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Toreros yankis en los ruedos de Aragón

En la historia de la tauromaquia figuran varios diestros norteamericanos que pisaron la arena de los cosos españoles. Algunos de ellos hicieron el paseíllo en plazas aragonesas.

El diestro nacido en Brooklyn, Sidney Franklin
El diestro nacido en Brooklyn, Sidney Franklin
American Jewish Historical Society

La pasión taurina no entiende de nacionalidades, incluso en aquellos lugares donde más extraño pueda parecer que surja la afición por los toros. Es algo que trasciende más allá de España, Francia y varios países latinoamericanos. Toreros y toreras han surgido en diferentes épocas del mundo anglosajón y de luces se han vestido hasta diestros llegados del lejano oriente.

Los nombres de algunos de ellos figuraron en carteles de festejos taurinos celebrados en Aragón en la década de los 30 y en la de los 50 del siglo pasado. Uno de aquellos toreros fue el norteamericano Sidney Franklin, nacido en Brooklyn (Nueva York), en 1903. Su figura se recordó con motivo de la conmemoración del 50 aniversario del Día del Orgullo, el pasado mes de junio. Y es que Franklin era homosexual, judío, estadounidense… y torero. Le tocó lidiar con las convenciones de una época y una España incapaz de digerir su personalidad.

Franklin llegó a España en 1929 y debutó en Sevilla el 9 de junio, alternando con Rafael Sánchez Cámara y Francisco Reina Echeverría. Su afición había despertado unos años antes, en México, cuando vio torear allí a los espadas Rodolfo Gaona y Marcial Lalanda. Por entonces, se encontraba en el país azteca dedicado a la pintura y el dibujo, realizando carteles taurinos, y poco a poco fue creciendo su interés hasta llegar a los ruedos.

“Maté -¡a la primera vez!- confieso que sin saber cómo, y me hicieron dar dos vueltas al ruedo”

Aprendió de Gaona el toreo de salón y luego, en la ganadería de Xajay de los hermanos Guerrero, probó sus dotes ante decenas de astados. Al poco tiempo, en 1923, participó en un festejo benéfico en México alternando con Armillita. “Maté -¡a la primera vez!- confieso que sin saber cómo, y me hicieron dar dos vueltas al ruedo”, diría.

Pero su presentación, ya en serio, tuvo lugar año siguiente, en una tarde en la que compartió cartel con Carnicerito de México, Armillita Chico y Varita. Aquella temporada toreó en 14 ocasiones y en la siguiente, 18. Además de torero y artista, Franklin era piloto de aviación civil y había cursado el bachillerato en la Universidad de Columbia (Nueva York). Pero en 1930, su ilusión máxima era tomar la alternativa y luego volver a Nueva York para introducir en Estados Unidos la fiesta de los toros.

Sidney Franklin hizo el paseíllo en Zaragoza el 25 de mayo de 1930 con Pepe Amorós y Felipe Rodríguez II en una “novillada hispano-americana”, según recogió la prensa. Durante su visita a la capital aragonesa, el torero americano se alojó en el Gran Hotel, donde fue entrevistado por HERALDO dos días antes de su debut en el Coso de La Misericordia. La entrevista iba encabezada con el antetítulo ‘Uncle Sam’s Sword’ (El espada del Tío Sam) y el titular ‘Media verónica con Franklin’, y destacaba la frase de Franklin: “Me emociona la fiesta de los toros y he de llevarla a Nueva York con seguridad de triunfo”. En la información publicada el 23 de mayo se describe a Franklin como “un mozo espigado, rubio, sonriente, simpático… Recuerda a Lindberg en la figura y viste con natural distinción”.

Franklin era homosexual, judío, yanki… y torero. Le tocó lidiar con las convenciones de una España incapaz de digerir su personalidad

La novillada del domingo en el coso zaragozano no fue bien para el de Brooklyn, a juzgar por las palabras con que lo despachó el crítico taurino Juan Gallardo: “Sidney Franklin, el torero estadounidense que el domingo debutó en Zaragoza, hubo de refrescar y aun de rectificar en nuestra mente, de este modo, aquella vieja doctrina de Monroe: ‘Los toreros norteamericanos para Norteamérica’. Y es que Franklin torea en inglés, ‘yes’, y apenas sí lo entendemos”.

