Encuestas electorales: ¿por qué nunca me preguntan a mí?

El descenso de la política española a la tele-espectáculo de la noche del sábado y a los programas matutinos -un espacio tradicionalmente vetado para los debates legislativos-, así como su salto a las redes sociales y al titular sencillo, ha llevado al común de los mortales a interesarse por la actualidad de las Cortes Generales, autonómicas y municipales. La entrada de nuevos actores a la arena política ha ayudado a acelerar el proceso.

Las encuestas han sido las grandes beneficiadas del fenómeno, ganando espacio y protagonismo en medios y tertulias. Y, aunque en líneas generales gozan de reconocimiento, siempre surgen dudas sobre su elaboración. "Los sondeos, a día de hoy, son mixtos. Las encuestas se hacen a través del teléfono fijo, especialmente en zonas rurales donde hay población envejecida, y con llamadas a móviles, sobre todo en zonas más urbanas en las que se concentra una población más joven y que suele estar fuera de casa. A este muestreo se añade un volumen de respuestas online a través de una base de voluntarios. Estos suponen un 15% de la encuesta", explica Javier Miravete, director de la empresa demoscópica A+M.

Las llamadas y consultas digitales cubren todas las circunscripciones que aborda el sondeo, en el caso de Aragón se pregunta a un número representativo de personas de las tres provincias que no es proporcional a la población, sino que por norma general sobrerepresenta Teruel y Huesca para que el muestreo en estas dos provincias no sea demasiado bajo. "Con un porcentaje de muestra más pequeño de la provincia de Zaragoza se pueden extraer conclusiones más que válidas". Una vez extraídos los datos de las encuestas, las consultoras proceden a "estratificarlos por cuotas de sexo y edad" según los censos, apunta el experto.

Entonces, con tantos procesos electorales y semejante cascada de encuestas, ¿por qué nunca me llaman? "Porque la probabilidad de formar parte de la muestra aleatoria es muy baja, por debajo de uno entre mil. Se completan unas 400 encuestas en Huesca y unas 700 en toda la provincia de Zaragoza", concluye Miravete.

Las encuestas requieren de una cierta celeridad en su ejecución. "La actualidad hace que las estimaciones envejezcan muy rápido, por eso siempre hay que indicar que las encuestas se han hecho antes de determinado hecho significativo. Por ejemplo, la manifestación de este fin de semana de 'la España vaciada' puede marcar un antes y un después en la intención de voto, aunque resulta difícil determinar en qué sentido. Lo que está claro es que la vertebración del territorio es un asunto que se ha colado en la agenda y que hará lo propio en los programas electorales".

En la capital aragonesa, por ejemplo, "la apuesta decidida del Gobierno de Aznar por poner en marcha el trasvase del ebro le costó la alcaldía a José Atarés, por eso los partidos es un tema en el que aquí se abstienen, salvo Vox, que puede salir perjudicado por esta circunstancia", argumenta Miravete.

"Me votaré a mí mismo..."

La prisa es especialmente necesaria cuando los encuestadores asaltan el medio rural. "En los municipios de menor tamaño, en cuanto haces una llamada, en seguida se corre la voz y todo el mundo se entera de que hay un sondeo en marcha. En una localidad con la entidad de Barbastro, donde teníamos una consulta en marcha, un vecino soltó la 'noticia' y recibimos llamadas de personas que querían participar y dar su opinión".

No es la única anécdota que recuerda Miravete: "Hay respuestas que te pillan por sorpresa, como la del encuestado que te suelta que se va a votar a sí mismo. Claro, que luego te explica que se presenta a alcalde por tal o cual partido. También es habitual que te digan que elegirán la papeleta que su cónyuge o hijos metan en el sobre correspondiente".