Marius saltó a la fama en los prolegómenos de las Elecciones Generales. La candidata al Congreso del partido animalista Pacma, Laura Duarte, colgó un vídeo en las redes sociales en el que aparecía dándole de comer a este buey en el Santuario Vegan (Madrid), al tiempo que hacía creer que se trataba de un toro de lidia.

“Fijaos cómo se comporta cuando se le trata con cariño y con respeto. Son animales pacíficos, como todos los bovinos”, decía Duarte a la cámara, en unas imágenes que se hicieron virales frente a la respuesta de los taurinos, que no tardaron en denunciar esta “peligrosa farsa propagandística”.

La Fundación del Toro de Lidia (FTL), a través de su presidente Victorino Martín, emitió un comunicado en el que rogaba la rectificación de Pacma. “El mensaje que lanza es tremendamente peligroso, ya que gente peor informada que usted, o simplemente crédula, puede tener la tentación de imitar su acción y tratar de acariciar un toro bravo. El resultado de esto sería seguramente mortal”, decía Martín a Duarte, invitándola a conocer “verdaderamente” el campo.

Sin embargo, días después, en la jornada de reflexión del 27 de abril, Duarte se reencontraba con Marius e insistía en que “cuando se trata con respeto a estos animales, se comportan de forma tranquila y no molestan porque saben que nunca se les va a hacer daño”.

Unas palabras que volvieron a molestar en el sector taurino. “No todo vale en campaña. Marius es una raza diferente de toro, no es de lidia. Un tigre y un gato son felinos pero a nadie se le ocurriría acariciar al tigre. Lo mismo sucede con el toro que muestran, no es de raza de lidia; si lo fuera... Laura Duarte estaría muerta”, indicaron desde la FTL, refiriéndose a un animal que tiene su origen en Aragón.

Según un artículo publicado en EL MUNDO, Marius fue rescatado en verano de 2015 en una finca de Villafranca del Ebro (Zaragoza). Al parecer, un hombre con problemas mentales -más tarde fue ingresado en el psiquiátrico- guardaba animales desnutridos. Entre ellos, este buey que por aquel entonces tenía cinco años y fue llevado al Santuario Vegan.

Y allí, castrado y bien nutrido (pesa casi 1.000 kilos), permanece junto a otros 300 animales que, por diversas razonas, han tenido que ser acogidos en el centro. Su aspecto no engaña. El comportamiento, tampoco: está próximo a lo que puede ser una mascota doméstica.