Aragón

Educación elige a dedo a seis de cada diez directores de colegio por falta de candidatos

Los centros rurales son los que tienen habitualmente menos voluntarios para el puesto. Los profesores aducen falta de incentivos y exceso de trabajo y burocracia.

Colegios en Huesca. Inicio de curso / 10-09-18 / Foto Roger Navarro [[[FOTOGRAFOS]]]
Un grupo de niños espera para entrar en el aula en un colegio de Huesca.
Roger navarro

El puesto de director de colegio no resulta atractivo para los docentes aragoneses. Como viene ocurriendo en los últimos años, el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón ha tenido que echar mano de su potestad y nombrar a dedo a seis de cada diez directores de los centros educativos de la Comunidad.

Según los datos recogidos en el último informe del Consejo Escolar de Aragón, referidos a la situación del sistema educativo en la Comunidad durante el curso 2017-2018, cuando hubo que renovar a los equipos directivos, en el 63% de los centros educativos públicos no se presentó ningún candidato para ocupar este puesto de responsabilidad. Los mayores problemas volvieron a darse en los colegios rurales (los CRA), donde fue necesario nombrar al 72% de los directores (siete de cada diez), seguido de los colegios de educación infantil y primaria, donde esta situación se dio en el 67% de los casos (se designó a dedo a casi siete de cada diez directores).

En los institutos en los que hubo que elegir nuevo equipo directivo, en el 46% hubo candidatos voluntarios y Educación nombró al 54% restante (cinco de cada diez). Algo mejor fue la situación en las escuelas oficiales de idiomas, donde el 60% de las que tuvieron que renovar este cargo contaron con candidatos para hacerlo y en los centros de educación de personas adultas (CEPA),en los que también hubo candidatos en el 58% de los casos.

Estas situaciones, aunque parezcan paradógicas, no son nuevas. Según las fuentes consultadas, la falta de candidatos para los puestos de director lleva años produciéndose y ocurre en toda España, no es algo que solo se registre en Aragón.

En estos casos, en los que nadie da un paso al frente, es la Inspección de Educación quien designa al responsable tras hablar con el director saliente y con el claustro. Se intenta que alguien se presente voluntario e incluso se abre la posibilidad a que ocupe el puesto un profesor de otro centro que haya planteado un proyecto y pueda ocupar el cargo mediante una comisión de servicios

Mediador en conflictos

Las razones para este recelo son variadas. Por una parte, los profesores no encuentran incentivos suficientes para serlo, ni desde el punto de vista económico ni desde el profesional. A esto se añade que suele ser un puesto ingrato, en el que tienen que lidiar con las familias, con los propios compañeros y con la Administración. Por último, y no menos importante, la carga burocrática, la obligación de llevar al día el papeleo, es una losa que no todos quieren asumir.

Y es que ser director de un centro educativo no es ninguna bicoca desde el punto de vista económico. Por el cargo se percibe un plus que puede oscilar entre 100 y 600 euros (la media suele estar en unos 300 euros), en función del número de clases y de alumnos que tenga el centro. Un incentivo que no siempre compensa si se tiene en cuenta que la dirección no tiene horario fijo y exige más dedicación que el resto de la plantilla. "En la mayoría de los centros –explican los docentes consultados–, el director suele ser un ‘comodín para todo’: debe estar al tanto de los pagos, el papeleo, de avisar a los gremios cuando hay averías, mediar en los conflictos con las familias y tomar decisiones de gestión que no siempre gustan ni a sus colegas ni a las familias".

La burocracia y la falta de incentivos, principales escollos

Cada centro tiene su propia problemática, pero en lo que todos los docentes consultados coinciden es en que la falta de incentivos y la carga burocrática que conlleva el cargo son los principales escollos, lo que retrae a los profesores a la hora de presentar candidatura y proyecto educativo para optar al puesto de director de un colegio.

Alicia Echevarría, tesorera de la recién creada Asociación de Equipos Directivos de Infantil y Primaria (Aedipa), es una de las muchas responsables de un centro educativo aragonés que fue designada a dedo por Educación. Ella es docente del colegio público San Jorge, de Herrera de los Navarros, y en el curso 2008-2009 se quedó sola, ya que sus otros cuatro compañeros profesores concursaron para traslados y se fueron. "En la zona rural hay un problema serio: la movilidad del profesorado. No hay una plantilla estable; cada dos años, los docentes definitivos que imparten clase en esos centros intentan acercarse a la capital y los colegios rurales se quedan vacíos", explica. Eso fue lo que le ocurrió a ella: fue directora por decisión administrativa ese año, pero al siguiente ya presentó su candidatura y su proyecto educativo y desde entonces continúa desempeñando esa responsabilidad.

En su caso, en un colegio pequeño, con solo 33 niños, es como la ‘mujer orquesta’: es directora pero también secretaria y jefa de estudios. "Pero no queda otra –dice–; no hay más gente. Yo no tengo equipo directivo". Por ello, recuerda que una de las principales reivindicaciones de Aedipa es que se cree la figura del secretario itinerante, que pueda atender, o aligerar al menos, la carga burocrática de los colegios rurales. Algo parecido a lo que ocurre en los ayuntamientos más pequeños.

Una labor no siempre grata

Porque al igual que otros docentes, Echevarrría opina que el principal problema de la dirección es que hay mucha burocracia. "Se nos pide que llevemos una dirección pedagógica, pero al final es tanto el papeleo, la carga administrativa que exige el cargo, que esa función queda atrás". También considera que económicamente no compensa, sobre todo en los colegios rurales, con pocas vías y alumnos.

Algo en lo que se muestra de acuerdo Eva Bajén, presidenta de la Asociación de Directores de Instituto de Zaragoza (Adizar). Ella es directora desde hace dos años del IES Cinco Villas, de Ejea de los Caballeros, y afirma que las motivaciones para presentar su candidatura no fueron económicas:"No cobras mucho más que el resto de tus compañeros –asegura–, te motiva el llevar adelante un proyecto educativo y la dedicación pública".

Bajén explica que las razones de que no en todos los centros educativos se encuentren voluntarios para ocupar el cargo de director hay que buscarlas en lo ingrato que resulta en ocasiones el puesto. "La labor del director puede ser ingrata. Eres parte de la Administración, pero a la vez eres docente y estás entre los dos mundos, teniendo que cumplir con ambos". Asimismo, en su opinión, a muchos les retrae el papeleo y la carga burocrática y el temor a no saber dirigir un centro educativo, con su complejidad legal y sus normas.

Por último, recuerda que a los directores se les rebaja la carga lectiva, algo que para unos es una bendición, pero que retrae a otros. "Si te gusta el aula echas de menos el trato con los alumnos. A fin de cuentas, el docente es un formador no un gestor".

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