agricultura
Devorados por los conejos
Los agricultores están a la espera de la formación del nuevo Gobierno aragonés para pedir una reunión con el responsable del ramo. Creen que es urgente consensuar medidas para paliar graves daños que los conejos provocan en sus campos.
Los agricultores aragoneses están desesperados. Ya no saben qué métodos utilizar para controlar una superpoblación de voraces conejos (a cientos pueden verse por las noches), que no solo han convertido las semillas de cereal en su alimento preferido, sino que han sumado a su dieta los frutales y viñas, cuya corteza raden hasta dejar desnudo un árbol que con toda probabilidad terminará secándose.
No es un problema nuevo. Se remonta a más de una década, pero en los últimos años es una auténtica pesadilla para la economía de cerealistas y de productores de leñosos (frutales, vid, almendro y olivo) e incluso hortícolas. Y aunque es difícil concretar el momento en que todo comenzó, cuando hablan del origen del problema todos los afectados vuelven a vista a 2002 cuando dos enfermedades –la mixomatosis primero y la neumonía hemorrágica vírica después– habían diezmado tanto a los ejemplares salvajes que estaban prácticamente desaparecidos. Fue entonces cuando en España se dedicaron presupuestos millonarios para recuperarlos. Una decisión que no respondía precisamente al interés de protección que despertaba el conejo –que está incluido en la lista 100 de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza–, sino a la necesidad de potenciar sus poblaciones para proporcionar alimento al lince ibérico, el mamífero en mayor peligro de extinción del mundo.
Desde entonces la presencia de estos (a priori) simpáticos animales no ha dejado de crecer y se multiplicado tanto el número de ejemplares, los daños por ellos causados, como la superficie agraria afectada y el número de de municipios en los que es visible su presencia. De hecho, tal como recoge el Plan de Caza 2018/2019, ya son 118 los pueblos en los que se reconoce que la sobrepoblación de conejos exige medidas extraordinarias para su control, una cifra que se ha duplicado desde 2008 cuando los términos municipales afectados sumaban sumaban 60. De ellos, 68 corresponden a la provincia de Zaragoza, la más afectada; 38 se reparte por Huesca y 8 están situados en la provincia de Teruel.
Tal es el problema que se permite su caza durante prácticamente todo el año y se les puede capturar con redes de caída vertical o trampas de caída inglesas. Incluso, en determinadas situaciones, es posible destruir sus madrigueras e incluso gasearlas. Pero, la sensación que cunde entre los agricultores y sus representantes es que todos los esfuerzos han sido ineficaces.
Por eso las organizaciones agrarias están trabajando en unidad de acción para establecer una batería de propuestas que esperan poder analizar en una mesa de trabajo en la que participen junto con los cotos de caza y la administración. Será una de sus principales propuestas al nuevo Gobierno.
No hay datos oficiales. Los agricultores hablan de "cientos de conejos", de "miles de héctareas dañadas", de "pérdidas millonarias" y aseguran que resulta complicado dar cuantías exactas porque los daños son muy distintos si se producen en cereal o en frutales, si el cultivo está en secano o en regadío y, si además del grano o de los árboles, lo que los conejos se han llevado por delante son infraestructuras.
Pero sí hay cifras que reflejan (al menos en parte) la grave realidad que se vive en los campos de cultivo de la Comunidad. Son los datos de Agroseguro, que el pasado año abonó indemnizaciones que alcanzaron los 504.362 euros a los productores de herbáceos, principalmente, pero también a los hortofruticultores por los daños causados en 15.060 parcelas que sumaban 9.657 hectáreas afectadas por la sobrepoblación de conejos.
Los productores matizan que estos datos se quedan "muy cortos", porque son muchos los agricultores afectados cuyas superficies no están aseguradas y, por lo tanto, "estas cifras no explican la verdadera dimensión del problema". Sin embargo, estos números son más que significativos porque demuestran que la situación no ha hecho más que empeorar. Así, según Agroseguro, las indemnizaciones del pasado año por los daños causados por los conejos son más del doble que las que tuvieron que abonar en la campaña anterior (234.590 euros). Mucho mayor ha sido el incremento de parcelas afectadas (2.763 en 2017), lo que significa que el pasado año la superficie dañada aumentó en 3.359 hectáreas en comparación con el ejercicio precedente. Si la comparación se retrotae hasta 2012 se comprende todavía mejor la preocupación y el hartazgo de los agricultores. En aquel año, las indemnizaciones de Agroseguro apenas sumaron los 22.710 euros (más de 20 veces menos de lo que se pagó el pasado año), por las pérdidas que ocasionaron estos animales en 2.919 hectárea de 1.391 parcelas.