Gallardo describía su medrosidad en el cuarto novillo al que “la media estocada fue puesta desde el propio Broadway. Total; que no agradó el arte del torero yanki, porque, claro, que estilo no se podía esperar que tuviese, pero es que al ‘boy’ le falta también sangre torera”.

El diestro de Brooklyn, Sidney Franklin
El diestro de Brooklyn, Sidney Franklin
Biblioteca del Congreso de los EE,. UU.

Un par de meses antes, Franklin había sufrido una cogida grave en Madrid por la que necesitó 30 puntos de sutura. Fue el 16 de marzo en un festejo con novillos de Murube para los diestros: Sidney Franklin, el novillero de Belchite José Royo Turón Lagartijo II (hermano del torero Francisco Royo Turón Lagartijo) y Jaime Noain. Pero debido al percance no llegó a estoquear y regresó a Estados Unidos mientras duró se recuperación.

En su país de origen también fue durante un tiempo asesor de películas taurinas y también pronunció varias conferencias a lo largo de su carrera en las que dio a conocer el mundo de los toros y sus experiencias como matador de reses bravas. En 1945, tomó la alternativa en Madrid, el 18 de julio, con El Estudiante como padrino y Morenito de Talavera como testigo. Tenía 40 años.

“Me emociona la fiesta de los toros y he de llevarla a Nueva York con seguridad de triunfo”

El torero de Brooklyn escribió su propia biografía ‘Bullfighter from Brooklyn’, un tanto novelesca, y a lo largo de su etapa como matador recibió alrededor de veinte cogidas, la última en Juárez, México, en 1959. Fue amigo de Ernest Hemingway y aparece reseñado en su obra ‘Muerte en la tarde’, en un pasaje que dice: “Franklin es valiente con un valor frío, sereno e inteligente”. Finalmente, el torero neoyorkino terminó sus días en un asilo de ancianos de su ciudad natal hasta su muerte, en 1976, a los 72 años.

‘Yankis en la tarde’

A lo largo del siglo XX se han contabilizado más de 60 toreros estadounidenses, según recoge Lyn Sherwood en su libro ‘Yankees in the Afternoon’ ('Yankis en la tarde'). Un plantel que se inicia con el espada texano Harper B. Lee, a quien le siguen Sidney Franklin, John Fulton, Robert Ryan, Diego O’Bolger, Richard Corey, David Renk el Texano, Dennis Borba, Tracy Viser, Patricia McCormick, Bette Ford, Ana de los Ángeles, Bong Way Wong -Chiquito de Arizona-, Cole Porter Tuck -Rubio de Boston- o Barnaby Conrad, Niño de California -autor de la novela ‘Matador’, basada en la vida y muerte de Manolete-, entre muchos otros.

Ernest Hemingway y Sidney Franklin -a la derecha- en el puerto de La Habana, en 1934
Ernest Hemingway y Sidney Franklin -a la derecha- en el puerto de La Habana, en 1934
NARA

Por tierras aragonesas pasó en más de una ocasión el torero y pintor estadounidense John Fulton (Filadelfia, 1932 - Sevilla, 1998). El 31 de marzo de 1957 se celebró en la localidad zaragozana de Alagón un festival benéfico como “aperitivo de la temporada aragonesa” cuyo cartel anunciaba cuatro novillos utreros de la ganadería de don José Casas, procedentes de doña Carmen Sabrés, con los que se entenderían los conocidos novilleros Servulo Azuaje, de Colombia; Manuel Ávila, de Madrid; Andrés Álvarez, de Zaragoza; y el norteamericano John Fulton el Yankee.

El novillero zaragozano Andrés Álvarez se convertiría pocos años más tarde en un popular empresario al frente de la sala de fiestas Cancela, ‘el embrujo de la noche zaragozana’ como rezaba su eslogan. En ella actuaron artistas de renombre nacional e internacional, desde Josephine Baker a Antonio Machín, Luis Mariano, el Dúo Dinámico, Lolita Sevilla, Pedrito Rico, Alberto Cortez, Eduardo Rodrigo, Los 3 Sudamericanos o Bigote Arrocet, por citar solo algunos.

