Ala discreción que marca las reuniones de podemistas y socialistas se suman ciertas dosis de desconcierto, propagadas por mediadores que vienen de fuera para tensar las reuniones y se van, como Francis Gil, y avisos desconcertantes que corren como la pólvora y se quedan en nada. Entró como un relámpago Nacho Escartín ayer a su sede en las Cortes y como un trueno se oyó que el PAR levantaba el veto a que Podemos se sentara en el Consejo de Gobierno. Y Arturo Aliaga se convirtió en el hombre más buscado en La Aljafería hasta que, media hora después, se desmintió. Aunque los podemistas dicen que algunos del PAR les confiesan en privado que no les importaría compartir sillones, la línea oficial va por otro lado.

El 26-M barrió el buen ambiente en Podemos, y ahora los esfuerzos se centran en salvar los muebles. Y eso que Echenique vino a Zaragoza para decir que ve más fácil que Aragón tenga gobierno (progresista, se entiende) a que Sánchez se salga con la suya. Escartín no pasa por su mejor momento. A él se dirigió Lambán, de secretario general a secretario general, sin suerte, porque algunos dicen que Maru Díaz debe ser su interlocutora. A todos les une el interés por esquivar la condición de "pagafantas" que dicen que les reserva el PSOE para que le regalen la investidura por nada.

Un gobierno monocolor del PSOE solo tendría el apoyo del 20% de los españoles