La situación fue prácticamente calcada un año después, en 2013, pero comenzó a dispararse al año siguiente cuando ya fueron 2.300 las parcelas afectadas, 4.444 las héctareas dañadas y 118.553 los euros en indemnizaciones. Y aunque es pronto para conocer la fotografía de este ejercicio, todo apunta a que las cifras no van a dar un respiro a los campos de la Comunidad.
Desde el sector insisten en que a pesar de lo complicado que resulta contabilizar las pérdidas, sus cálculos más recientes evidencian que solo en la provincia de Zaragoza son más de 18.000 las hectáreas afectadas. Recuerdan además que hay que tener en cuenta que al «tercer año con siniestro, Agroseguro ya no cubre los daños», por lo que muchos productores asegurados y con pérdidas no tienen derecho a la indemnización.
"Es desolador"
"Tenemos mucho daño en nuestros campos y llevamos muchos años sufriendo la situación", señala Manuel López, representante de UAGA en el comarca de la Ribera Alta del Ebro. El sindicalista asegura que también son muchos los años que llevan buscando soluciones para atajar la creciente presencia de conejos en los cultivos aragoneses. Pese a todo este trabajo reconoce que las actuaciones llevadas a cabo hasta ahora «han fracasado».
Como López, el resto de los representantes de las organizaciones agrarias aragonesas coinciden en señalar, que son necesarias "medidas contundentes" porque la proliferación y la voracidad de estos animales ya no se controla únicamente con la caza, aunque esté permitida prácticamente todos los días del año en Aragón.
"Los cazadores se aburren, no dan abasto, y además tienen trabajo y familia y no pueden estar todos los días del año cazando conejos", señala Jorge Valero, presidente de Araga, que advierte que estos mamíferos no se conforman ya con alimentarse de trigo o con rader las cortezas de los frutales. "Ahora también se comen el maíz, lo que nunca había pasado", advierte.
Y los agricultores no pueden colaborar en estas batidas, porque la ley de caza establece que si es el propio productor (o alguién de su entorno) el que utiliza la escopeta en su propia parcela o es él quien destruya las madrigueras, después no tiene derecho a solicitar indemnizaciones por los daños ocasionados por los conejos. «Esto es un contrasentido con el que hay que terminar», señala López.
"Con la caza no hacemos nada porque se reproducen más rápidamente de lo que los podemos controlar", insiste José Manuel Roche, secretario general de UPA Aragón, que propone que se establezcan ayudas a través del Plan de Desarrollo Rural a semejanza de como se hizo en Gallocanta para compensar los daños provocados por las grullas. "Claro que en este caso, no se trata de una especie protegida", reconoce.
"Es desolador sembrar ver cómo se acaba de plantar una parcela de brócoli y en apenas un día ya se lo han comido los conejos incluso antes de que enraíce", señala Emilia Guillén, responsable de Asaja-Zaragoza. Guillén recuerda que entre la medidas propuestas por las organizaciones agrarias se insiste en la necesidad de presionar al Ministerio de Fomento sobre el control poblacional en infraestructuras valladas, que son de su competencia.
También se propone el estudio y solicitud formal de la posibilidad del uso de carabinas de aire comprimido o rifle del 22. Una exigencia que se justifica por el aumento de la efectividad por baja sonoridad del disparo, y "para minimizar los daños derivados del disparo con escopetas de cartucho sobre instalaciones de regadío".
"Medidas atrevidas"
Porque las organizaciones agrarias están de acuerdo en que la dimensión de los destrozos es tal que exige una respuesta "contundente y decidida" acordada en una mesa de trabajo en torno a la que se sienten los representantes de los agricultores y de los cazadores, pero también los veterinarios y, por supuesto, la Administración.
