Heraldo del Campo

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Lo ecológico toma un nuevo rumbo

La agricultura ecológica aragonesa ha entrado en una nueva etapa. Le ha dado una vuelta a una situación marcada por el retroceso y crece en hectáreas y operadores. Y además estrena nueva junta en su comité.

Las hortalizas tienen una presencia destacada en la agricultura ecológica aragonesa, aunque sus explotaciones son más pequeñas y ocupan menor número de hectáreas.
Las hortalizas tienen una presencia destacada en la agricultura ecológica aragonesa, aunque sus explotaciones son más pequeñas y ocupan menor número de hectáreas.
A. C.

La agricultura ecológica ha dejado atrás aquellos años en los que no hacía otra cosa que perder terreno. Su presencia en la Comunidad está creciendo, incluso a dos dígitos, y aunque todavía no se han alcanzado aquellas cifras con las que Aragón se situaba a comienzos de siglo entre las primeras regiones de España, lo cierto es que ha tomado ritmo, especialmente en lo que a número de operadores se refiere.

Actualmente hay unas 62.600 hectáreas ocupadas por cultivos ecológicos, y en ellas han tomado fuerza las hortalizas y los leñosos (viñedo, almendro y vid), aunque la hegemonía la continúa teniendo el cereal. Ya hay 787 operadores certificados por el comité aragonés, de los que 108 se han sumado en el último año. Esta cifra se eleva hasta casi el millar si se añaden todos los productores aragoneses (incluyendo aquellos certificados por otras empresas privadas) que están inscritos en el registro de operadores ecologicos.

Y en este momento dulce ha entrado en escena una nueva ejecutiva que regirá en los próximos cuatro años el rumbo del Comité Aragonés de Agricultura Ecológica (CAAE), el órgano que se encarga de la inscripción en el registro correspondiente a los productores, elaboradores e importadores, que realiza el control y la certificación de los productos agroalimentarios acogidos a este método de producción, que proporciona formación de materias de ámbito agroalimentario ecológico y que impulsa la promoción genérica de la agricultura ecológica aragonesa.

Al frente del nuevo equipo y ocupando la presidencia se sitúa Antonio Artal, socio fundador de Ecolécera, empresa familiar que produce y comercializa cereales, legumbres, almendras, vino, aceite y hortalizas procedentes de sus cultivos ecológicos y gran conocedor de un sector en el que opera desde hace más de 24 años, "incluso antes de que saliera el decreto que regula está práctica", señala. Junto a Artal forman parte de la nueva junta del comité otros cuatro productores -Rafael Nasarre (que ocupará la vicepresidencia), Enrique Arcéiz, Javier Alfranca y Ester Ciria- además de cuatro elaboradores -Silos Canfranc, SAT Ara Calibre, Hacienda Ecológica Ecostean y Lácteos Torre del Conde-. Un equipo, con nombres (veteranos) que ya habían compartido trabajo en anteriores juntas y otros que toman por primera vez esta responsabilidad. Y todos ellos han trazado una hoja de ruta que descansa en dos pilares fundamentales: la promoción y la profesionalización.

Porque el objetivo es que se difunda la agricultura ecológica (no tanto el producto) bien para conseguir nuevos adeptos como para abrirse paso en los mercados -local, nacional y, por supuesto, internacional-, más ahora que parece haber una mayor corriente de consumidores preocupados por la salud y el respeto medioambiental. Pero también van a trabajar, como señalan sus máximos responsables, para conseguir que la labor del comité sea cada día más profesional y, por lo tanto, más eficaz. 

La agricultura ecológica ocupa actualmente en Aragón 62.600 hectáreas. El rey de esta superficie continúa siendo el cereal, que se extiende por más de 19.535 hectáreas, aunque su presencia ha ido retrocediendo mientras los leñosos tomaban el testigo del crecimiento. Ya hay 2.897,22 hectáreas de olivar y el viñedo ecológico se ha adueñado de 1.324 hectáreas. Hay 731,98 hectáreas de frutales (melocotoneros, manzanos, perales...), los frutos secos (almendro y nogal) se levantan sobre una superficie de casi 250 hectáreas y, aunque su presencia es muy inferior (las explotaciones son más pequeñas), las hortalizas avanzan ya por 161,30 hectáreas. Hay también leguminosas y unas 19.000 hectáreas ecológicas en barbecho (terrenos que no se siembra durante unos años para que la tierra descanse o se regenere).

No son aquellas cifras con las que este sistema de producción agrícola -con el que se obtienen alimentos (de origen animal y vegetal) de la máxima calidad y libres de residuos químicos, que respeta el medio ambiente y en el que no está permitido el empleo de productos químicos de síntesis- aupó a Aragón a los primeros puestos del panorama nacional. Porque hubo un tiempo, entre 2004 y 2005, en el que la agricultura ecológica llegó a ocupar 76.447,78 hectáreas repartidas por las provincias aragonesas, que representaban el 10,43% de la superficie total de España. Incluso llegaron a contabilizarse entonces 846 operadores (productores, elaboradores y comercializaciones) certificados que paseaban sin complejos una producción conjunta de más de 36.000 toneladas por las más reputadas ferias y los más exigentes mercados.

En este descenso tuvo mucho que ver un progresivo recorte de las ayudas públicas aragonesas que en los años centrales de la crisis llegaron más que mermadas a los bolsillos de los agricultores. Los productores de la Comunidad apenas recibían (y reciben) la mitad de lo que se abonaba en otras regiones como Andalucía, Castilla-La Mancha o Cataluña, donde el apoyo económico de sus gobiernos les permitió tomar velocidad de crucero hasta despegarse (y por mucho) de las cifras aragonesas.

