Sucesos

La víctima de la calle Lacarra: "No hay ni drogas ni ninguna mujer, se le fue la cabeza. Me dio 18 puñaladas"

El joven apuñalado el domingo por el encargado de un pub de la calle de José María Lacarra de Zaragoza cuenta lo sucedido. 

Un hombre herido por apuñalamiento en la calle de Lacarra
Un hombre herido por apuñalamiento en la calle de Lacarra
Heraldo

Todavía ingresado en el hospital Miguel Servet de Zaragoza y recuperándose de las heridas, Alejandro A. C., el joven de 28 años que fue acuchillado el domingo en la calle José María Lacarra por el dueño del bar Göia, relata lo sucedido en la que seguramente se ha convertido en una de las peores madrugadas de su vida: "Se han dicho muchas cosas que no son así. No hay drogas, ni mujeres. Se le fue la cabeza. Intentó asestarme hasta 50 puñaladas, pero me dio 18 veces", asegura el joven de 28 años mientras enseña cada una de las heridas de su cuerpo, diez en la cabeza, cuatro en el estómago y otras tantas en la cara. 

"Empecé a currar con ellos el fin de semana anterior a este. Solo iba a echarle una mano porque el encargado es amigo mío. Cuando cerramos a las cinco de la mañana, le dije si quería ir a tomar una copa. Él me dijo que nos quedáramos en el bar a tomar algo", explica Alejandro, que aclara que él es camarero y no 'disc-jockey' como se dijo en un principio.

Fue entonces, cuando el dueño del local comenzó a contarle parte de su vida. "Empezamos a hablar y al principio estaba bien. Me dijo que había nacido en Florida, en Estados Unidos, pero que hasta los cuatro años no se acordaba de nada. Le habían dado en adopción a una familia francesa y no conocía a sus padres", señala.

Fue en un momento de la conversación cuando, según cuenta Alejandro, empezó a sospechar que algo raro ocurría. "Me empezó a contar que era de otra dimensión, que no éramos conscientes de que había tres dimensiones y él era de la novena. Me dijo que su familia le había desterrado aquí. Empecé a notar incongruencias", relata.

Según su versión, al agresor "le cambió la cara" cuando Alejandro sacó el móvil en un momento de la conversación. "Me preguntó por qué me ponía nervioso. Que sabía que yo estaba con su mujer. En un momento dado le enseñé las conversaciones. Le dije que era mi ex pareja de hace diez años. Se le fue la cabeza", afirma. 

Al sospechar que algo raro ocurría, Alejandro aprovechó un momento en el que el agresor se metió al baño para llevar al final de la barra un martillo que se había usado esa tarde para "arreglar una cámara" y coger las llaves y abrir el local. "Cuando salió del baño se metió a la barra directamente y miró dónde estaba el martillo. Como no lo encontró, enganchó la puntilla y el cuchillo de sierra que se usan para cortar los limones y vino hacia mí. Me dijo: 'Veo que la gente como tú no cambia y esa gente hay que eliminarla. Dile a todo el mundo lo que voy a hacer'". 

Según el relato del joven acuchillado, salió como pudo a la calle, "esquivé una puñalada" y  "empecé a gritar". "Me enganchó, me fue a asestar una por la espalda y cuando me di la vuelta, me dio cuatro en el estómago. Me agarré a él para que no me pudiera apuñalar", recuerda el joven que se defendió del agresor pese a que una de las cuchilladas le dio en un ojo y la sangre le nubló la visión. "Luché a ciegas contra él. No perdí en ningún momento el conocimiento. Incluso cuando me lo quitaron de encima, él seguía acuchillando a la nada", sostiene Alejandro, que transcurridos dos días es ahora consciente de la sangre fría y la pericia que tuvo para resolver la situación que pudo costarle la vida.  

El Grupo de Homicidios, por su parte, mantiene una investigación para aclarar lo ocurrido con todas las versiones. De hecho, a la de la víctima habrá que sumar la del propio detenido -que este lunes no quiso responder a sus preguntas en comisaría pero este martes comparecerá ante el juez de guardia- y la de cualquier otro testigo que pueda aportar información relevante. 

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