"Hasta ahora no se han producido este tipo de encuentros", señala el sindicalista de UAGA, que, como el resto de las organizaciones agrarias, reconoce "que hay que plantear medidas atrevidas". Y entre ellas propone que no se permita la caza del zorro porque es un depredador natural de estos animales, cuya práctica desaparición explica también la proliferación de los conejos.
Valero es más contundente. Apunta a la posibilidad de echar mano a la "lucha biológica" y señala que existen mecanismos para la castración de los ejemplares con el fin de evitar su elevada capacidad de reproducción. "Nos dicen que estas medidas no son posibles, pero no explican por qué ni nos enseñan dónde pone por escrito que está prohibido", dice.
Son estas las medidas en las que está trabaja el sector, que han puesto en marcha una mesa de trabajo para consesuar las propuestas que llevarán al próximo consejero del ramo "en cuanto se forme el nuevo Gobierno regional".
Una app para mapear los daños
El sector no se ha quedado de brazos cruzados ante los daños que causan las especies cinegéticas. Un "grave problema" para el que incluso han echado mano de las nuevas tecnologías. Es lo que ha hecho Cooperativas Agroalimentarias de Aragón, que ha diseñado una aplicación informática, de nombre Sepoan (Seguimiento de Plagas y Organismos en Aragón) para disponer de datos que permitan cuantificar los daños producidos por esta especie salvaje.
"La aplicación ya está lista para poner en funcionamiento a nivel interfaz de ordenador, y también en app móvil con sistema operativo Android", señala Jesús Abadías, técnico de la federación de cooperativas. De hecho, detalla, esta herramienta fue presentada en sociedad el pasado viernes, aunque en principio su uso estará limitado a los técnicos que componen las cooperativas agroalimentarias.
Todo comenzó en 2017 cuando los responsables de esta organización, recogiendo la preocupación de los agricultores por las elevadas pérdidas que los conejos provocaban en sus cultivo, trasladaron al Gobierno de Aragón la necesidad de abrir alguna vía de colaboración con la que dar solución al problema. Entonces, esta organización realizó un estudio preliminar, basado en encuestas a las cooperativas, centrado en 24 municipios de Aragón (prácticamente los más afectados por esta especie cinegética en el año 2017). Y el resultado fue contundente. "Demostraba de manera aproximada que hay un total de 30.000 hectáreas agrícolas y ganaderas de extensivo afectadas por conejo y distribuidas en estos 24 municipios, el 17,3% del total de las 173.000 hectáreas cultivada en esa zona", destaca Abadías. Se constató además que las afecciones de muchas de estas zonas tienen que ver con su proximidad a redes ferroviarias y de carreteras, "donde la responsabilidad del control sería sería de los gestores de las mismas", señala el técnico.
Y ahí comenzó el proyecto de colaboración, puesto en marcha bajo el paraguas del Plan de Desarrollo Rural, para el desarrollo de una aplicación informática con la que disponer de datos "fehacientes y concluyentes" sobre la situación de daños en los cultivos en Aragón. Se quería así trasladar el alcance de las afecciones a las administraciones y a los responsables de la gestión de daños (carreteras, ferroviarias, cotos de caza,….), utilizar los datos para hacer más eficaces los seguros, pero también que la opinión pública conozca la gravedad del asunto. "Es además nuestro objetivo establecer una metodología y crear un grupo de trabajo con el que canalizar dicha problemática para su mejor gestión", destaca Abadías,
La aplicación desarrollada por Cooperativas Agroalimentarias de Aragón dispone de un GPS que permite al técnico ‘cliclear’ las parcelas afectadas, incluir el porcentaje de daño, el cultivo en el que se han producido las pérdidas... Permite incluso realizar fotografías para dar testimonio gráfico de la situación. Todos estos datos, señala Abadías, llegan a la aplicación central donde pueden ser utilizados para realizar informes que sirvan de herramienta de trabajo para tratar con la Administración, con los cotos de caza o con los sistemas de seguros. "De esta manera disponemos de cifras que nos permiten hacer un seguimiento espacio-temporal del problema, con datos empíricos que divulgan la realidad del mismo", detalla.
Aunque en principio esta aplicación tiene operativo el módulo de registro de daños por conejo, se ha dejado abierta para poder implementar de forma rápida otros módulos para el control de especies cinegéticas o plagas de otra dimensión.
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