ARAGÓN EN FIESTAS

Colungo convierte el duro trabajo de la siega en un festejo

En Colungo (Huesca) se celebran la fiesta de la Trilla y al Siega el 21 de julio. 

Dos mujeres y un niño pasean sentados sobre el trillo que tiran dos burras.
Dos mujeres y un niño pasean sentados sobre el trillo que tiran dos burras.
José Luis Pano

Las duras tareas de la siega y la trilla se han convertido en Colungo en un museo etnológico vivo y en uno de los atractivos turísticos de esta localidad enclavada en la sierra del Parque Natural de los Cañones y la Sierra de Guara. Los vecinos han sacado del baúl de los recuerdos trillos de cilindro y de pedreñas o de cantos de sílex, escobas de senera, rastrillos, hoces, ropas de faena y recetas caseras que daban energía a toda la familia para pasar varias jornadas en la era segando y trillando. Todo ello lo han convertido en una de sus fiestas más queridas, la de la Siega y la Trilla que este domingo cumplió su decimotercera edición atrayendo a numerosos visitantes.

La asociación cultural O Portal Da Cunarda, con el apoyo del Ayuntamiento, es la encargada de velar el tesoro etnológico de Colungo y de exponerlo al público dos veces al año: esta cita estival y para invierno, en torno al puente de la Constitución, la Jornada de la Matacía en la que elaboran con mondongo tortetas, longaniza, lomo, así como otros productos típicos de la zona como el anís que ha dado fama a la localidad, como almendras garrapiñadas y jabón con el aceite reciclado.

Colungo es un pueblo vivo que mira al pasado para convertirlo en promoción para su futuro. Y uno de sus mejores ejemplos es la fiesta vivida este domingo en la era Buil, que se convirtió en el epicentro social de la localidad. Medio centenar de voluntarios de la asociación se emplearon a fondo en recoger la cebada, hacer las gavillas y esparcirla por la era. Las burras se encargaron de ejercer de fuerza motor del trillo sobre el cual se montaron para pasear niños y adultos. Mientras, los segadores aventaban el trigo de la paja y lo amontonaban a los pies del trillo con escobas de ramas de arbustos.

Las mujeres fueron las responsables de preparar los tradicionales almuerzos, muy energéticos, como farinetas o sopas de pan, así como pan con vino y azúcar o pan con miel. Para combatir el calor, buenos tragos de vino en porrón. Y no podían faltar las jotas que fueron la banda sonora de una calurosa mañana de trabajo pero también de exaltación de la vida tradicional de los pueblos.

Los amigos de Albelda también acudieron a la cita aportando dos burras y la fruta típica de la localidad literana que sorteaban entre todos los presentes.

El alcalde de Colungo y miembro de la asociación cultural, Fernando Abadías, indicó que esta fiesta quiere rememorar lo que hacían antiguamente los antepasados. "Lo que se cosecha ahora con una cosechadora en media hora costaba antes un verano a una familia sacar el grano", dijo.

Los más mayores del pueblo tuvieron que describir cómo se hacían estas tareas a las nuevas generaciones para crear esta fiesta. Mayores como Juan José Cavero que ha trillado desde los ocho años: "Trillábamos con bueyes y estábamos todos los días en la era porque a pesar de que tenían mucha fuerza estos animales son tranquilos. Luego había que aventar con el aire, traspalar, poner el trigo en los sacos y subirla al pagar. Estábamos toda la familia, pero era una tarea muy dura".

La fiesta terminó este domingo con una comida popular, bien merecida después de tanto trajín.

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