No fue el único motivo. El máximo representante del Comité Aragonés de Agricultura Ecológica, Antonio Artal, señala que "hubo unos años" en los que el mercado no valoraba el producto ecológico, sobre todo, el cereal. Sus productores tenían que venderlo prácticamente al mismo precio que el convencional porque no había demanda.

Cambio de escenario

La situación ha dado la vuelta en los dos últimos años. Este tipo de producción ha comenzado a retomar el ritmo de crecimiento. Es cierto que las hectáreas son inferiores respecto a las que se contabilizaban en 2012, pero han aumentado el número de productores. "Entonces había mucho cereal ecológico y las extensiones eran mucho mayores; en cambio se ha incrementado notablemente la presencia de hortícolas y leñosos, cuyos cultivos ocupan una menor extensión", destaca Artal.

Y aunque ha perdido terreno incluso el cereal está viviendo un momento dulce, porque "está muy buscado" y, con mayor demanda, los productores mejoran los precios en hasta 10 céntimos por kilo. "Muchos productores están volviendo a este sistema porque sus explotaciones son económicamente más viables y no tienen que depender tanto de las ayudas porque su producto vale ahora más dinero", señala el máximos responsable de CAAE. Hay otras ventajas. Sin aportes de abonos químicos, fertilizantes ni insecticidas se consigue además un mayor ahorro de costes, más "teniendo en cuenta que, como se ha demostrado, las prácticas ecológicas no merman la productividad del cultivos", matiza Artal.

Pero si hay un sector que no termina de arrancar en ecológico, ese es el ganadero. No es que los profesionales aragoneses de esta actividad no estén interesados en esta práctica. Los motivos son otros. En primer lugar no hay mataderos ecológicos en Aragón a nivel local, señala Artal, por lo que los productores tienen que ir a otras comunidades vecinas para realizar el sacrificio. También hay que viajar fuera si se quiere conseguir pasto para el extensivo, ya que "en la Comunidad hay mucho forraje, pero ecológico muy poco, porque este cultivo quedó fuera de las ayudas".

Los transgénicos tampoco han sido un aliado. Todo lo contrario. La destacada presencia en la región de maíz genéticamente modificado -Aragón es la comunidad que más superficie dedica a este tipo de cultivo- ha conseguido que prácticamente no se pueda producir maíz ecológico en la región y obliga a los ganaderos de ecológico a proveerse de este cereal en Francia. "Pero es que si lo analizamos también le ha hecho daño al maíz isogénico porque se contamina", lamenta Artal, que asegura no entender "el empecinamiento de nuestros gobernantes en seguir apoyando los transgénicos cuando muchos países europeos ya los tienen prohibidos".

Promoción y promoción

El avance de la agricultura ecológica en Aragón se topa también con otro obstáculo. El mercado local es muy reducido y tampoco existen esos grupos de consumo que en otras comunidades han tirado de las ventas de este tipo de alimentos. Y se echan de menos, explican desde el comité, estructuras de comercialización para el aceite y la almendra que den respuesta al incremento de superficie ocupada por los leñosos ecológicos. Por eso, el destino más habitual de estas producciones es el exterior, principalmente Europa, y esencialmente Francia, Alemania, el Reino Unido y los países nórdicos.

Este es el escenario que explica que una de las obsesiones de la nueva junta del Comité Aragonés de Agricultura Ecológica sea la promoción. En ella van a centrar sus esfuerzos, y no solo para que el consumidor conozca (y adquiera) los productos obtenidos con esta práctica agrícola, sino para concienciar a la sociedad de que este tipo de agricultura es, por supuesto, un modelo de negocio que ofrece alimentos saludables y de calidad, pero también, un compromiso de sostenibilidad que garantiza el respeto al medio ambiente con unos modos de cultivo que huyen de lo químico y apuestan por lo natural.

Para ello, esperan contar con el apoyo de la Administración, cuyas puertas (presupuestarias) han tenido cerradas en los últimos años "por esa famosa deuda que teníamos y que ya está liquidada", señala Artal. Se refiere a aquellos 200.000 euros que el comité se vio obligado a devolver -tras una sentencia dictada en 2013 por un juzgado de Zaragoza- por el cobro en 2005 de unas ayudas a la comercialización que no fueron utilizadas para este fin.

"La deuda era muy discutible, pero se decidió zanjarla y comenzar de cero. Fuimos los operadores, a los que se nos subió las cuotas un 210%, los que tuvimos que hacer frente a ese desembolso", señala su nuevo presidente, que prefiere mirar hacia adelante y retomar la colaboración con la consejería de Desarrollo Rural y Sostenibilidad. Una colaboración y un entendimiento, señala, "en el que ha tenido mucho que ver el anterior presidente, José Miguel Sanz".

Con el restablecimiento de esta colaboración, la agricultura ecológica aragonesa quiere hacerse visible en un mercado interno en el que queda mucho recorrido. También tiene la mirada puesta en la exportación europea, con un consumo mucho más sensibilizado por lo ‘eco’. Y para ello su objetivo más inminente es recuperar su presencia en ferias de referencia como Biofach, en Alemania, "donde llegaron a participar más de 14 empresas", y la que en los últimos años apenas ha acudido una solo firma.

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