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Más de 9.000 aragoneses registran su voluntad anticipada respecto a cuidados, tratamientos e incluso eutanasia

El perfil de la persona que realiza este documento es: mujer, de 66 años y residente en un entorno urbano.

El Hospital Miguel Servet de Zaragoza
El Hospital Miguel Servet de Zaragoza
Heraldo

Desde 2011 los aragoneses tienen a su disposición el documento de voluntades anticipadas que permite dejar constancia de los deseos respecto a cuidados, tratamientos, donaciones e incluso sobre la eutanasia (si en algún momento se aprueba una legislación relativa a esta cuestión). Según los últimos datos facilitados por el departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón, un total 9.331 aragoneses tienen este documento activo. En estos datos se incluyen todas las nuevas incorporaciones y se eliminan aquellos que cambian de opinión, se han trasladado a otra comunidad autónoma o ya han fallecido. A pesar de que ni siquiera el 1% de la población aragonesa cuenta con este documento, su uso se ha extendido en los últimos años. 

Cualquier persona mayor de edad, capaz y que no se encuentre incapacitada judicialmente puede realizar un testamento vital. No obstante, las personas que se decantan por esta opción suelen ser mujeres (62,53%), con más de 65 años de media y residentes en el entorno urbano (83,1%). Se entiende como medio urbano las tres capitales de provincia (Zaragoza, Huesca y Teruel) y las localidades de Alcañiz, Barbastro, Calatayud, Ejea de los Caballeros, Fraga, Jaca, Monzón y Tarazona. Además, tal y como recuerdan desde el departamento de Sanidad, “también pueden hacer un documento de voluntades anticipadas los menores de edad, siempre que sean mayores de 14 años, con la asistencia de uno cualquiera de sus padres o, en su defecto, de su tutor”.

En este documento, que es de obligado cumplimiento por parte de los médicos, se especifican los tratamientos o cuidados que el paciente desea recibir ante determinadas situaciones. Asimismo, se aborda el tema de la donación de órganos, una cuestión con la que el 43,61% están de acuerdo. El 7,36% detallan que no quieren donar sus órganos a otras personas y un 9,63% están dispuestos a dar su cuerpo a la ciencia. Según los últimos datos, en 2018 un total de 48 personas donaron sus órganos, lo que permitió realizar 99 trasplantes en Aragón y que se cedieran 46 órganos a pacientes de otras comunidades.

Elegir entre una incineración o una inhumación también es una cuestión que se suele plasmar en este documento. De este modo, son aquellos que prefieren que su cuerpo se incinere los que más hincapié hacen en este aspecto. El 30,21% de los aragoneses que han registrado su testamento vital puntualizan que quieren ser incinerados, frente al 2,36% que se decantan expresamente por la inhumación. Asimismo, un 12,23% recalcan que desean contar con asistencia religiosa y un porcentaje similar (10,42%) prefiere no hacerlo. La preferencia por fallecer en el hogar familiar (5,5%) o, por el contrario, hacerlo en el hospital (12,61%) también se puede reflejar. 

Más de 700 personas rechazan en Aragón las transfusiones de sangre

Los temas que se tratan en las voluntades anticipadas y que más controversia suelen suscitar están relacionados con los tratamientos hemoterápicos y con la opción de añadir cuestiones relacionadas con la eutanasia. En las últimas semanas, el caso de una joven de Huesca que, debido a sus convicciones religiosas, ha rechazado una transfusión de sangre pese a encontrarse en una grave situación debido a una peritonitis, ha puesto sobre la mesa esta posibilidad.

La joven de 20 años, testigo de Jehová, se debatía entre la vida y la muerte en el hospital San Jorge de Huesca, pero su testamento vital dejaba clara su negativa ante las transfusiones de sangre. Como ella, un total de 732 aragoneses han especificado en sus últimas voluntades su deseo de no recibir un tratamiento hemoterápico cuando ellos mismos no puedan expresar su opinión. Otras cuestiones (donación de órganos, asistencia religiosa...) aparecen en el documento genérico de voluntades anticipadas, pero la decisión de no recibir una transfusión o cualquier tratamiento hemoterápico se debe cumplimentar en un apartado diferente. Este mismo espacio es el que se utiliza para solicitar la eutanasia.

La eutanasia se puede pedir, pero no ejecutar

Ni la eutanasia ni el suicidio asistido están permitidos en Aragón ni en ninguna otra comunidad autónoma. Sin embargo, esto no impide que, quienes lo desean, puedan plasmar su intención de no continuar con su vida en determinadas circunstancias. De hecho, casi 300 aragoneses han especificado en el documento de voluntades anticipadas aspectos relacionados con la eutanasia. "Las personas pueden añadir la información que consideren oportuna en un apartado del documento, por lo que algunos detallan que, en el caso de que se haya aprobado la eutanasia, se les aplique", explicaron recientemente desde los comités de ética. Hasta que no exista ninguna regulación al respecto, no se llevará a cabo esta práctica.

Hace una semana, Ángel Hernández ayudó a morir a su mujer, María José Carrasco, enferma terminal. Grabó varios vídeos en los que preguntaba a María José si estaba segura de lo que iban a hacer e incluso filmó el suicidio asistido. Unas horas después fue detenido y puesto en libertad. Su situación ha provocado que miles de personas se mostraran a favor y en contra de aprobar una legislación que permita la eutanasia o el suicidio asistido. En definitiva, ha vuelto a sacar a debate una cuestión que, en el Parlamento, había quedado paralizada por el anticipo electoral.

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