“John Fulton es americano. Y se le nota en cuanto hace. Como se le nota a Sidney Franklin, que llegó a matador de alternativa”

No destacó mucho el de Filadelfía en aquel festival de Alagón, según los críticos: “El norteamericano John Fulton se ve que tiene afición, tanta como por ahora desconocimiento del toreo y valor. Hizo lo que pudo, sin perderle la cara al novillo, y a costa de revolcones. Pinchó cuatro veces y se le aplaudió como estímulo y como premio”.

Toreó una novillada en Zaragoza dos años después, el 21 de junio de 1959 y de él se dijo entonces en HERALDO: “John Fulton es americano. Y se le nota en cuanto hace. Como se le nota a Sidney Franklin, que llegó a matador de alternativa”. Tampoco pudo lucirse aquella tarde en La Misericordia. Y por ello la crónica remataba que “de cualquier manera, estos contrastes, estos toreros extranjeros, a los que ganó el brillo, la seducción de nuestra fiesta, sirven para evidenciar las diferencias naturales de personalidad, de estilos, de aptitudes ungidas por temperamento que no pueden vencer las vocaciones más decididas, ni las voluntades más firmes”.

John Fulton el Yankee
John Fulton el Yankee
Todocolección

El arte de John Fulton

La afición de John Fulton a los toros había llegado a través de la literatura y el cine, cuando vio por primera vez el filme ‘Sangre y arena’ (Rouben Mamoulian, 1941), adaptación cinematográfica de la novela homónima de Vicente Blasco Ibáñez. En el año 57, la prensa decía del torero americano que hablaba “un sevillano de lo más puro de la calle Sierpes”. Fulton había llegaba a Sevilla para “graduarse” de torero tras iniciarse en México. Cuando tenía 20 años, se trasladó allí desde su Filadelfia natal gracias a una beca de la Escuela del Museo de Pensilvania para estudiar arte. En 1953, mató su primer novillo en San Miguel de Allende, ciudad situada en el estado de Guanajuato. Decidió entonces ser torero profesional pero el Ejército le llamó a filas y fue destinado a San Antonio (Texas).

Tras licenciarse, se marchó a España y en 1956 se vistió de luces en diez ocasiones con José Muñoz Pepe-Hillo como apoderado. Sus mayores deseos entonces eran debutar con picadores y, después, tomar la alternativa en Las Ventas. Consiguió el primero de ellos y así, el torero norteamericano debutó con picadores en Cádiz el 29 de junio de 1958. En un destacado, HERALDO recogía: “Los americanos que residen en España abarrotaron la plaza y los marinos de la Escuadra le llevaron a hombros hasta el crucero Boston, anclado en el puerto. Un éxito sin precedentes en la historia del toreo”.

Anuncio publicado en HERALDO, en 1958
Anuncio publicado en HERALDO, en 1958
Archivo HERALDO

Unos años más tarde, Fulton tomó la alternativa en la Real Maestranza, el 18 de julio de 1963, siendo apadrinado por José María Montilla, actuando de testigo César Faraco. Durante su carrera alternaría con figuras tan populares en su momento como Manuel Benítez 'el Cordobés', Antonio Ordóñez y Pepe Luis Vázquez.

El Congreso de los Estados Unidos le felicitó tras doctorarse. El torero recibió una comunicación firmada por los miembros del Congreso James A. Byrne y Mr. Edward R. Finnegan, que dieron la enhorabuena al diestro norteamericano por haber llegado al grado de matador de toros en la plaza de la Maestranza de Sevilla, “un honor y un orgullo para el pueblo americano”. Asimismo, le desearon muchos triunfos y le dieron ánimos para que su arte como pintor y su valentía como torero sirvieran como embajada de amistad y simpatía entre España y Estados Unidos. El yankee siguió logrando sus sueños y cuatro años después, en 1967, confirmó su alternativa en Las Ventas, con José Mata como padrino y Luis Navarro 'el Isleño' como testigo.

