser un idioma que necesita una mayor dedicación, las prisas no cuadraban con él”, explica.

En 2010 se inscribieron más de 2.150 personas inglés frente a las 1.600 de 2018, lo que supone un descenso del 25%. En francés fueron 430 las personas inscritas frente a las 340 (-21%) del pasado año mientras que en alemán pasaron de 420 a 300 (-30%). Hay que tener en cuenta que lograr un nivel B1 en inglés, francés, portugués o italiano son tres años, frente al alemán que son 4 o al japonés que son 6.

Uno de los idiomas que sufrió un mayor ‘boom’ tras la crisis y que más ha caído desde entonces ha sido el chino pasando de contar con 126 estudiantes en 2010 a apenas 26 el pasado curso. “También tiene que ver la llegada del Instituto Confucio”, opina la directora. Otros idiomas tradicionalmente menos demandados se han mantenido estables, como el italiano, con 165 alumnos, el ruso (20) o el portugués (40), mientras que siguen creciendo otros como el árabe (120), el japonés (104) o el griego –este último debido a la implantación del grado on line ha logrado doblar el número de matrículas pasado de 26 a 46 personas-.

El italiano se mantiene año tras año debido a que es uno de los destinos preferidos por los Erasmus aragoneses. “Tan solo el pasado año 240 estudiantes de Unizar eligieron Italia como país de destino, seguido de Francia en segundo lugar con 110”, añade Jiménez.

Marco di Domenico es profesor de italiano en el centro desde hace 5 años. “Conocí Zaragoza precisamente durante mi viaje Erasmus en 2013 y me encantó”, explica. Hoy asegura que gran parte del éxito de esta lengua entre los jóvenes aragoneses es su facilidad a la hora de aprenderla debido a que comparte raíces con el español. “Hoy en día, en un mundo tan globalizado, conocer una lengua más es un plus”, afirma.

Eso sí, aunque en un principio parezca muy fácil de aprender, asegura que al avanzar la cosa se complica. “Digamos que el periodo de adaptación es sencillo y que los alumnos llegan muy emocionados, pero el éxito del aprendizaje dependerá siempre de la motivación del alumno”, resume.

Cuestión de motivación

Por su parte, Lourdes Eced, natural de Alloza en Teruel, es profesora de portugués desde 1994. Además, es la única profesora que organiza viajes de estudios con sus alumnos, un plus que marca la diferencia. "Fue durante un viaje a Lisboa a mediados de los 80 cuando me enamoré del país y de la lengua, por lo que a pesar de que era una cultura desconocida decidí quedarme y estudiarla durante varios años”, rememora. En su opinión, el perfil del alumno es de “gente que ama la cultura portuguesa, sin duda un aliciente fundamental a la hora de estudiar un idioma”, opina.

Y precisamente fue este amor por la cultura, pero en su caso por la japonesa, lo que llevó al zaragozano David Gordo (29), a matricularse en japonés hace seis años y llegar incluso a dejar su trabajo en un laboratorio para realizar un intercambio con la Universidad de Kobe durante 12 meses, viaje del que acaba de regresar. “Toda mi generación ha crecido viendo series animadas y siempre me llamó la atención esta cultura”, afirma.

Por eso, cuando le hablaron de la oportunidad de realizar un intercambio decidió vivir esta experiencia que cataloga de auténtico “shock cultural”. “Aprenderla no es nada fácil, no tiene nada que ver con el español o el inglés y empiezas completamente de cero pero creo que he aprendido más este año que en toda mi formación en el centro”, asegura.

El zaragozano David Gordo (en el centro), de 29 años, en su viaje a Japón.
El zaragozano David Gordo (en el centro), de 29 años, en su viaje a Japón.
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Este componente cultural que levanta pasiones y sobre todo mucha curiosidad entre los estudiantes también se da en el caso del árabe. Laura Sánchez (24) habla seis idiomas, entre inglés, francés, español, italiano, alemán y árabe. “Es una cultura muy conectada a la nuestra y siempre me ha suscitado mucho interés, me encanta practicar la escritura aunque reconozco que es muy complicado ya que se trata de un alfabeto completamente diferente al resto”, explica.

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