Sin solución de continuidad y aún inmersos en la resaca generada por los comicios nacionales ya se descubre la campaña para las elecciones municipales y autonómicas. Convertidas en una segunda vuelta, la doble cita servirá para averiguar si el grado de movilización de la izquierda se mantiene y para conocer el efecto de los últimos movimientos en el PP tendentes a la recuperación del centro político. La importancia que siempre se otorga a lo local amenaza con orillar a las elecciones europeas, justo en un momento en el que la Unión necesita de una especial atención

La campaña electoral no se ha visto interrumpida. Las elecciones protagonizan la actualidad y los actos se suceden con el ánimo de mantener la tensión en unos votantes que conocen la importancia de la triple convocatoria (municipales, autonómicas y europeas) del 26 de mayo. Los partidos con representación autonómica han apostado por la renovación -solo la mitad de los actuales diputados en las Cortes regionales optan a la reelección- convencidos, al menos cuando se confeccionaron las listas, de que este factor sería determinante para seducir a los electores. Las elecciones generales han demostrado que la decisión del voto responde a cuestiones mucho más complejas que el debate entre lo nuevo y lo viejo. Lo autonómico y lo municipal requieren de propuestas concretas y los partidos deben asumir la responsabilidad de descender a los detalles. No cabe duda, en cualquier caso, de que el Partido Popular, especialmente preocupado por el crecimiento de Ciudadanos, debe resolver la cuestión de su posicionamiento ideológico, pero también la campaña tendrá que debatir sobre si un “segundo proceso de descentralización”, tal y como ayer pidió el presidente de Aragón y candidato socialista al Gobierno regional, Javier Lambán, se encuentra entre las prioridades de los aragoneses.