aragón, pueblo a pueblo

Valle de Bardají, reinventarse para sobrevivir

Este municipio agrícola y ganadero, situado a las puertas del valle de Benasque y al abrigo del Turbón, explora una incipiente oferta turística para valorar alternativas de presente y futuro.

Con casi tantos núcleos y caseríos dispersos como habitantes residiendo de forma permanente, el municipio de Valle de Bardají escenifica como pocos la actual dicotomía que se le presenta al mundo rural entre un modo de producción agro-ganadero acorde a las exigencias de mercado –que, guste o no, acaba por traducirse en una ‘industrialización’ del trabajo en el sector primario– y la promoción de un turismo a veces incompatible con el otro modelo productivo.

Rodeado de localidades que se han decantado por la oferta turística, muy cerca de la antigua sede episcopal de Roda de Isábena y bajo el manto protector de la mole del Turbón, no se le pueden negar a los núcleos del municipio enormes posibilidades para decantarse por el turismo; de hecho, se están dando los primeros pasos en este sentido, pero es innegable que Aguascaldas, Biescas, Llert, Esterún y Santa Maura continúan siendo localidades eminentemente agrícolas y ganaderas, posiblemente las que proporcionalmente dependen en mayor medida de este sector en toda Ribagorza.

José Antonio Rami subraya, por ejemplo, que su Aguascaldas no es un pueblo convencional "sino que son, básicamente, dos grandes explotaciones ganaderas con 12 trabajadores". "Es un pueblo vivo como ninguno pero, como esta agroganadería no gusta, tiene los días contados a no ser que cambie la filosofía de una sociedad que ahora no quiere grandes granjas en los pueblos con el pretexto de un falso ecologismo" entiende José Antonio para quien "con 300 ovejas no se puede vivir, y si pones 1.000 molesta al que tiene casita de turismo rural".

En la vecina Santa Maura –o Santa Muera, como se dice en la zona– la familia de Rosario Lascorz compatibiliza la ganadería con un proyecto de turismo rural que está obteniendo excelentes resultados. "Tenemos dos apartamentos que nos ayudan a conocer gente y dan algo de vida al pueblo aunque sólo sea en los fines de semana" comentan Rosario y su hijo Andrés Sesé, uno de los pocos jóvenes del municipio y que, como sus amigos Manuel Argente y José María Raso, apuesta por permanecer aquí. "Son sitios tranquilos con paisajes espectaculares y enorme libertad de horarios, aunque es cierto que existe la sujeción del ganado; en Santa Muera con el ovino y en Aguascaldas, Biescas y Llert con el vacuno, de carne en este último y de leche en los otros dos" comentan madre e hijo.

No obstante, cada vez es más decidida la apuesta por el turismo, como recuerdan en Casa El Moliné Manuel y José María. Existe ya una oferta de apartamentos turísticos "en las casas Tuzalet y Cosculluela de Biescas, en Casa Ramón de Santa Muera y en Casa Soltero de Aguascaldas" y que la oferta se beneficia de las rutas en BTT abiertas por el Cerbín y el Turbón. "Es un sector incipiente que tiene muchas posibilidades, aunque hemos de procurar ofrecer alternativas lúdicas y culturales a nuestros visitantes". La excelente calidad del agua en el municipio, tanto para beber como para el baño en las pozas de Biescas, la tranquilidad –"demasiada en ocasiones"– y las buenas relaciones vecinales son algunas de las bazas de un municipio muy bien comunicado por carretera.

En Llert reside Emilio Ferró. Nacido en 1933, ha vivido "bien, trabajando de lo que da el país" en el pueblo y ahora, jubilado, sigue disfrutando de este pueblo en el que llegó a contar hasta 96 personas. "Los tengo apuntados por su nombre, el de sus padres y el de sus casas" dice. Ahora solo hay siete todo el año "porque la juventud aquí no tiene plan de vida" aunque se han afincado un par de familias procedentes de Cataluña. Emilio muestra con orgullo la parroquia del pueblo, restaurada hace unos años; además de rehabilitar la fábrica del templo, devolvieron la prestancia a su coro finamente tallado en madera. "Estuvo a punto de ser tirado, pero con la restauración lo valoraron en lo que se merece" explica mientras señala algunas otras maravillas como la pila bautismal y el gran cuadro del bautismo de Jesús tras ella. El sacerdote de la zona viene "cada dos o tres domingos" a decir misa aquí aunque, a veces, solo tiene como feligreses a Emilio y a su esposa Amparo.

