estafa cáncer infantil

Linceci se ofreció a varias oenegés para captar donativos a cambio del 40% y gastos de gestión

Aspanoa y Fepcn rechazaron la oferta de Pérez por no ser un margen "razonable ni procedente".

Roberto Pérez, de 56 años, ingresó en prisión el pasado 31 de mayo como presunto cerebro de todo el entramado empresarial para sacar beneficio de los donativos.
Roberto Pérez, de 56 años, ingresó en prisión el pasado 31 de mayo como presunto cerebro de todo el entramado empresarial para sacar beneficio de los donativos.
HA.

La consigna estaba clara: "Hay que vender cáncer" El cabecilla de la presunta estafa de Linceci (Liga Nacional contra el Cáncer Infantil), Roberto Pérez Rodríguez, lo decía literalmente en una de las llamadas que le intervino la Policía. Sabía que vincular el nombre de su asociación a instituciones de prestigio como la Clínica Universitaria de Navarra, el Hospital Infantil Niño Jesús o el Ramón y Cajal de Madrid, el Val d’Hebrón de Barcelona o incluso el Irensur de Arequipa (Perú) podía darle mucho dinero. Y de ahí que no escatimara esfuerzos en buscar la foto fácil con ellos, a través de acciones solidarias de escaso coste que luego publicitaba con habilidad para multiplicar la captación de donativos.

"El cáncer infantil es el pretexto, el motor y la coartada de todos los que allí trabajan para obtener dinero de los donantes", concluyen los investigadores del Grupo de Blanqueo de Capitales, para quienes Linceci "no es sino una empresa de márquetin" cuya única finalidad es "la venta y captación de fondos con la excusa del cáncer". Del empeño de Roberto Pérez por explotar la enfermedad dan cuenta también los contactos que entabló con varias asociaciones de padres de niños con cáncer ofreciéndose a recaudar fondos para su causa. Eso sí, el encausado les explicaba que él se quedaría el 40% del total, una vez descontados los gastos de gestión (teleoperadoras, oficina, etc...)

Según la Policía, Roberto Pérez trasladó su oferta a la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Aragón (Aspanoa), en 2010, y a la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer (Fepnc), en 2011. Pero el cerebro del presunto entramado empresarial fraudulento desmantelado por la Operación Andes no logró su propósito, ya que ambos colectivos le contestaron que su margen de beneficio no era "ni razonable ni procedente". A la postre, Aspanoa terminó denunciando sus prácticas ante la Fiscalía Provincial de Zaragoza en el verano de 2018, tras constatar que Linceci estaba organizando acciones solidarias en nombre de un proyecto de investigación vinculado a la Universidad de Cádiz sin su autorización.

Pero el levantamiento del secreto de las diligencias ha puesto de manifiesto que la organización bajo sospecha también recaudaba ayudas para las víctimas de catástrofes naturales. De hecho, de los casi cinco millones obtenidos entre 2014 y 2018 a través de los donativos y la venta de productos solidarios, 3,1 se consiguieron pidiendo para la oenegé Bomberos Unidos Sin Fronteras. La Policía está convencida de que poco o nada de ese dinero se destinó al fin para el que se recaudó, ya que así lo han reconocido en comisaría los propios contables de Bomberos Unidos Gestión Pymes SL, sociedad creada por Roberto Pérez para tramitar la captación de estos fondos a través del ‘call center’ instalado en el barrio del Actur de Zaragoza.

Gracias a los requerimientos judiciales formulados tanto a la Agencia Tributaria como a los bancos con las que trabajaban las sociedades de Roberto Pérez, el Grupo de Blanqueo de Capitales ha constatado también que gran parte del dinero de los donativos se movía de una sociedad a otra y que se hicieron importantes reintegros en efectivo. Así, la mujer del principal encausado, María Pilar L.D., llegó a sacar 312.988 a través de Siftex Plus SL, sociedad de la que era administradora.

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