“La disponibilidad de agua marca el cultivo de girasol”. Con estas palabras José Manuel Roche, presidente de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) en Aragón, explica la variabilidad de la superficie cultivada en Aragón del girasol. Y es que, según los datos estimados, los últimos recogidos por el ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) y teniendo en cuenta los estimados en 2018, el cultivo de girasol se verá mermado en un 1,5%, hasta las 14.900 hectáreas en Aragón, casi 200 hectáreas menos que aunque, en un primer momento, podría considerarse una campaña parecida no lo es, debido al cambio notable en el reparto de estas hectáreas entre las tres provincias.

En Huesca, la superficie ha caído un 35,2% en el último año, hasta las 2.462 hectáreas, un descenso que arrastra desde 2016, cuando se superaban las 5.000 hectáreas cultivadas. En cambio, tanto en Zaragoza como en Teruel este cultivo sigue creciendo exponencialmente. En la provincia zaragozana, un 4% hasta las 7.281 hectáreas; mientras que en la turolense ha aumentado un 20,3% hasta las 5.157 hectáreas, un auge que continúa desde 2016 cuando no llegaba a alcanzar las 3.700 hectáreas.

“En regadío, este cultivo no es tan rentable como el maíz, y, por este motivo, en la provincia oscense, donde el girasol se cultiva en regadío mayoritariamente, cuando hay disponibilidad de agua se opta por el maíz”, explica Roche que, a su vez, apunta que: “Al principio, tras el invierno tan seco, se pensó que en regadío se optaría por el girasol, en detrimento del maíz, debido a las restricciones de agua, pues este segundo necesita más agua; pero la vuelta de las lluvias hizo que los agricultores eligieran el más rentable”.

“Sin embargo, en secano, -continúa el presidente de UPA- este cultivo, que tiene unos menores costes de producción, sí que es más rentable en campañas como esta, donde aunque las escasas precipitaciones de la época invernal pusieron en jaque el aumento en secano y el descenso en regadío, finalmente, las lluvias han hecho que se continúe con la tendencia”. Asimismo, el aumento en la margen derecha del Ebro no le extraña, “pues, aunque ha sufrido fuertes variaciones de precipitaciones en los últimos meses, Teruel es el lugar de Aragón en el que más ha llovido, y en ese tipo de campañas, el girasol en secano resulta muy rentable”.

Preocupa la sequía para el futuro de las oleaginosas

A pesar de que en esta campaña, en cómputos generales la tendencia en el cultivo va a seguir siendo la misma: el girasol continuará creciendo en las zonas donde se cultive en secano y seguirá disminuyendo en regadío, como lo avalan las estimaciones de, por ejemplo, la provincia oscense, como hemos señalado, y de la comunidad andaluza, donde se estima una reducción de la superficie cultivada del 17%; el sector muestra su preocupación ante las épocas de sequía que ya han afectado a la cosecha de cereal de invierno y que suponen “una grave amenaza para las oleaginosas, como el girasol, donde las previsiones de cosecha más optimistas ya apuntan a un descenso importante en la producción”, como define la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja).

Y es que, según Pedro Gallardo, presidente del grupo de trabajo de Oleaginosas y Proteaginosas del Comité de Organizaciones Profesionales Agrícolas y de la Confederación General de Cooperativas Agrarias en la Unión Europea (Copa-Cogeca) y vicepresidente nacional de Asaja, “vamos a tener una merma en la producción europea del 4,1% y una reducción en la superficie sembrada del 8,2%, lo que incrementará las importaciones para cubrir las necesidades europeas”, que como indica él mismo: “Según el último balance de oleaginosas de la UE, Europa produce 35 millones de toneladas, importa 18 millones y exporta tan solo un millón”.