Aunque marchó con 17 años a Graus, María Pilar Cereza nunca ha roto su cordón umbilical con El Batán de Aguacaldas, su casa familiar, junto a la que se ha construido un edificio en el que pasa muchas temporadas con su marido e hijos "con un paisaje precioso y la mejor vista del municipio". Recuerda que cuando era joven había escuela. "Llegamos a estar una quincena de alumnos, y en cada casa residían ocho o nueve personas. Había ocho casas en Aguascaldas, tres en Santa Maura, cinco en Biescas, seis en Llert y otras dos en Esterún y estaríamos más de 150 personas en el municipio; en los 70 mucha gente marchó a buscarse la vida en otros lugares". Recuperar parte de esa población y mantener a los jóvenes en el municipio son los retos que afronta el Valle de Bardají.

La notable riqueza arquitectónica de todos los núcleos de población en el término

Aunque sus núcleos conservan interesantes ejemplos de arquitectura civil, el Valle de Bardají preserva un insospechado legado de patrimonio religioso que tiene sus máximos exponentes en la parroquial de San Esteban de Llert, del siglo XII en estilo románico, que alberga en su interior valiosas esculturas de santos, aunque algunas –como la de San Adrián– se exhiben en el Museo Diocesano de Barbastro; se cuenta con una curiosa tabla pintada del bautismo de Cristo, un singular coro en madera tallada del XVIII, o un sagrario dorado de la misma época. La sencilla y preciosa iglesia de San Saturnino de Biescas se puede fechar en la segunda mitad del siglo XI como una destacada muestra del lombardo de esta zona. Las capillas laterales y la actual portada deben ser obra del siglo XVII, época en la que posiblemente también se rehizo la bóveda de la nave. También románicas, algo más tardía la primera, son la iglesia de San Antonio de Esterún y la ermita de San Saturnino de Aguascaldas, fechable en el siglo XI, cuyas ruinas exigen un imprescindible trabajo de recuperación.

El Turbón, la montaña mágica de Ribagorza, ampara a todos los vecinos del municipio

No hay monte en el Alto Aragón que concite tantas leyendas e historias. Con su tradición mistérica es, sin duda, la montaña mágica por excelencia, el lugar de las brujas, hadas y encantarías, cuna de horrísonas tormentas y tempestades. Pero también es la montaña que protege, preserva el calor del sol en invierno y, con sus fuentes siempre vivas y salutíferas, riega tierras no demasiado generosas. Exenta de cualquier cordillera, se creyó que era la cima más alta de los Pirineos hasta que las modernas mediciones concluyeron, avanzado el siglo XIX, que había muchos picos cercanos que sobrepasaban de largo sus 2.492 metros... pero ninguno destaca en el horizonte tan nítido como esta mole poliédrica en la que, según la mitología, los dioses crearon una fragua de la que salían los truenos y relámpagos. Se dice que aquí fue donde encalló el Arca de Noé y que su halo benéfico vencía el influjo de esas brujas que, procedentes de todo el Pirineo, se reunían las Nochebuenas en su cumbre para realizar aquelarres y misas satánicas. Leyendas al margen, la influencia del Turbón genera un microclima que propicia la existencia de endemismos botánicos y dulcifica la vida de quienes residen a su amparo.

En datos

Comarca: La Ribagorza

Población: 34

Distancia a Huesca, su capital de provincia: 106 km

Los imprescindibles

Fuentes de San Pedro

Poco antes de llegar a Llert, estas fuentes reciben la visita de personas llegadas hasta desde Zaragoza para aprovisionarse del agua mineromedicinal de reconocido prestigio que baja del Turbón. En verano hay auténticas colas allí.

Cipo romano de Llert

En la iglesia se hallaron incrustadas en la pared dos piedras de mármol grabadas que parecen cipos romanos. En una de ellas se lee: "ICT/B·A·R” que para el especialista Francisco Martí puede aludir a la antigua sede episcopal de Ictosa.

Riqueza paleontológica

El entorno del municipio presenta una interesante estructura geológica y una notable riqueza paleontológica, sobren todo de la era cretácica pero también del Jurásico, ampliamente estudiada por los especialistas.

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