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De jubilado a experto hortelano

Tras completar su vida laboral, Ricardo Subías ha encontrado en su huerto urbano una nueva afición y un aliciente para seguir aprendiendo.

Ricardo Subías posa con su premio y con la oveja que le acredita como mejor hortelano.
Ricardo Subías posa con su premio y con la oveja que le acredita como mejor hortelano.
Guillermo Mestre

Entre el pequeño invernadero que ha construido y la caseta que él mismo montó, el zaragozano Ricardo Subías, de 64 años, presume sin arrogancia de los vegetales y hortalizas que asoman, aún tímidos, de la tierra de su huerto de 120 metros cuadrados. Dedicado durante toda su vida laboral al ámbito de la electricidad, tras la prejubilación –que le llevó a probar otros ‘hobbies’ como la fotografía–, hoy disfruta del placer de ver crecer las semillas que poco a poco ha ido plantando en las dos parcelas de las que dispone en el Soto de La Almozara, en la capital aragonesa, propiedad de la empresa Huertos del Ebro. Y no se le da mal. El pasado enero, Subías recibió el premio al mejor regadío de estas instalaciones privadas, galardón que también le obliga a cuidar de su mascota, la estatua de una imperturbable oveja de lana roja que le distingue del resto de sus compañeros.

Sobre cómo comenzó con esta afición, Subías explica: "Se le ocurrió a mis hijas. En las Navidades de 2018, ellas me regalaron unos guantes, unas semillas y una suscripción a estos huertos urbanos. Hasta entonces yo no tenía conocimientos sobre cultivos, así que he ido cogiendo ideas, metiéndome en tutoriales, aplicando los consejos que me han ido dando...".

"Siempre me ha gustado la naturaleza y el mundo del campo. Al dejar de trabajar, tenía que ocupar mi tiempo de alguna manera, y el huerto me da vida. Voy tres veces a la semana para plantar o regar y disfruto de la satisfacción de ver que las plantitas que he sembrado se han convertido, por ejemplo, en una tomatera con unas frutas extraordinarias. Para mí es un aliciente", añade Subías.

En las dos parcelas que ocupa su regadío, todo el material utilizado es reciclado –como con el que ha sido construido el invernadero– y los dispositivos y artilugios son fruto de su imaginación. "Creo y uso mis propios inventos", indica mientras muestra la herramienta con la que ha conseguido evitar que crezca mala hierba entre sus plantaciones.

Fresas, apio, berenjenas, romero, pimientos de Padrón, alcachofas, lechugas –como las de hoja de roble–, cebollas –tanto de la variedad de Fuentes de Ebro como de temporada–, acelgas, espinacas, borrajas, cardos, ajos tiernos, coles... "Todo acaba saliendo, en mayor o menor producción", señala Subías, quien se ha atrevido hasta con los champiñones y setas de cultivo. "Por ahora no ha salido nada", señala. "Como no uso pesticidas, los caracoles que encuentro los guardo en mi ‘caracolera’", comenta mientras abre un arcón donde se encuentran varios ejemplares de distintos tamaños de este molusco de tierra.

Uno de los peores episodios que Subías recuerda es cuando, a los pocos meses de comenzar las labores de cultivo, el desbordamiento del río Ebro casi acaba con su recién estrenada afición. Aunque, finalmente, no fue así. "Soy un tipo de persona que todo lo que se plantea quiere hacerlo bien, como antes me ocurría con mi oficio", concluye Subías desde su huerto.

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