Fulton, con el maestro Juan Belmonte
Fulton, con el maestro Juan Belmonte
Archivo HERALDO

“Pinceles mojados en sangre de auténtico toro de lidia”

Fulton también destacó en su arte como pintor, principalmente de motivos taurinos. De hecho, se aseguraba que varios de sus cuadros estaban realizados con “pinceles mojados en sangre de auténtico toro de lidia”. Utilizaba esta técnica ideada tras una visita a las cuevas de Altamira. “Cuando vi aquellas pinturas y supe que los cazadores las hacían con la sangre de los animales que abatían, pensé que, siendo un torero-pintor, yo podía hacerlo con sangre de las reses a las que yo diera muerte”, decía.

En 1964, con motivo de una de sus exposiciones pictóricas, se decía que “lo que sí hay que destacar es que sea un artista torero norteamericano el que haya vuelto a utilizar los procedimientos empleados por los hombres de las cavernas… ¡Es una manera de llegar a la Luna!”. En una entrevista, Fulton explicaba que el primer cuadro que pintó así llevaba la sangre de un toro que había brindado al embajador de EE. UU. en las Naciones Unidas. “El cuadro fue para él y lo tenía en la embajada”, añadía. Otra de las personalidades que llegaron a tener un original suyo fue el trigésimo octavo presidente de los Estados Unidos, Gerald Ford.

Reproducción de una obra pictórica de John Fulton
Reproducción de una obra pictórica de John Fulton
Archivo HERALDO

A los 42 años de edad, en 1975, Fulton había toreado un total de 20 corridas como matador. Tenía una galería de arte en Sevilla y la pintura era se segunda profesión porque, pese a pisar con poca frecuencia los ruedos, se sentía torero, por encima de todo. De un modo u otro siempre estuvo vinculado al mundo taurino y además de su obra pictórica también diseñó trajes de luces, algunos para la casa Domecq.

Además de sus tardes en los cosos aragoneses, una efeméride que vincula a Fulton con Aragón tiene como protagonista al diestro José María Rudiez 'el Cabañero', torero nacido en Villamayor, en 1939. El Cabañero fue guardia civil de tráfico hasta que decidió cambiar las carreteras por los ruedos. Tomó la alternativa en Torremolinos, el 3 de octubre de 1971, de manos del diestro John Fulton, en presencia de Francisco Ceballos, y con toros de Juan Gallardo, en una tarde en la que también actuó la rejoneadora Antoñita Lucas.

El norteamericano también influyó en el arte de Ricardo Torres, diestro nacido en Zaragoza y criado en Santiponce (Sevilla), quien despertó su deseo de ser torero al ver entrenar en la plaza de la localidad sevillana a figuras como Espartaco, Emilio Muñoz, los Campuzano y John Fulton.

Fulton fue apoderado del espada japonés Atsuhiro Shimoyama, el Niño del Sol Naciente

En los años 90, Fulton fue apoderado de Atsuhiro Shimoyama, 'el Niño del Sol Naciente', un espada japonés que había decidido ser torero tras ver una nueva adaptación cinematográfica de ‘Sangre y arena’ (Javier Elorrieta, 1989). Pero por desgracia en 1995, el Niño del Sol Naciente, en una de sus primeras novilladas, sufrió un grave percance que le produjo una hemiplejia del lado izquierdo y le obligó a abandonar los ruedos.

Tres años después, en 1998, John Fulton fallecía en Sevilla a consecuencia de un infarto. Sus restos serían incinerados y sus cenizas, según expresó entonces su hijo, se esparcirían en la plaza de toros de la Real Maestranza, el barrio de Santa Cruz -donde se encontraba su galería de arte- y en México. Un año antes de su fallecimiento, el torero norteamericano había visitado Alcorisa con motivo del VII aniversario de la peña taurina Nicanor Villalta, al que también asistieron el novillero Atsuhiro Shimoyama, el torero aragonés Raúl Aranda y otras destacadas personalidades.

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