Heraldo del Campo

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Más legumbres en el campo

Aragón cuenta desde hace unos días con un Grupo de Cooperación-Estrategia para la promoción y el uso de leguminosas autóctonas para alimentación humana y animal.

Vista de un campo de soja en la localidad oscense de Sariñena.
Vista de un campo de soja en la localidad oscense de Sariñena.
F. Aula Dei

Hasta mediados del siglo pasado, el cultivo de leguminosas en grano tuvo una gran importancia en la agricultura de secano, no solo de Aragón, sino también del resto de España y Europa. Pero, poco a poco, esta producción fue decayendo y, en la actualidad, se cultivan alrededor de 200.000 hectáreas en España, 530.000 menos que en la década de los 60. También la producción ha disminuido, pero en menor medida y las cifras rondan las 280.000 toneladas.

Esta caída en la producción podría ir acompañada de un descenso de la demanda, sin embargo ocurre todo lo contrario, debido sobre todo al aumento de las producciones ganaderas por el incremento de las exportaciones y por el incremento del consumo de carne, demandas que se solucionan recurriendo a las importaciones.

Por este motivo, y conscientes de que el campo de las leguminosas tiene mucho futuro y pueden ser una importante fuente de ingresos, se ha puesto en marcha hace unos días el Grupo de Cooperación-Estrategia para la promoción y el uso de leguminosas autóctonas para alimentación humana y animal.

Esta iniciativa cuenta con un presupuesto de 150.000 euros, cofinanciados por el Gobierno de Aragón y la Unión Europea, para la ejecución de trabajos cuyo fin último es organizar la actividad entre los agentes implicados para promocionar el uso de leguminosas y coordinar una red de ensayos con ellas.

Un grupo liderado por la Fundación Parque Tecnológico Aula Dei, y cuyos principales beneficiarios son la Federación Aragonesa de Cooperativas Agrarias (FACA), la Cooperativa Los Monegros de Sariñena, la Sociedad Cooperativa Limitada Agrícola de Barbastro, la Sociedad Cooperativa San Licer y la Sociedad Cooperativa Agraria Virgen de la Oliva.

"Las previsiones de crecimiento mundial van acompañadas de una población que demanda cada día más cantidad de carne y esto lleva implícito un aumento de necesidades proteicas. Por este motivo, es importante motivar a los agricultores para que recuperen este tipo de cultivos y puedan hacer frente a las demandas de la industria de piensos y del resto de eslabones de la cadena de alimentación animal y humana", indica Ana de Diego Nerín, responsable de Desarrollo de Negocio de Fundación Aula Dei y coordinadora de este proyecto.

Medioambiente

Además, la apuesta por las leguminosas también resulta muy beneficiosa para el medioambiente. "Si se promueve la integración del cultivo de leguminosas en la rotación de cultivos es posible mejorar la estructura del suelo y además se pueden romper ciclos de enfermedades y plagas y minimizar el consumo de fertilizantes", apunta la investigadora, quien recuerda que las leguminosas presentan una importancia destacada en la protección del medio ambiente y en la lucha contra el cambio climático, según declaraciones de la FAO.

De hecho, según informes redactados por este grupo de trabajo, las leguminosas tienen capacidad para fijar el nitrógeno atmosférico, lo que acarrea un impacto positivo sobre la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y sobre la reducción del uso de productos fertilizantes. Son cultivos resilientes a nivel ambiental que ofrecen nutrientes esenciales a los ecosistemas biológicos. Además, como media, los cereales que se cultivan de forma posterior a las leguminosas producen 1,5 toneladas más por hectárea que los no precedidos por este cultivo, lo que equivaldría a un ahorro de 100 kilogramos de fertilizante nitrogenado.

Son cultivos considerados interesantes porque generan poco desperdicio alimentario y, desde el punto de vista agrícola, suponen una mejora del perfil agronómico de los suelos a la vez que fomentan la biodiversidad.

Por todas estas razones, desde este grupo se pretende aunar esfuerzos en materia de investigación y también de difusión de los conocimientos obtenidos para trabajar de una manera más coordinada y eficiente en cómo hacer frente de forma conjunta a esos retos y problemáticas.

"Este proyecto representa una oportunidad única para afrontar estos desafíos del sector y asegurar el éxito en el incremento y estabilidad de la producción y uso de leguminosas en la cadena de suministro. Y hacerlo de una manera coordinada, dando voz a todos y cada uno de los agentes que están involucrados", matiza.

Escasa producción

En la actualidad, los cambios en las dietas alimenticias están provocando una vuelta importante al consumo de legumbres. Los garbanzos, lentejas o judías vuelven a estar presentes, aunque no tanto como les gustaría a los productores y nutricionistas, en los menús diarios y, para hacer frente a esta demanda, España tiene que importar, sobre todo de Estados Unidos, Canadá, Turquía y México, el 61% de la lenteja que se consume, el 85% de la judía seca y el 75% del garbanzo.

España es un país importador neto ya que la producción nacional alcanza solo el 31% de la demanda. "Frente a esta situación, es importante que las cooperativas implicadas en el grupo de trabajo promocionen entre sus socios la apuesta por la producción de leguminosas y den visibilidad a los ensayos que se realizarán en los próximos años, ya que la actividad del grupo esta previsto que se prolongue hasta octubre de 2022", matiza Ana de Diego Nerín.

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