elecciones 26-m

Escenarios cuquis y menguantes

El Balcón de San Lázaro es el rincón preferido por todos los partidos para hacerse la fotito electoral. El Teatro Romano, el Náutico y las escaleras del Batallador les siguen de cerca.

PILAR ALEGRIA PRESENTA SU CANDIDATURA Y PROGRAMA ELECTORAL / TERRAZA DEL MUSEO PABLO SERRANO ( ZARAGOZA ) / 06/05/2019 / FOTO : OLIVER DUCH [[[FOTOGRAFOS]]]
El PSOE municipal se presentó en el Pablo Serrano.
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Antes se trataba de exhibir músculo. Más o menos como en los circos. El forzudo que coge una pesa grotesca y gigante con el meñique y a todos maravilla. Ahora se trata de no pinchar, de que el ‘hype’ no esté muy alto, de que la mancuerna no caiga sobre los pies.

Los mítines, encuentros y presentaciones de programa han pasado de grandes estadios a lugares mucho más coquetos: esos en los que no puedan verse butacas vacías que arruinen la foto. Si antaño el Felipe o la plaza de Toros de La Misericordia acogían actos políticos, el signo de los tiempos –y acaso el menor fanatismo político– conlleva a que se hayan puesto de moda que si el Balcón de San Lázaro, el Teatro Romano, el Club Náutico, la terraza del IAACC Pablo Serrano...

Todos estos espacios tienen sus peligros e inconvenientes. Para empezar, su historia. En el caso del Balcón es cierto que brinda unas vistas espectaculares sobre el río Ebro y enmarca al Pilar divinamente, pero –ojo– que es símbolo de cómo los franceses arrasaron la ciudad.

Para más inri, conocido es también el endiablado pozo que hace el río en este punto, capaz incluso de engullir autobuses. Hasta salió en ‘Cuarto Milenio’. No obstante, para PSOE, PP y ZEC nada de esto es óbice ni valladar y las tres formaciones han usado este marco para sus presentaciones en las últimas semanas.

Quienes se han movido un poco han ido al Club Náutico o a la arboleda de Macanaz (esa gran fosa común), pero como las formaciones se sigan atomizando no va a ver suficientes recodos monos en el río para que se hagan la foto todos. Al Balcón, por cierto, aunque convertido en nuevo icono urbano, poco o nada de caso se le hace fuera del periodo electoral. Tras su costosísima reforma, solo ha abierto sus puertas cuando los abnegados vecinos del Arrabal se han arremangado...

Acertar con el escenario no es cosa menor. Cuando Pedro Sánchez inició su reconquista socialista (no por el santuario de Covadonga sino con su Peugeot 407) dio un mitin en el centro cívico del barrio de Las Delicias y lo reventó. Cientos de militantes se quedaron fuera por cuestiones de aforo.

Cuando a las pocas semanas Susana Díaz hizo lo propio en el Palacio de Congresos de la Expo, la cita tuvo que trasladarse a una salita auxiliar por miedo a no llenar. E hicieron bien. Aún en el auditorio pequeño entre el público había huecos del tamaño de Groenlandia.

Por cierto, Pedro Santisteve también utilizó hace unos días el escenario de la Rotonda de Las Delicias para convencer a un puñado de los suyos –que ya iban previamente convencidos– de sus bondades para conservar el bastón de mando. Aquí hay que mentar de nuevo a Iker. No por las encuestas de ZEC sino por el fenómeno de la impregnación. ¿No se quedarán los discursos de unos y otros pegados a las paredes de estos espacio cual rostros de Bélmez? ¿No habrá contagios de siglas, confusiones cósmicas o éteres compartidos? La última vez que estuve en el Teatro Romano en campaña fue para una presentación del PAR. Hace unos días CHA convocó a las puertas del vetusto graderío.

La plaza del Pilar es tan poco original como las escaleras del Batallador del parque Grande. El patio del Pablo Gargallo está más visto que el tebeo como también la terraza del Serrano, que tiene el hándicap añadido de que nunca sabes si se debe ir con una rebequita o a pecho descubierto.

Lo que hasta ahora eran pequeñas alternativas –Fortea, Nolasco, Las Armas...– empiezan a estar más que trilladas, y la Expo da poco relumbrón ahora que no hay Ebrobuses para hacer el paripé.

Tampoco son ajenos nuestros políticos en exhibición a las cafeterías ‘chic’ y, como se siga reduciendo el formato de sus actividades, es probable que vuelvan al origen del ‘puerta a puerta’, como aún hoy se hace campaña –y comedia– en muchos pueblos. En la capital aragonesa se va por los barrios, a veces con un banco, otras con un atril improvisado.

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