ARAGÓN

Teruel, más aislada que nunca por la falta de tren y la escasez de buses a Madrid

Teruel Existe pide a Lambán que reclame al Estado las autovías prometidas y el ferrocarril Cantábrico-Mediterráneo para acabar con el desequilibrio territorial en Aragón.

María Luisa Casanova, Manuel Gimeno, Jesús Plumed, Pepe Polo y Carlos Muñoz, de Teruel Existe, en la N-330, sin arcén y con muchas curvas. Piden que se haga la A-40.
María Luisa Casanova, Manuel Gimeno, Jesús Plumed, Pepe Polo y Carlos Muñoz, de Teruel Existe, en la N-330, sin arcén y con muchas curvas. Piden que se haga la A-40.
Javier Escriche

La capital turolense sufre más que nunca este verano la falta de comunicaciones, esa lacra ya centenaria que ha frenado su desarrollo económico abriendo la espita de la despoblación. A la escasez de autovías –desde que hace más de 10 años se terminara la A-23 no se ha construido ninguna– y a la ausencia siquiera de un triste tren regional con Madrid –todas las demás capitales españolas lo tienen– se suma el corte por obras de julio a octubre de su única vía férrea, la que le une a Zaragoza y Valencia.

Por si fuera poco, los autobuses que conectan Teruel con Madrid, ya de por sí tan escasos de frecuencias que no permiten ir y venir en el mismo día, podrían sufrir recortes debido a su baja ocupación. Ante tal confluencia de inconvenientes, la capital turolense ofrece este verano la imagen de un erial en cuanto a comunicaciones, un verdadero páramo en infraestructuras viarias y transportes públicos salvando los autobuses que van a Zaragoza y Valencia por el corredor de la A-23. El aislamiento de la ciudad ha llegado a un límite no alcanzado por ninguna otra capital peninsular.

"¿Pero qué está pasando con Teruel?", se pregunta la plataforma ciudadana Teruel Existe, la cual, no obstante, ofrece a renglón seguido la respuesta. "Lo que ocurre es que el sur de Aragón está totalmente abandonado", denuncia Manuel Gimeno, portavoz de dicha coordinadora reivindicativa.

A juicio de Teruel Existe, hay un doloroso "desequilibrio" entre la provincia turolense y la mayoría de los territorios españoles y aún entre Teruel y las otras dos provincias aragonesas. Según pone de relieve Francisco Juárez, líder histórico de Teruel Existe, mientras Zaragoza y Huesca tienen autovías con todas sus provincias limítrofes, Teruel solo dispone de este tipo de vía con Valencia y Zaragoza, faltándole con Tarragona, Castellón, Cuenca y Guadalajara.

Asimismo, las capitales zaragozana y oscense están unidas por autovía con las ciudades que les siguen en importancia –Calatayud y Barbastro-Monzón, respectivamente–, pero Teruel ha de conformarse con carreteras convencionales hasta Alcañiz y Andorra.

Mientras en otras provincias se desdoblan carreteras, en Teruel están estancados desde hace años los proyectos de las dos autovías que mejorarían la conexión de la capital con Madrid, la A-40 por Cuenca y la A-25 por Monreal del Campo.

Carretera para aventureros

Las dos carreteras nacionales que actualmente utilizan los turolenses para viajar a Madrid son infames. Una de ellas, la N-330 por Cuenca es, directamente, para aventureros. Sin arcenes y con menos de 6 metros de calzada, cuando lo mínimo en una vía nacional son 7 metros de anchura más arcén para circular en doble sentido, la carretera serpentea interminable entre la montaña y el río Turia. Camiones –cientos al día– y turismos se reparten como pueden el poco espacio que hay.

La otra, la N-211 por Monreal del Campo, lleva más de 20 años con la misma capa de asfalto –la vida media de este material son de 12 a 15 años–. Problemas en la licitación de las obras de mejora primero y la llegada del invierno después han demorado dos años el inicio de los trabajos, que, al parecer, arrancarán este agosto.

Así las cosas, ir de Teruel a Madrid con autobús –va por la N-211– cuesta casi 5 horas a pesar de que solo son 300 kilómetros por carretera –en línea recta son 200– separan ambas ciudades. La duración del viaje, la supresión hace un año por falta de subvención de la DGA de los únicos autobuses directos y la escasa secuencia de los buses impiden ir y volver en el día e incluso venir a Teruel a pasar el fin de semana o hacer lo propio en Madrid.

En similar situación se encuentra la A-68 entre Zaragoza y el Mediterráneo por Alcañiz, sin avances desde 2003 pese a que el norte de la provincia necesita urgentemente esta autovía como eje vertebrador y de desarrollo. Tanto la A-68 como la A-40 y la A-25 están recogidas en el Plan Específico para Teruel que el Gobierno central hizo suyo en 2005 tras las multitudinarias protestas capitaneadas por Teruel Existe que la ciudadanía de la provincia aragonesa menos poblada llevó a cabo desde 1999. El documento está colgado todavía en la web de la Moncloa, pero las tres autovías siguen siendo una entelequia.

Otro ejemplo de la dispar dotación de infraestructuras de comunicación en Aragón es que Huesca y Zaragoza tienen AVE con Madrid y con otras muchas ciudades, mientras Teruel se ha quedado este verano sin tren a ninguna parte.

Juárez carga contra el recién reelegido presidente de la DGA, el socialista Javier Lambán, "por no reclamar al Gobierno central los compromisos sociales incumplidos" y recuerda, como ejemplo, que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aseguró que la A-68 hasta Alcañiz estaría terminada en 2010. Sin embargo, el último tramo inaugurado de esta autovía fue el de Zaragoza-El Burgo de Ebro en 2003.

La plataforma Teruel Existe reprocha a Lambán que en su discurso previo a la investidura solo mencionara con nombres y apellidos el futuro corredor Cantábrico-Mediterráneo por Teruel y la A-68 hasta Alcañiz –el compromiso es su construcción hasta el Mediterráneo– como infraestructuras pendientes en la provincia. "Lambán se ha olvidado de todo lo demás pese a haber décadas de retraso", dice Juárez, para quien, "con aislamiento, es imposible el desarrollo de un territorio despoblado".

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