Lambán está diseñando un Gobierno obligado al equilibrio, a lo que le ayuda la fuerza del pacto firmado desde el primer momento con Arturo Aliaga (PAR). Es una apuesta arriesgada en un momento en el que la política nacional está estancada por la incapacidad de Pedro Sánchez para ser investido. No es tarea sencilla la del aragonés porque debe anteponer los intereses generales de los ciudadanos a los de los cuatro partidos que conforman la alianza: PSOE, Podemos, PAR y Chunta. Pero la Comunidad tiene retos de modernización y desarrollo que solo podrán abordarse sobre la base de unas Administraciones sólidas, solventes y bien coordinadas, empezando por la que tiene su sede en el Pignatelli.

Los nombres de los consejeros que ya se van desgranando, desde una posible Mayte Pérez (PSOE) a Aliaga, pasando por José Luis Soro (CHA) trasmiten un mensaje de moderación, experiencia y profesionalidad. Incluso la formación más extremista del pacto, Podemos, también podría optar por una persona dialogante, Maru Díaz. Todos, con Lambán a la cabeza, tendrán la tarea de garantizar a la Comunidad una muy necesaria estabilidad política, económica y social, a pesar de lo insólito de su alianza gubernamental. Deben evitar que las contradicciones internas y las ocasionales veleidades inconstitucionales de alguno de los socios paralicen la acción de gobierno. La estabilidad debe ser el objetivo primordial.