"Una sociedad civilizada no debería claudicar en la prevención del suicidio antes de empezar"

A raíz del suicidio asistido de la joven holandesa que llevaba años pidiendo morir, el grupo de profesionales que encabeza la lucha contra el suicidio en Aragón insiste en que el sufrimiento psíquico se puede y debe combatir.

Las psiquiatras aragonesas Isabel Irigoyen, Eugenia González y Maite Lanzán.
Las psiquiatras aragonesas Isabel Irigoyen, Eugenia González y Maite Lanzán.
Heraldo

"Eutanasia y muerte digna son temas muy distintos al del suicidio". Eso es lo primero que, según el grupo de psiquiatras que lideran en Aragón una iniciativa para prevenir los suicidios, hay que dejar claro al abordar temas como el de la joven holandesa de 17 años que terminó dejándose morir esta semana tras solicitar durante años la eutanasia.

Este caso ha reabierto en Europa el debate de la eutanasia y lo ha llevado a otra escala: por primera vez se cuestiona si es lícito o no el uso de este término cuando el paciente del que se habla padece una enfermedad mental y su dolor no es físico, sino psíquico.

Isabel Irigoyen, Eugenia González y Maite Lanzán son tres psiquiatras de la Comunidad que decidieron invertir sus conocimientos y tiempo libre en luchar contra un problema de salud pública por el que cada año mueren cien personas en Aragón: los suicidios. Son expertas en el área y por eso son contundentes al rechazar que el debate de la eutanasia se asimile en algún momento al del suicidio.

Para empezar, porque la gran mayoría de personas a las que han atendido a lo largo de su trayectoria con tentativas autolíticas o con deseos de autoinfringirse la muerte y que además aducían a su derecho a elegir libremente, han respondido al tratamiento y la terapia y a día de hoy están vivas. Consideran, por tanto, que en estos casos no se trataría de personas eligiendo libremente, sino limitadas por un trastorno mental que tiene tratamiento.

"Cuando un ser humano piensa que no hay salida posible, que no encuentra alternativas positivas, que no hay esperanza alguna en el futuro, opinamos que está claro que su salud psíquica es precaria. Ese es el campo de acción en el que psiquiatras y psicólogos tenemos que intentar ayudarle", exponen al unísono. De hecho, como profesionales, estas tres mujeres han experimentado en sus propias carnes que las personas que sufren y superan un sufrimiento de tal intensidad, "siempre se muestran muy agradecidas.

"Como sociedad, todos los mensajes, pero sobre todos los proyectos y actuaciones, tienen que ir encaminadas a la prevención, a la esperanza, a las alternativas y a mitigar el sufrimiento; no a tirar la toalla".

Y cuando hablan de no tirar la toalla miran directamente a los partidos políticos y a la Administración. "La ausencia de inversión en programas de prevención del suicidio es clamorosa a diferencia de la inversión en campañas de tráfico, lo que conlleva que las muertes por suicidio no desciendan año tras año mientras sí lo hacen los fallecimientos por accidente". Lo cual resulta todavía más grave si tenemos en cuenta que, a día de hoy, el número total de fallecidos por suicidio en España es casi el doble del de los que pierden la vida en accidentes de tráfico.

"Tenemos evidencia científica de que los suicidios se pueden prevenir. Entonces, ¿por qué nunca se ha hecho nada en Aragón?". En este sentido, las psiquiatras critican que el gasto en salud mental por paciente es muy pequeño en la Comunidad comparado con el de otras especialiades médicas.

De modo que, al plantear la posibilidad de llegar a hablar de eutanasia en casos con dolor psíquico y enfermedad mental, como pedía la joven holandesa, se muestran tajantes: "Una sociedad civilizada como la nuestra no debería claudicar en la prevención del suicidio antes siquiera de empezar, sino poner en marcha todos los medios disponibles para evitar que personas en riesgo no sean tratadas con todos los medios necesarios".

Banalización y sufrimiento

Y más en una época en la que, a raíz de todos los casos que vemos que se propagan a través de Internet, se estaría produciendo una banalización de las autolesiones, de las conductas suicidas y del sufrimiento psíquico. "La única forma de luchar contra esto -opinan-, es la adecuada información, la formación y la educación".

Por eso, insisten en que como sociedad lo primero que habría que aprender es a no banalizar el sufrimiento psíquico y a fomentar la actitud comprensiva. "Crear un clima que evite avergonzarse y facilite el pedir ayuda al entorno y a los profesionales sanitarios. No desestimar nunca los comentarios que una persona pueda hacer en cuanto a su sufrimiento y desesperanza y establecer vías o circuitos tanto de comunicación y escucha como de atención".

"Hay que lanzar el mensaje contrario y además empezar haciéndolo por los propios pacientes. Yo les insisto mucho en que no solo no son menos, no solo no son inferiores, sino que además tienen más mérito que yo. Son unos luchadores; supervivientes que, a pesar de su sufrimiento, resisten. Y que además muchas veces lo hacen en silencio, para no ser una carga o por miedo a no ser entendidos", aporta por su parte Lanzán.

Para finalizar, las tres hacen un llamamiento a esta sociedad y a los medios de comunicación. "Invertimos tiempo en frivolidades como el llamado síndrome postvacacional o el efecto depresivógeno del aburrimiento, mientras se cuestiona el sufrimiento psíquico de personas con enfermedades mentales. Que yo no alcance a comprender lo que el otro siente no significa que tenga que dudar de lo que él está experimentando", señalan. Por eso, creen que si no empezamos por ahí, por respetar su sufrimiento y tratar de ponerse en el lugar del otro de forma empática, "difícilmente" podremos ofrecerle la ayuda necesaria.

"Las personas no queremos morirnos, ni mucho menos matarnos. Lo que nos lleva a desear la muerte es un intenso sufrimiento y desesperanza. La disminución de ese sufrimiento es la clave. Hay que ayudarles a ver que existen alternativas", concluyen.

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